Dime. ¿A dónde irán las estatuas cuando no estemos? Tú me contestas: no partirán hacia ningún lugar, pues permanecerán para guardar nuestra ausencia. Ya que no podemos ser mármol de Samos como ellas, seremos ceniza de Lesbos ante Tánatos. Pero hoy el día, una vez más, es un canto a la vida. Recitemos nuestra afortunada compañía en su nombre. Seamos aquí mismo tomadores del fuego de Eros.
Te descubres y me ofreces tu desnudez, mientras rozas mis cabellos albos. En el rincón la imagen de un sonriente kuros se desvanece. Tú susurras: ¿No es una ceremonia acogedora ser uno templo para el otro?
Tampoco yo sé dónde irán las estatuas en la ausencia. Ignoro si guardarán sus dudas y su quietud, o si hay un parque final con rotonda incluida para que dejen en el silencio sus últimas palabras... Un abrazo, amigo.
ResponderEliminarLos mortales desprecian cada vez más las estatuas clásicas (no necesariamente griegas o renacentistas) y eligen erigir estatuas efímeras a través de emisiones de televisión o twitter, con pretensiones de que incluso dirijan e impongan sus vidas desde gobiernos para los que desean votar o ser votados. En qué han quedado las estatuas.
EliminarSalud para la cuesta del año.
"¿No es una ceremonia acogedora ser uno templo para el otro?"....brutal!!!
ResponderEliminarMe ha encantado Fackel.
Saludos!!
Dulce brutalidad al menos, ¿no? Gracias, PulgaC.
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