A cuenta del tema Cataluña y los aconteceres del presente he leído algunos artículos que el agudo periodista y escritor Manuel Chaves Nogales escribiera allá por febrero y marzo de 1936. Están publicados actualmente en un libro titulado ¿Qué pasa en Cataluña?, editado por Almuzara, y ya digo que son escritos y entrevistas de hace setenta y un años. Sin embargo a uno se le ocurre pensar: ¿cuánto habrá de analogías y semejanzas entre las posiciones de aquel momento y las de ahora? ¿Qué figuras de entonces jugaban a apuestas que en el presente se pueden revelar en otros? O bien a la inversa: ¿qué personajes de hoy día van de émulos de personajes de 1936? Y aunque las aproximaciones sean de matices, que acaso no, sino que pueden estar tan marcadas, ¿de qué manera la divertida fábula -metáfora- de los aldeanos que se comen el sapo sigue en vigor? Y es que a uno se le quedaron grabadas hace años las primeras líneas de El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, de Karl Marx, que decían: "Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa. Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793 a 1795, el sobrino por el tío. ¡Y a la misma caricatura en las circunstancias que acompañan a la segunda edición del Dieciocho Brumario!" ¿Se siguen imitando acontecimientos y roles históricos anteriores? ¿Vuelven farsas y tragedias a ocupar la escena? ¿De qué manera? O, como dicen los chuscos de mi aldea: ¿quedará todo en agua de borrajas? ¿Estarán los catalanes a punto de comerse otro sapo? ¿O lo estaremos todos? No voy más allá. Simplemente trasladar aquí la fábula surrealista que Chaves Nogales relata con tanta gracia en el artículo Después de haberse comido en sapo.
"Cuando a los hombres de la derecha y del centro se
les pide una explicación de lo que pasa en Cataluña le
cuentan a uno un cuento. Es muy bonito. Dos aldeanos
van de camino. Uno de ellos lleva del ronzal una vaca.
Junto a una charca encuentran un sapo, que produce en
el de la vaca un gesto de repugnancia. El otro aldeano,
por llevar la contraria a su compañero, afirma entonces
que el sapo es un animal como otro cualquiera, ni más
ni menos repugnante que los demás seres vivos que a
diario sirven de alimento al hombre. «¿Tú serías capaz
de comerte un sapo?», arguye el de la vaca. «Me lo
comería si hubiera necesidad», contesta. Disputan estos
compadres y al final, como no se ponen de acuerdo,
apuestan. «Te doy la vaca si eres capaz de comerte el
sapo.» La codicia y el amor propio fuerzan al aldeano
a coger el sapo y comérselo, cerrando los ojos de asco
y conteniendo las náuseas que le dan cuando quiere
vencer la repugnancia que indudablemente siente. El
otro ve, acongojado, que su compadre es capaz, efectivamente,
de tragarse el sapo, y ante el temor de quedarse
sin la vaca que alegremente había apostado se aprovecha
de las náuseas que el otro está pasando en aquellos
instantes y le propone: «¿Me devuelves la vaca si soy
capaz de comerme el medio sapo que te queda?». El
comedor de sapos ve en esta oportunísima proposición un modo inmediato de librarse del tormento a que está
sometido y alarga el pedazo de sapo que le queda a su
compadre, quien cierra los ojos y se lo traga. Siguen
su camino silencioso, los dos compadres. Al cabo de
un rato se paran. Se miran frente a frente y se preguntan,
estupefactos: «¿Y por qué nos habremos comido
un sapo?»"
Interesante.
ResponderEliminarLo tendré en cuenta.
En las barracas veíamos muchos sapos, animal que se respetaba porque se comía todos los insectos, y creo que a pesar del hambre, jamás se nos hubiera ocurrido zamparnos ninguno. Sin embargo, aquello era la antítesis de nuestros políticos patrios.
estos se tragan los sapos a cambio de la mesnada .
Salut
Pero la mesnada antes o después también se les puede atragantar, no siempre es tan dócil como al principio...suele volverse caprichosa y entonces...
EliminarFinalmente, es la clase trabajadora la que, amén de pagarlos, se come (la hacen comer) no uno, sino todos los sapos.
ResponderEliminarAsí ha sido históricamente, pero que ahora te lo quieran hacer tragar por partida doble...Qué pena que la clase trabajadora no tenga hoy valedores capaces de no caer en las trampas.
EliminarUn cuento muy gráfico. Ignorantes desconocedores de la utilidad de los sapos. Personas que se mueven al son de cuentos infantiles (principescos y bla, bla, bla).
ResponderEliminarHe vivido durante años con una familia de sapos al pie de casa. Imagino que serán tan comestibles como las ranas. (las ancas evidentemente) Desaparecieron cuando el calentamiento global incrementó, por cierto, y yo me fui tras ellos.
La gente traga lo cocinado y lo crudo, lo doloroso es ser tan estúpido como para abrir la boca a lo que está crudo, con escasa sustancia y acaso nocivo para la salud colectiva.
EliminarPues parece que el sapo ha criado y ahora, no uno, hay varios sapos en fila que comeremos entre todos, sin apuesta de vaca ni gracia alguna. ¿Para qué servirá el banquete batracio? Para acabar vomitando de asco.
ResponderEliminarBuenas tardes y disfrutemos de esta estupenda temperatura antes de que toque comer sapos.
Eso, yo he comido a la orilla del río y no precisamente sapos, pero casi. El mediodía ha traído un calorcito llevadero que ya no aparece en las madrugadas y los atardeceres. Se agradece el asueto y la charla coloquial entre amigos a veces más que la comida. De los sapos que os vana a hacer tragar a todos no hemos hablado, el mundo no es de los criadores de sapos y culebras, sino de todos, aunque los pastores del rebaño, incluidos los que van con ínfulas supremacistas, no parece que en su victimismo de pacotilla se hayan enterado.
EliminarChaves Nogales fue un hombre valiente, un gran periodista y una de esas personas que por ser como fue nunca pudo tener éxito en esta España de tragadores de sapos... y de quienes los crían para que otros los traguemos, claro. Bien traído.
ResponderEliminarY un gran desconocido. Como republicano tuvo que exiliarse y naturalmente los ganadores de la guerra que desataron hicieron que se le ignorase, como a muchísimos otros. Y posteriormente no ha interesado ni a comunistas ni a socialistas ni a nadie, un tipo sensato y con visión al que repugnaban las dos Españas cainitas. También había estados antes de la guerra en la URSS y vio cosas graves sobre la manera de proceder del poder allá. Aparte de crónicas escribió una novela muy crítica con el bolchevismo titulada "El maestro Juan Martínez, que estuvo allí". Se han reeditado bastantes libros suyos durante los últimos años y siempre es oxigenante leerlo. No le gustaba tragar sapos ni a los criadores de sapos.
EliminarBienvenido de las vacaciones.
Cuanto más espacio se le da a una supuesta decisión política en los medios de incomunicación, es porque en realidad nadie quiere hacerse cargo de ella y no será llevada adelante. Es sólo para distraer.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Pues está por ver. No sé qué pensar a estas alturas, no sé.
Eliminar