...entre la legión de mosquitos que se multiplican sin cesar, engreídos por su propia estupidez, avariciosos por seguir hinchándose a costa de sus víctimas, existe una minoría que se ven a sí mismos como elefantes, y muchas veces pienso que acaso esa desproporción de sus desmedidas es lo que va a poder con ellos, y que, lejos de creer que cuanto más engordan más fuertes y eternos son, no en vano puede esperarles sino su propio exterminio, un exterminio causado por ellos mismos, difícil de evitar, solo que no me cabe duda alguna que en su eliminación arrastrarán también a las especies de las que se nutren y a costa de las cuales se mantienen y que, marcados por su presuntuosa infalibilidad, no advertirán que el juego se irá reduciendo en su propia tendencia a medrar sin fin...
(plaga que nunca estuvo tan cerca de tener sus días contados, pero que no lo perciben, atónitos y soberbios por sus éxitos aparentes, pero algo les dice que deben preparar la transmisión de su testigo, incluso estén decididos a cedérselo a algún sector de aquellos de los que han fagocitado de modo secular, porque el objetivo de sus pretensiones es salvar su maldita obra, a costa de las heridas y rasgaduras y pústulas y septicemias que siguen produciendo con sus picaduras en tanto cuerpo)
Estoy de acuerdo con tu reflexión. Y me ha recordado al cuento de Hans Christian, El nuevo traje del emperador. Así como la fe en dios propicia de algún modo su existencia, la creencia en la omnipotencia del sistema facilita su pervivencia. Pero, ya sea por su prepotencia o, como bien indicas, por estúpida torpeza, es posible que algunas de las especies parasitadas estén empezando a vislumbrar la auténtica dimensión del poder de esa minoría parasitaria. ¿Demasiado optimista? Tal vez, pero, sea como sea, estoy con el niño que tuvo la inocente osadía de proclamar la desnudez del emperador. Salud!
ResponderEliminarHe sido optimista...son fuertes para rato esos bichos, pero se enfrentarán entre ellos y nos arrastrarán a todos una vez más al infortunio y la miseria. Y mientras, en este país inexistente, este país de ladrones y delincuentes de altura NO PASA NADA. Un alto dirigente de un país que quiere proclamarse nación ha estado 34 años evadiendo dinero y no pasa nada. El espíritu de Porcioles acecha, no sé si los catalanes lo tendrán claro.
EliminarEl espíritu de Porcioles ha seguido actuando en la clandestinidad.
EliminarNo sé si todos los catalanes están informados respecto a la trayectoria de la burguesía catalana y sus apuestas a caballo ganador.
EliminarSe habrán de atener a las consecuencias que su propia naturaleza genere. Así van las reglas del juego en el reino de la oxidación.
ResponderEliminarEn el reino dexosirribonucleico, más bien.
EliminarClaro que conocemos, bastantes catalanes, los desmanes de esta oligarquía, prima hermana de la española. Necesitamos un estado rupturista. De nada sirve una bandera ...Lo que sirve es crear unas nuevas reglas del juego y una sociedad en que la calidad de vida de todos sea el objetivo a conseguir...
ResponderEliminarLas oligarquías tienen un parentesco único, y hay que empezar a recuperar el lenguaje, porque se había perdido. Ellos apuestan a caballo ganador porque son parte integrante de los ganadores es decir, de los explotadores. Lo que propones es muy acertado, pero tiene que asumirlo toda la ciudadanía. Gracias por tu decisión, Sonia.
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