O la vida a precio de saldo. Mientras aquí, es decir en todo el Occidente cristiano, laico y consumista, tenía lugar el día del comercio salvaje, denominado Black Friday, un monstruoso atentado terrorista en una mezquita del Norte de la península de Sinaí -oh, el eco del reclamo bíblico- se llevaba al planeta de las huríes a más de trescientas personas. Ni los mandamientos de Moisés sirven para impedir la matanza ni Alá y su profeta parecen parar el brazo del terror. ¿Son creyentes de la religión musulmana, organizados en una determinada facción, los causantes de la muerte de egipcios también musulmanes aunque de otra tendencia? Se han matado entre ellos, escuché el otro día, y me producía la frase repelús. ¿Y cuando se mataban entre sí los cristianos? ¿Cuando en nombre del Dios único se ha perseguido hasta el exterminio en nuestra historia más cercana? ¿Cuando se validan políticas cuyos efectos en muchas zonas del mundo se llama pobreza, desesperación e inanidad última? La vida a precio de saldo -manu sangrienta- de muchos países no tiene apenas eco en las sociedades occidentales y sus sistemas mediáticos. La oración en un templo tradicional está devaluada frente al culto eximio al ídolo del dólar o del euro. Black Friday for redemption.
(William Blake ilustra)
Es que todo me recuerda a la Naranja mecánica.
ResponderEliminarLa violencia es la dueña de todo y creo que nos acostumbramos a ella.
Nos escandalizan pocas cosas, porque las hemos banalizado casi todas.
Salut
Así es, hermano. La violencia es cada vez más elevada y el ruido que genera nos hace creer que se impone todavía más. Todo resulta muy frágil y hemos optado por mirar hacia otro lado. Debe ser que nos sentimos impotentes. Hemos trivializado casi todo, desde el paisaje hasta las relaciones más íntimas, y las obviamos con un desprecio que se vuelve contra nosotros.
EliminarEse mismo atentado en Europa habría sido la gran noticia, manifestaciones,condolencias etecé. Ha sido fuera de occidente y la atrocidad ha quedado ya relegada a segundo término.
ResponderEliminarUn mundo violento donde los muertos se ordenan por importancia mediática. De los horrores que suceden fuera de nuestro territorio consumista y trivial, sabemos bien poco y no nos importa.
Y está a la orden del día. Apenas dura la noticia dos telediarios. Ni siquiera se molestan los documentalistas de una emisora en explicar a los espectadores (palabra contradictoria) dónde cae el Sinaí y bajo qué régimen de hierro está el territorio. Como en Pakistán o Nigeria o Somalia o etc. Uno no sabe ya qué hay de espectáculo y qué de ignorancia. Doloroso.
EliminarHate over stupidity.
ResponderEliminarYa somos dos, y vamos a tener trabajo mental, pues mira que abunda.
EliminarParafraseando a Zweig, en "El mundo de ayer; memorias de un europeo", somos una civilización (la occidental) prácticamente consumida por el consumo... mientras, el resto, se consume en pobrezas y guerras...
ResponderEliminarese Blake,con que nos ilustras tu entrada es sensacional.
Zweig es un actual y eterno, no ha quedado desvalorizado ni como escritor ni como relator de los tiempos. Y Blake, cada día me impresiona más, un autor difícil de clasificar, para nuestra suerte. Sus ilustraciones hablan tanto o más que sus escritos.
Eliminar"La imaginación no es un estado: es la existencia humana en sí misma", dijo. "¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son", Calderón, mucho tiempo antes.
La historia de la barbarie no tiene fronteras raza o religión. Lamentablemente parece ser universal y perpetua.
ResponderEliminarUn abrazo
Es obvio que la Historia -si la queremos interpretar- nos dice que toda la vida ha sido así. No creo que haya solución, pero al menos no seamos hipócritas en nuestras sociedades. Aunque por aquí pintan bastos insolidarios, endogámicos y nazionalistas que no facilitan la hermandad humana, si es que ésta puede ser. Un abrazo.
EliminarTodas las guerras son abominables, pero las de religión, además de causar muertes como todas, matan la esperanza...
ResponderEliminarSaludos
Llevan la contradicción en su seno. ¿No se llaman las religiones proclives a la paz y al amor, entre otros reclamos? Las guerras de religión, por otra parte, no han sido nunca meras guerras de tal. Intereses espurios y ambiciones fieramente humanas, clasistas, ha enfrentado a los hombres. Saludos, Luis Antonio.
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