"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





martes, 22 de abril de 2014

Imaginario, 9.



Al tirar el zapato de la niña al pozo caía yo detrás. En lugar de pedir socorro gritaba sin cesar el nombre de la niña. Aquella risa infantil de la superficie se perdía cada vez más. Luego sentí su mano tirar de mí y los dos nos poníamos a jugar con las monedas barrosas que había en el fondo.



6 comentarios:

  1. Permíteme un análisis jocoso:
    Si dices "Al tirar el zapato de la niña al pozo..." el texto adquiere un sentido surrealista perfectamente entendible, a tenor de los tesoros diluidos en las ondulaciones de las aguas del pozo, porque suponemos, además, que en el pozo hay agua.
    Si decimos "Al dirar del zapato de la niña del pozo..." el texto adquiere un sentido realista perfectamente entendible bajo la óptica de una moral redentora que pretende salvar a la niña de pecado de los tesoros diluidos.
    Salud
    Francesc Cornadó

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    1. Es una observación interesante en la que no había caído, pero la meditñao, no lo dudes.

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  2. no sé porqué pero me trajo a la memoria a Asunta
    pues quien tiró el "zapato", cae detrás de él
    .
    que curioso!!?!
    un abrazo

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    1. No caigo en la leyenda...soy todo oídos, Omar. Un abrazo.

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  3. A mí me evoca una cenicienta reinterpretada.
    El fetichista aferrarse al zapato es lo que precisamente hace perder a Cenicienta en ese pozo de los deseos. Donde el barro se descubre que eran ya las propias monedas que se tiraron, más que el supuestamente horroroso fondo.
    Donde sin embargo se puede terminar jugando: la revelación del valor barroso de las propias monedas allí abajo y la reaparición de cenicienta resultan ser la misma situación. Porque restituye el juego inocente, que el fetichismo del cuento clásico llevado a su extremo había escindido o violentado, hasta casi romperlo en la caída en el oscuro pozo de los deseos brillantes, como las monedas falsas de Gide.
    Deliciosa casa de chocolate simbólica siempre, en cualquier caso.

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    1. Vaya, no pensé que este imaginario diera para para tan sabrosas interpretaciones de un cuento-mito. Me hago eco, pero no debo decir más. Salud.

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