Nunca entenderé que izar y arriar sean dos términos tan arraigados entre los humanos, dice Walden señalando no sé qué tejidos de colores que ondean por ahí. Cuando el simbolismo hueco y difuso desplaza las virtudes de la convivencia y las sepulta o las ignora, de poco sirve enarbolar insignias y obligar a otros a que se desprovean de las suyas. ¿Crees que el mundo sería más feliz sin tanta bandera?, le pregunto. Y Walden: al menos no sería tan infeliz. Las banderas son el estereotipo de un lenguaje muerto e insepulto. Aunque no son ya tanto el problema ellas como las programaciones de la televisión. ¡Estas sí que son los verdaderos abalorios del pensamiento único!
(Fotografía de Ferdinando Scianna)
Hay un lenguaje sin palabras que no necesita banderas.
ResponderEliminarbesos.
¿El silencio, la discreción, la prudencia, la humildad...tal vez?
Eliminarsiempre podemos cerrar los ojos e imaginar
ResponderEliminarcallar y oír la música del silencio
siempre podemos -en un acto de constricción- quedarnos un ratito en nosotros mismos y como decía Sócrates "Conócete a ti mismo" algo que hemos descuidado
son tiempo de la definición de "su moral y la nuestra", en todo caso he adoptado resguardar mis reservas morales para tiempos mejores aunque éstos no existan durante el tiempo que me deje andar las calles la perra muerte
saludos
Lo que ocurre es que el conocimiento de uno mismo es algo que perseguimos pero solo lo vamos obteniendo en contacto, relación, entendimiento o choque con los demás, con la vorágine de formas de vida, con las exigencias de ésta. Naturalmente, el mejor conocimiento será aquel que nos vuelve cautos, sencillos y calmos, porque hay que ver qué mundo estresante nos toca vivir...
EliminarMe ha gustado lo de las reservas morales, y un consejo: a la perra muerte, dila ¡guau! con tono enérgico.