¿Y cómo le digo yo, Safo, a nuestro acogido que su ingenuidad no tiene límites? No lo haré. ¿Que quiere pensar que somos felices en esta parte del Océano? No seré yo quien le quite esa ilusión. El tiempo que pase en la isla le hará ver si la sonrisa de nuestras estatuas es nuestra imagen ante el espejo o un modo de sublimar nuestros anhelos con el fin de ocultar nuestras carencias. En lo que sí le doy la razón es en el ejemplo que pone de cuando era niño. Yo también dibujaba caras sonrientes en la arcilla con la que el viejo alfarero Kleitos me dejaba jugar. ¿Es la sonrisa un hilo con la niñez? Sería deseable. ¿Representa la bondad, ruda pero dadivosa, de la materia original? Tal vez. Quiero pensar que el hilo con la infancia se mantiene aquí y en las vastas regiones de nuestro pupilo. Que allá escuchen esa voz de otra manera y nuestros artesanos la perpetuen es algo que no me alcanza a distinguir. Más toscas o más delicadas, más sugeridas o mejor pronunciadas, más ambiguas o más expresivas, las sonrisas de nuestras imágenes siempre han estado ahí. Despertando poco a poco con mayor generosidad. ¿Es acaso la sonrisa un hálito benéfico y protector, que los artistas han sabido interpretar? ¿O tiene que ver con la entrega del testigo en la carrera por olvidarnos cada día un poco más de los dioses y por el contrario distinguir mejor a los hombres?
Amiga. Que el extranjero nos conozca. Que se empape de cuanto le aportemos y más tarde pueda llevarlo de vuelta a su mundo. Pero que no se engañe. Que las figuras de dioses, de héroes, de guerreros o de efebos no le oculten las de las gentes ordinarias. Deberías trasmitirle estos pensamientos, amiga. A ti te hará más caso.
(Fotografía de Mona Kuhn)
Las sonrisas siempre han dado más miedo que las caras serias. Esconden más el pensamiento humano.
ResponderEliminarSalut
Ciertamente. Hay sonrisas de nuestro entorno cotidiano que ya las vamos conociendo, pero que al principio nos resultaban siniestras. De las que ofrecen los políticos...mejor no comentar. Para mí la mayoría son de impotencia total, no ya de cinismo.
EliminarSempre diuen que allà són tan feliços, que somriuen tant, però tots volen emigrar.
ResponderEliminarTal vez por necesidad (la perentoria y la del hastío insoportable)
EliminarQué complejo ser el extranjero, habitar otra ladera y percibir la tierra común como un espacio habitable y cordial. Las palabras ayudan, los abrazos convencen más; los himnos y las banderas convierten al extranjero en enemigo.. Cuánto aclara saber que somos los mismos, como en el poema que Fernando Beltrán incluyó en "La semana fantástica". Un abrazo cordial y disculpa tantas palabras.
ResponderEliminarAy de las banderas, de los himnos, de los uniformes y de las proclamas...de todas ellas serán algún día los infiernos. Pero de momento los infiernos suelen venir de la mano de tales insignias para perecimiento de los humanos.
EliminarNunca sobran tus palabras, ni son excesivas, José Luis.