Ayer, al llegar a Mitilene, después de visitar los campos de olivos, pasé por la proximidad de tu casa. A través del paseo de jacintos llegaba hasta mi presencia una tenue melodía a dúo. Deduje que tocabas el bárbitos con alguno de tus alumnos. Me senté en los mojones que delimitan la finca para disfrutar de la complicidad del aire que traía la música. Me dije: cada vez afina más los compases mi amiga. No pude resistir la tentación y avancé discretamente, evitando a los perros, hacia el parterre de donde parecía proceder aquella belleza emitida por tus dedos. Sin embargo, al llegar no había nadie. No supe si había sido mi imaginación o la fuerza del anhelo, enigmática Safo, de embriagarme con el tañido melancólico de tu cítara.
(Pintura de Jules-Élie Delaunay)
Pura Poesía
ResponderEliminar( de sopetón...¡por fin puedo darle vuelta a esas iniciales!...:) Gracias a ti.
Besos
Qué exageración, mujer. Se estima, no obstante, tu opinión. Graciasss.
EliminarSafo la belleza del doble espejo.
ResponderEliminarTe felicito Fackel, un texto delicioso.
Salud
Francesc Cornadó
Un personaje que conocemos poco y mal, como casi todo. Por eso hay que reivindicarlo y, por qué no, fantasear con él.
EliminarUn abrazo mediterráneo.