"Yo he dado el reino de mi edad a la noche de los cuerpos
para saber si hay una luz detrás de la puerta cerrada".
Pero no la había, Alejandra. Algunos de los que nos precedieron no llegaron a tiempo de comprobarlo. Otros creyeron abrir la puerta que debía depararles la luz y la negrura les engulló. Otros permanecimos con la mano en el pomo, indecisos, y dimos un paso atrás. Pasó el tiempo de permanecer en la estancia que creímos ocupar. Se difuminó el clamor salvaje de la edad. Se nos negó la promesa del reino que apenas distinguimos. Porque todo era ficción. Nuestras ideas, nuestras fuerzas, nuestras alegrías que proclamaban vida en ciernes sobre el erial. El tránsito fue una galopada, es cierto. Y el ritmo de nuestras propias pisadas, que multiplicaban el número real de los advenedizos, nos hizo crecer como fantasmas. Alguna vez pienso incluso si realmente existimos. Ni siquiera quedan imágenes nítidas de la noche de la carne tímida. De todo aquello permanece la dispersión. Eso es lo único real. Una extensión de vacíos. Una navegación perdida de voces. Y una cifra larga de rostros que hoy no reconoceríamos seguramente. ¿A qué nos dimos, a quién nos entregamos, Alejandra? Como un solo cuerpo alzamos una arquitectura invisible. ¿Qué contemplábamos al asomarnos desde sus agujeros en construcción? Fantasías. Pero tú y yo, Alejandra, nos encontramos un tiempo después. Cuando ya no querías estar.
(Fotografía de Evgeniy Shaman)
Tal vez ni siquiera la presunción de una puerta o una luz, un espacio abierto donde todo se difumina constantemente ante cualquier mirada.
ResponderEliminarComo si todo hubiera quedado cerrado para siempre.
EliminarEl continuo menage a trois en la esencia del pensador entre lo supuestamente objetivo, lo supuestamente subjetivo y la aleatoriedad espacio temporal. Drama o comedia histórico?
ResponderEliminarEh voilà! Vivencias. Sin nombres.
EliminarEl reino de los cuerpos no merece cuestionar cuanto has entregado a la luz del tiempo o a esa puerta cerrada.
ResponderEliminarDa mucho juego la frase ... sería delicioso tema ante una taza de te o un brandy.
Un beso querido
Alejandra era muy incisiva, creó su particular mundo alegórico, metafórico. Es un tema, como tantos de cierto peso, para en torno a una mesa de mármol de café.
EliminarUna continua búsqueda para encontrar un lugar en el mundo, un mundo que no la cobijaba y para ello sus palabras haciéndole el hueco en la vida. Un hueco que no fue suficiente y una puerta que abrió.
ResponderEliminarMe apasiona, Alejandra, la fuerza de sus palabras, que sin embargo no consiguieron agarrarla a la vida.
Un abrazo, Fackel.
Hay muchos seres análogos a Alejandra, solo que no lo expresan y menos con la talla y el juego verbal de ella. A mí también me gusta, pero tengo que tener cierta disposición para su lectura. Lo cierto es que hacía tiempo que la tenía medio olvidada, vamos que no cogía sus poemas (también hay publicado un Diario) Ella estuvo agarrada a la vida...mientras duró, como todos, ¿no? Si la intensidad le compensó ya fue mucho. Buenas lecturas.
EliminarEsa frase final encierra todo. Hasta el vacío.
ResponderEliminarPara acceder al significado de esa frase final hay que leer sus escritos, le peeseguía el mismo mantra siempre.
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