Alguien ha vuelto a dejar en el zaguán de mi casa un escrito poético. Iba sujeto con un cordel a una pequeña rama de olivo.
...He tú aquí varado en mis entrañas.
En nuestras voces gime la marea creciente.
La espuma se disuelve contra los labios.
A lo largo de esta extensión de piel la sal llaga y escuece.
Un áspid que muerde corre por la sangre tuya y mía.
De pronto, en el fondo de nuestros ojos sólo vemos la noche.
Excesiva metáfora para ser obra traviesa de una de tus adolescentes, Safo. Tampoco me parece una forma de hacer poesía propia de nuestro ámbito. El mismo Eros la encontraría tan acerada como directa. Aunque, quién sabe. Los estilos cambian para permitir que la naturaleza se perpetúe. Confío en que tú sepas hallar pistas, no sé si por tu sobrada capacidad para analizar el texto o a través de las informaciones privilegiadas que te hacen estar al día de los acontecimientos domésticos. En cuanto a mí, no quiero sentirme afectado. Pensar en un desquite me irritaría. Que se tratara de una perversión oculta y melancólica me pondría en guardia.
(Fotografía de Silvia Grav)
(Fotografía de Silvia Grav)
No creo que se trate de pensar
ResponderEliminarSentir en todo caso. Mas ambos verbos podrían resultar equívocos según el talante de quien los emita. La clave quizás se encuentre en el talante de quien los interprete
Acaso con los sentidos nos permitimos pensar más de lo que nos creemos. Naturalmente, los verbos o los sustantivos o en general las palabras pueden resultar equívocas. Depende lo que se busque conseguir con ellas, y ahí ese talante (en algunos casos la catadura) es decisivo.
EliminarQué grato paseo en el tiempo el que completan filosofía y lenguaje poético. Al dogma sabio del filósofo le viene bien la fragilidad de las metáforas. Un abrazo y seguimos. cerca siempre.
ResponderEliminarProbablemente la poesía y el canto antecedieron al pensamiento racional. Los instintos guiaron siempre la expresión primaria del individuo y sus sociedades, fácil que por encima de su capacidad de razonamiento y deducción. Me haces pensar en las metáforas, no siempre tan frágiles.
EliminarGracias, José Luis. Sigamos.
Habría que buscar por tierra, mar y aire a quien deja un poema como ese en el zaguán. Y con un cordel atado en rama de olivo. El colmo del mensaje está en tal acción y modo, lo dijo el tío Mac Luhan y creo que tiene razón.
ResponderEliminarYa ves, debe ser muy antiguo el lenguaje de los signos, que acompañó al de las palabras en su oralidad y en su escritura. El medio, siempre el medio del mensaje.
EliminarMe encanta esta forma de hermanar filosofía y poesía; de por sí tienen el vínculo común del pensamiento , pero has elegido una fórmula atractiva para expresarlo.
ResponderEliminarSi en mi zaguán me dejarán por segunda vez un poema así, me sentiría muy afectada; no sospecharía de "una perversión oculta y melancólica". ¿Por qué había de serlo?
Me gusta leer lo que escribes. Eres ameno e interesante.
Claro, no tendría por qué serlo. El narrador antiguo debe ser un hombre de interpretaciones posibilistas que no acaba de conocer el mundo concreto que le rodea. Tal vez le despista y le intriga la acción. Gracias, Fanny por tus ánimos.
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