Hay una cama espaciosa y alta. No hay sábanas ni edredón. Alguien duerme junto a mí. Esta persona se levanta de vez en cuando y se mueve por el cuarto. Luego sale y al volver no es el mismo individuo que estaba antes. Quien sea se acuesta también en el hueco vacío sin hacer ruido. Al cabo de un tiempo se levanta y va hacia el fondo. Se agacha, se acurruca en un rincón, susurra, permanece escondido en el ángulo oscuro. Vuelve pero no es la misma persona, es otra que llega con intención de echarse en la cama sin preguntar. Quien sea está desnuda, el cabello le cubre la espalda y se sienta inclinada al borde de la cama. Apoya sus manos en las rodillas y mueve la cabeza arriba y abajo. Yo me incorporo al escuchar el roce seco de unos chasquidos que no identifico. La mujer que está sentada en la cama juguetea con unas canicas y las hace golpear, las pasa entre los dedos. El ritmo se hace más rápido y me desagrada. Ella se acuesta y deja caer las canicas, que ya no son una ni dos ni tres, son muchas más, y están formadas de materiales diferentes. Cada canica suena con un sonido distinto en aquel goteo que no se detiene. La mujer primero no dice nada. Se queda mirando el cielo raso de la habitación. Yo me quedo contemplando el cielo raso del cuarto. Extiendo la mano hacia el techo. Extiende el brazo paralelo al mío. Habla: ¿conoces la voz del yin yang? Le digo que no. Con su mano en alto dibuja de nuevo un juego malabar con unas canicas más grandes que ha vuelto a sacar. Las canicas entrechocan entre sus dedos frágiles y producen un sonido metálico que se extiende. Su voz es también débil pero entera. No tiene demasiada fuerza pero no quiebra. ¿Nunca habías escuchado esta voz?, dice. Qué voz, cuál de las dos voces, digo. Ésta, dice. Percibo un calor próximo, me muevo hacia la voz, pero al darme media vuelta el calor, espeso, no tiene rostro. Estoy allí solo. En una cama amplia, fría. Se resiste a apagarse el eco.
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Has explicat molt bé la sensació de desempar. La fredor de la tendresa que fuig quan et penses que s'acosta. La soledat que intenta en va aconseguir el somni real...
ResponderEliminarVivimos en el borde de los territorios probablemente. ´Tal vez espantamos la ternura antes de que se consolide. Esas indecisiones que nos matan.
EliminarComo me molan las respuestas que das -dicho sea con toda la ternura sin consolidar- imprescindibles además para releer el texto. En cuanto a los sueños, muy poderosos e intensos simbólicamente. Canicas, dos voces, una de ellas escuchada con agradable sorpresa por vez primera. Viaje de autodescubrimiento. Facetas nuevas. Pero terminaré aquí porque empiezo a sonarme a horóscopo...
ResponderEliminarUn saludazo
Bueno, cada sueño tiene algo de horóscopo, no sé si a posteriori más bien. Quiero quedarme con lo lúdico y desinfectante de lo onírico.
EliminarSaluZ