"En tus abrazos
brillaban mis palabras
la lluvia las desnudaba de sangre
las desnudaba de muerte
y en la forma de tu cuerpo
se entretejían en mí".
Mohsen Emadi, Visible como el aire, legible como la muerte.
Expulsado del verdadero hogar los hogares que conocerás después no te parecerán lo mismo y, no siendo lo mismo, perseguirás la búsqueda del único, del que perdiste, otros hogares que se nombrarán como hogares serán en el mejor de los casos una copia modificada de aquel, o espacios que quieren parecerse, si dejan que se adapten a ti, y en este sentido serán una imitación idealizada, pero a los cuales tendrás que acogerte, porque un individuo sin un hogar a cada paso de la vida se sentiría extraño, y no es que no sea menos extraño si se acoge a lo que le ofrecen, pero se cede porque la seguridad es una exigencia necesaria, y más después de aquella fuga no deseada, así pues estarás buscando de forma denodada un sustituto del hogar original año tras año, de año en año, y a cada desgaste que percibas de tu propia materia más te acuciará la nostalgia, y en esa resistencia que al principio sentirás creciente, firme, en la que te parecerá que vas llenándote de mundos, tratarás de recrear un calor que no has olvidado, sin darte cuenta primero, lamentando más tarde, ansiando cuando cada vez tengas menos a qué aferrarte, y si bien los primeros tiempos que te esperan serán expansivos y apenas serás consciente de cómo acucia el origen, la extensión de ti mismo se irá reduciendo, limitando, aunque no perderás nunca el sentido de querer o pretender ser un sueño materializado, porque los límites, si bien cada vez te irán cercando más, y si bien ahogan por sí mismos, los vivirás como invisibles, si no fuera por esa invisibilidad, que no es otra cosa que no querer ver, el individuo no seguiría intentando explorar la vida, y cuantas posibilidades tengas de recrear la vida serán un reflejo de la que viviste en el hogar imprescindible, no solo te perseguirá una calidez que no te será fácil recuperar, sino una humedad que te volverá leve, una sombra que te resultará benéfica, un apacible rumor que se ofrecerá como alternativa al ruido descomunal que los vivientes se empeñan en generar, todo eso necesitarás restaurar a tu medida ilusa, será imprescindible que cases lo tangible y lo ficticio y hagas con ello un crisol de realidad llevadera, pues el mundo que los demás seres te han proporcionado cuando llegas a éste no te gustará más que en una parte, y luego en una parte de una parte, y tú a su vez te dividirás, una, varias veces, en tantas ocasiones en que la disconformidad que te apabulla te lo exija por instinto de supervivencia, y esa partición, en la que siempre es un riesgo saber qué parte de ti abandonas y con qué parte te quedas, te generará dudas, no hay paso de la vida en que no dejes de tener dudas, unas veces inadvertidamente, otras con pleno entendimiento, pero una vez hayas elegido u otros te hayan conducido a una imprevista rotura de ti, deberás reaccionar, porque incluso ante una amputación si no siempre los miembros se regeneran como estaban antes, al menos se desarrollan otras capacidades, la engreída posesión de ti mismo te hará creer a veces que no te sobra nada, pero siempre habrá algo de ti que pese y merme tu esfuerzo, y demore los pasos, y no por eso debes pensar que los pasos deben ser de gigante, nadie puede prever cómo van a ser sus pasos, los pasos más lentos y minúsculos pueden hacer una vida interesante, y habrá momentos también en que te dará la impresión de que tienes un noventa y nueve por ciento de sobrante, y te aferrarás al uno por cien restante para restablecerte de nuevo, y esa aritmética dual probablemente sea falsa, pero con márgenes muy estrechos se puede aún sentir el hogar, por muy lejano que te parezca que él y tú estáis uno del otro.
(Fotografía de Duane Michals)
Una sabia percepción personal. Buen día.
ResponderEliminarLas percepciones del origen se interpretan con el tiempo, aun con riesgo de equivocarnos.
EliminarEl origen es siempre un mito al que nadie pretende realmente regresar.
ResponderEliminarSaludos,
J.
La cuestión es cuando ese mito te marca y te reclama a lo largo de toda la existencia. Y la pretensión queda incubada en el mundo de las emociones personales, más inteligentes de lo que se las suele conceder y más decisivas para que un individuo haya sido lo que está siendo. Una brazo, José.
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