Oigo y leo por ahí que en Reino Unido se está empezando a celebrar a lo grande la efeméride de los cuatrocientos años del fallecimiento de William Shakespeare. Que tienen preparados variados actos y difusiones por aquello de que se le considera el autor nacional por excelencia y la ciudadanía y sus representantes saben ser generosos con la memoria y agradecidos con lo que vale. Oigo y leo que se cumplen también los cuatrocientos años del óbito del otro grande, Miguel de Cervantes, pero la pobreza de los actos previstos, la cicatería organizativa, la dudosa visión sobre el valor de la cultura y la falta de interés campan en las administraciones del Reino de España. De reinos va la cosa, más que de autores, y siguiendo a Hamlet, algo huele a podrido en ambos territorios coronados, si bien por diferentes motivos. Pero al menos el tufo es menos si se incide en lo que salva y dignifica. Las obras del dramaturgo por una parte y las del del novelista por otra. Sin entrar en competencias, ¿quién habrá sido más leído dentro del recinto de sus reinos respectivos? No me atrevo a apostar porque seguro que ganaría. Pero si las autoridades patrias que tanto han cacareado siempre y con escasa convicción sobre la lengua castellana no son capaces de estar a la altura de un homenaje y promoción del legado cervantino, apaga y vámonos. En realidad, tampoco se trata de celebrar a Cervantes solamente cuando hay efemérides de por medio, y me daría con un canto en los dientes si se promocionaran de manera estimulante y continuada las obras de nuestros clásicos que, dicho sea de paso, son en muchos casos bastante más modernas, originales, enjundiosas y divertidas que lo que se escribe en estos tiempos.
Siempre nos quedará el valor de los gestos humildes, por cierto. Como la instalación de ese mural en la ventana de un céntrico colegio público de mi ciudad recordando el aniversario del escritor. No sé si los viandantes serán receptivos al mensaje. Yo, en las próximas y nada lejanas elecciones a las que desgraciadamente parece que estamos abocados, votaré al candidato de las novelas ejemplares y de la historia del hidalgo. Lo tengo claro. Me pongo ya a hacer campaña.
Humilde homenaje, pero sentido...
ResponderEliminarUn abrazo
¿A que sí? Y cara a difundirlo hacia la calle.
EliminarYes sir.They both new too well what was all about. Seguramente se desesperarian con la presente sociedad.....o es que ya somos demasiado talludos, como ellos lo fueron en su día?
ResponderEliminarNice picture.
No creo que aquellas sociedades fueran más inocentes, pero acaso ahora estos personajes no existieran, porque lo acomodotacio no sé si suele hilar bien con la literatura que merece la pena.
EliminarBien bonito que está el cartel ¡¡¡
ResponderEliminarHabría que retomar el cartel cartel, trabajado artesanalmente y potenciado por manos creativas, y con mensajes auténticos y no comerciales.
EliminarEl gesto humilde es siempre el patrimonio del estar sereno, del reconocimiento sentido y emotivo sin los destellos de la foto oficial. Así que suscribo el homenaje del silencio, aquel que se hace con un libro entre las manos y a solas. Un feliz día, querido amigo.
ResponderEliminarHabrá que celebrar esa clase de homenajes silenciosos que proyecten el sentido de las obras escritas. Salud y buena semana, José Luis.
EliminarAquí, como casi siempre,clavando puñaladas en el propio pie.
ResponderEliminarMe uno a la campaña, pegaré carteles de madrugada.
Puestos a tomar partido por causas perdidas la opción por los clásicos, por ejemplo, al menos nos reportará satisfacciones y entendimientos. Se admiten lemas y eslóganes varios.
EliminarSería divertido en lo esperpéntico, imaginar a tertulianos varios hacer un homenaje a la inteligencia.
ResponderEliminar¿Esa pléyade de tertulianos que todo lo "sabe"? ¿Los políticos tradicionales que se venden como "seguros" y "experimentados"? ¿Los emergentes politólogos que creen ver en la oscuridad y que parecen estar haciendo el máster de carrera a cuenta de la sociedad? La vanidad y la falta de conciencia de lo efímero en lo que todos se hayan inmersos les impide ver.
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