"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





martes, 10 de enero de 2017

El cartapacio de Herr Gustav. 3



















Pero todo lo escrito con la inquietud de sus emociones y sus afectos durante aquellos meses le habían servido para saber más de sí mismo. ¿Saber o manifestarse? Acaso fuera lo mismo, pues al revelarse con aquel empeño con que llenaba las horas del día y fustigaba las de la noche, que deseaba cortas, veía dimensiones interiores que no había tocado interiormente. Todo era tan distante en el espacio como cercano en aquel apasionamiento, que aun siendo efímero resultó ser extremadamente sincero.

No se irrite conmigo, herr, si hablo tanto. Compréndame. No olvido que una de las cláusulas de este trabajo de posar para usted es que permanezca lo más callada posible y en las maneras que usted me solicite. Ya ve que mi cuerpo se adapta a sus indicaciones, pero es tanto mi asombro por su habilidad para reflejarme en el papel y la fidelidad con que me reproduce que me cuesta estar en silencio. Permítame que dé salida a este nerviosismo que me recorre. Nadie me había atendido jamás como usted, pues esa distancia que hay entre nuestros cuerpos se reduce gracias a su talento y, como usted a veces me ha dicho, por mi acopladora actitud. ¿Cree usted, herr, que esos dibujos existirán siempre? Espero que en su cordura esté mantenerlos y que usted y otros como usted se maravillen. Por ahí se dice que cierta autoridad pretende prohibirle la difusión de alguno de estos bocetos en la revista que hacen. No le haga caso, yo le autorizo a que mi cuerpo acompañe esas ansias, ¿cómo las llama usted?, estéticas que a mí me cuestan comprender, pero que intuyo a medida que veo lo que sale de sus lápices. No haga caso a los censores que ven pecado y fealdad en todo lo que es vida, y salve su obra, herr Gustav. Hágalo por mí.



6 comentarios:

  1. En esas estamos, en esas. A veces percibimos un abismo de pavor proyectivo por mucho que la voluntad de la inmediatez se empeñe en engañarnos.
    Mal/Bien de unos cuantos...consuelo de ninguno.
    Solución: no encuentro ninguna salvo, con suerte, cierto buen talante innato o difícilmente adquirido. Ya se sabe que lo innato casi siempre encuentra antes su camino, por arte y gracia de natura, me temo.

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    1. Ah, esa eterna disputa, y duda, entre lo innato y lo adquirido...

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  2. Esa voz narrativa en primera persona tiene mucha fuerza. Resulta muy convincente. Hasta el próximo episodio, Fackel!

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    1. Una opinión a tener muy en cuenta, Mercè, sin duda. Gracias por el seguimiento.

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  3. Plasmar la estética desnuda, A más de uno le rechinan los dientes observar la sinceridad al desnudo.

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    1. El desnudo lo es todo. Sólo a los que van contra la vida les puede rechinar el desnudo.

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