"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 26 de abril de 2014

Imaginario, 13.



Me veo bajando en la minúscula bicicleta por el camino de la fuente vieja. Los girasoles que hay a un lado y otro están en su punto pero nadie llega para recoger la cosecha. Los girasoles siguen creciendo y se entrelazan robándome el cielo. Me pongo a pedalear muy deprisa para salir del túnel, hasta que la bici hace un quiebro y pierdo la conciencia.



10 comentarios:

  1. Una imagen que evoca experiencias similares. Recuerdo todavía la inquietud que desazonaba mi ánimo cuando debía atravesar un denso pinar para ir a la huerta de mi padre. El yo siempre mira alrededor con la retina dañada por la sombra. Feliz sábado, querido amigo.

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    1. Y cuesta saber qué hay de memoria o de sueño en los episodios recurrentes, José Luis. Y en el cálculo de posibilidades que se nos abre al tratar de ir más allá en esas imágenes. Un abrazo.

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    1. Y reflexiones o ensoñaciones análogas, supongo. Salut siempre.

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  3. No nos gusta que nos tapen el cielo.

    Interesante.

    Saludos.

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    1. Es como si se nos borrara el punto de referencia físico, ¿no? Gracias, un abrazo.

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  4. La narración que simula sueño parece que incita a reflexión analítica y se enreda en simbolismos y connotaciones, busca el mensaje de los dioses o los arcanos más secretos de alguna psique colectiva. Pero, imagino, cabe también la lectura simple de un tipo en una bicicleta extremadamente pequeña bajando por una túnel de girasoles. La inconsciencia final es efecto de la caída, por torpeza, del velocípedo. O el despiste del ciclista fascinado por ese crecimiento rápido de las plantas. Uno se pregunta si el protagonista huía de algo y, en efecto cómico, solo se le ocurrió robar la minibicicleta de algún niño chico.

    Salud y onirismo

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    1. Los recuerdos, los devaneos, los sueños ¿son campos de simbolismo? probablemente, y de ahí que nos proyectemos en los símbolos, aunque no sé nunca si para retener o para ampliar las experiencias, para hacerlas vívidas o aún ser objeto de deseo, de lo perdido o de lo que no se alcanza...

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  5. El punto está en que nadie recoge esa cosecha en su punto a ambos lados. Muy significativo: girasoles que miran siempre hacia el mismo sol, hasta que se entrelazan y tapan el cielo. Y la bici el elemento infantil típico de la travesura en huida, que en este caso encuentra su castigo en su propia angustia ante la situación a la que ha llegado, que le lleva al derrape y caída. E inmersión en la inconsciencia -algo paradójicamente autorreflexivo si se trataba a su vez de un sueño, mola mucho. En todo caso, el psicoanallista Thomas Szasz en su "el mito de la enfermedad mental" decía algo muy interesante de los sueños, achacable al propio arte: puesto que somos seres sociales, los sueños que recordamos suelen ser una comunicación indirecta, en la cual el sujeto envía mensajes a su alrededor, para empezar a sí mismo, sin la responsabilidad de la conciencia. Se trata siempre de una comunicación cuya transfiguradora sustancia simbólica permite decir y a la vez eclipsar parcialmente al sujeto que dice.
    Fuera literalmente onírico o no, siempre inquietantes y perturbadoras, valientes y estimulantes. Claramente artísticas.

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    1. ¿Los sueños como independencia de lo consciente? La cuestión se agrava si se instalan sobre la conciencia, entonces...pero de alguna manera tenemos que hacerlo para sobrevivir a la barbarie de los acontecimientos de nuestras vidas con los que no puede nuestra conciencia, al menos no fácilmente.

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