"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





viernes, 15 de mayo de 2015

Abducción















De niño fui ducho en la abstracción. Mi padre: tú, que estés a lo que tienes que estar. Mi hermana: ¿quieres escuchar y hacer lo que te dicen? Mi maestro: Walden, presta atención, ¿a dónde te has marchado? El cura: aquel despistado que se centre, que el Señor todo lo ve. Solo era espacio comprensivo el juego. Si no te veías situado a gusto en aquellos juegos que reclamaban unos te ibas al grupo de los soñadores. En las historias narradas, e inventadas, con el clan de los imaginativos la abstracción se materializaba. Los sueños personales buscaban un hueco que otros comprendían y las fugas ordinarias eran propuestas con derivas ilimitadas y, en ocasiones, peligrosamente osadas. En realidad lo mío era abducción, aunque entonces el término no se usaba. Me habían programado para desarrollarme en torno a un eje más o menos simétrico y yo lo partía, con consecuencias soñadoras muy entretenidas pero teniendo que asumir a cambio la regañina de los ordenantes. No sabía yo todavía, y algunos de mi edad no se han dado cuenta a estas alturas, que el que riñe es débil, que el iracundo no es más fuerte por encolerizarse, que el que impone no necesariamente tiene razón. Acaso por eso hoy aborrezca tanto ver a la gente reñir entre sí, exigir a otros lo que ellos no cumplen o tomarse la revancha con los inocentes. Aún sigo abduciéndome a mí mismo, por si la calma me sigue reservada allá donde los hombres no están.



(Fotografía de Keith Carter) 



8 comentarios:

  1. Y qué podría decir una abuelilla rodeada por una "concretilla" y un "abstractillo".? Pues que colaboren y aprovechen sus capacidades opuestas para, sin mentir, afrontar los retos de los adultos......
    Y tú como eres, me preguntan: Pues de las dos maneras, al principio como él, después aprendí a tortazo limpio a ser como ella.
    Aunque mucho me temo que se trata de un camino unidireccional. No he visto a nadie realizar el contrario.....será porque durante su tránsito reciben menos chufas o porque su concentración en lo inmediato les invalida para percibir las abstracciones?
    Por cierto siempre fui acusada por las mismas cuestiones, al final, siempre por sorpresa, les sorprendía. Quizá por ello cogí fama de fuerte aunque me sintiera la más frágil de las criaturas. Y mi salud lo confirma.

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    1. Entonces, ¿no hay viaje del humano al centro, como dicen algunas parafilosofías?

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  2. ¡Maravilloso texto que nos cuenta que desde chico andabas en lo más importante: tocando el cielo con las manos y el pensamiento!
    Un abrazo.

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    1. Oh, Walden nunca ha querido poseer los cielos, menos asaltarlos, simplemente es un diletante de la vida. Errático, confuso, insatisfecho. Un abrazo.

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  3. Para quien "la mitad del tiempo se la pasa resistiendo. La otra mitad indignándose", hay el respiradero, la caladura, el rizoma y el árbol.
    Sean, pues, infines abducciones.
    Desde estas batallas terrestres que Megafón alguna vez libró, mi abrazo, siempre.

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    1. Oh, respirar para escapar de lo fétido; calarse hasta la médula con lo fecundizador; raíz donde crecerse; árbol bajo el cual cobijarse. No propones casi nada, ¿sabes? En eso estamos.

      ¿Te refieres a Megafón o la guerra? No la he leído, ¿merece la pena?

      Un abrazo.

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  4. En eso estamos, querido Fackel!

    A ese mismísimo Megafón... Vale la pena! Y si me lo permites, también Adán Buenosayres -el Cuaderno de Tapas Azules es maravilloso-.

    Mas y más abrazos!



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