Adverbios, adversos. No siempre. Hay armonía unas veces. Hay rechazo otras. Tienen sus territorios. No se puede, por ejemplo, estar aquí y allí al mismo tiempo. Aunque las nuevas tecnologías nos permitan un regateo. Yo, aquí, me comunico contigo, allí. Una práctica cotidiana, real, que no cubre la acción física total pero que aproxima. ¿Aproximar es estar? De alguna manera lo es. Los pasos humanos han ido descubriendo formas nuevas de establecer comunicaciones relativas, pero ¿quién puede aseverar que no son efectivas? Como poco, refuerzan la imaginación, que antes siempre era más primitiva y fantástica. También refuerzan vínculos, donde acaso lo imaginario puede sustraerse o apañarse con otras reglas. Siempre el riesgo de que las figuraciones personales se rebajen para dejarse llevar por el estereotipo de las imágenes que vuelan por las redes de la teconología. Por el contrario, un estar físico tangible, in situ, ¿garantiza que llegamos más los unos a los otros? Yo estoy aquí y tú estás aquí, pero ambos estamos distantes. Adverbios, hacia la palabra. Complementando la sintaxis de la gramática de la vida. Ad, hacia, yo tiendo a...¿a dónde? A precisar dónde estoy o cómo o en qué tiempo. A matizar de qué manera salvamos vacíos o estamos a punto de caer en ellos. Exquisiteces de la evolución de la lengua. ¿Sólo del lenguaje?
(Fotografía de Garry Winogrand)
Claro, preciso, temporal, cercano
ResponderEliminarSiempre sigue sorprendiéndome, gratamente.
Señor
Celebro se sorprenda gratamente y lo manifieste, a cambio gratitud también por mi parte por leer.
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