Mientras tú nos metías miedo, tratábamos de que no nos afectara mucho cuanto nos asustaban otros. Pero ¿no fue una suerte ese intento de convertir el miedo solo en cine? Fuimos unos privilegiados, aunque no todos, en el solar en que vivimos. Las películas no de ficción que han tenido lugar en el mundo durante las últimas décadas no solo asustaron sino que hicieron correr sangre real de millones de humanos. No fueron efectos especiales y, si no, que se lo pregunten por ejemplo a los vietnamitas o camboyanos, por citar un par de casos extremos del más terrible vampirismo de las políticas occidentales y de los caciques locales. Christopher Lee entrañable, ahora que nos das el susto discretamente con tu muerte verdadera: te agradecemos tanto haber pasado miedo de mentira para lo que pasaron otros...Todos aquellos que, acaso sin saber de ti, sufrían el espanto de verdad. Se les imponían monstruos de grandes maquinarias bélicas, desplazamientos masivos y humillaciones sin fin. Al lado de aquello tus películas les habría producido risa.
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La recreación del miedo como diversión está clavado, cual estaca, en nuestra mente y corazón. El de verdad, el que sucede en el exterior de nosotros, a veces es un sucedáneo del que nos atosiga por dentro, mira tú.
ResponderEliminarLocura interior provocada por nuestro miedos devasta más que el horror que nos rodea.El miedo es atávico, lo necesitamos para sobrevivir,de ahí el gran negocio que se fomenta en todas sus formas y maneras.
Sin miedos no existiría ni arte ni ciencia. Es la cruz de la humanidad y con ella hay que vivir y sacarle provecho en su parte benéfica -la pulsión creadora- y controlar al monstruo.
Hay más de una clase de miedo, yo creo. Los hay severos, angustiosos, cuestión de vida o muerte, de dolor, que desde niños y depende de dónde nazcas y crezcas pueden acechar en medida aguda y traumática o ser algo soslayable o simplemente morboso. El miedo que se representa fuera puede estar vinculado al interno. ¿Qué tuvo que ser para un niño sufrir un bombardeo? Pero hay miedos exteriores muy figurados, concebidos desde el principio como juego, aunque toque las fibras emocionales de un individuo y esos son mejor llevados, ¿no? Es probable que sirva para la supervivencia, pues de todo aprende la especie (¿cómo serían los temores de la prehistoria?), aunque yo no sé si hablaría de necesidad o simplemente de accidentalidad. Si nos remitimos al pasado, obviamente es el miedo a no saber reaccionar ante el medio y la naturaleza y a perecer por efectos de ésta lo que ha contribuido junto a la necesidad de alimentarse y de tener cubiertas otras necesidades a prospectar en los medios técnicos, en la indagación, en el conocimiento en definitiva. Y no obstante, ya vemos que los miedos persisten. ¿Los peores? Los que generan los propios comportamientos humanos: la violencia de género o la violencia en general, la capacidad de desatar invasiones y destrucción, las tropelías de las doctrinas aniquilando la conciencia del individuo o al menos doblegándola...Lo curioso es que persiste el medio a la naturaleza (terremotos, por ejemplo) aunque ¿es esta clase de miedo meramente natural o tiene que ver con la injusticia, el subdesarrollo y la miseria que padecen muchas zonas del planeta donde no levantan cabeza? Supongo que se ha avanzado bastante en el control del monstruo, para unos más que para otros. Un abrazo.
EliminarMe gusta la última frase de tu escrito FACKEL.
ResponderEliminarY me gusta lo de la pulsión creadora de AMALTEA
En fin, me gusta todo, incluso el miedo
Salut
Te gusta el miedo de mentirijillas, hermano, como a mí, no mientas, jej.
EliminarQue recuerde el miedo paraliza , si a otros inspirare me alegraría. Sin embargo la curiosidad desencadena acción ...o será solo en mi caso?
ResponderEliminarTodo puede tener lugar en el mismo individuo, Emejota. Puede paralizar y después de un tiempo suscitar reacción, ¿no? Los contrarios se complementan y se motivan...si se sobrevive a ello.
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