Oh, Messidor, estabas en un recodo del camino y yo no advertía tu presencia. Rodeada de tus atributos no es tanto cada uno de ellos lo que me permite saber que has llegado sino esa lasitud que contiene con medida tu exuberancia. Como una defensa del abandono al que te entregas no cedes el pudor. Probablemente escuchas los pasos de los seres inferiores que nos acercamos a ti para el culto puntual. Te dejas observar, aprecias nuestra aproximación, casi te rozamos. ¿No hay ya algo de adoración en cada elemento que te flanquea, las espigas, la vegetación, la luz, la herramienta? La ligera caída de tu vestido no traiciona la piel a la que se ciñe. Te basta con imponer a nuestra mirada ese torso benéfico para que nos transmitas mejor que cualquiera de los otros símbolos dónde se encuentra el espacio que propones. Impecable y fecunda eres a la vez autora y gozadora del propio placer. Nada hay de sueño definitivo en tu postura. Nada prometes, nada concedes para una eternidad, nada nos niegas. En nosotros está saber para qué has llegado. En la línea entre dos luces tu carne de nieve sufrirá. Sin inquietarte a la diagonal de tu leve caída, has soltado una flor arrancada al jardín. Yo, imprudente, extiendo los dedos para tomarla. Sin despertar del sueño mueves los tuyos, Messidor.
(Imagen del mes Messidor perteneciente a un Calendario republicano francés)
Hermoso texto y hermosa entrada.
ResponderEliminarDejo esto como anotación al margen:
http://hortushesperidum.blogspot.com.es/2010/10/meses-y-dias-del-calendario-republicano.html
Anotación interesante, parece un blog curioso, gracias, Sofía.
EliminarMe gusta ¡
ResponderEliminar¡Gracias! Salut.
Eliminaruna prosa exquisita
ResponderEliminarsaludos
Messidor sugiere...doscientos y pico años después. Un abrazo. No te pierdas la canción quechua de Edith Ramos.
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