Costumbre prácticamente desaparecida pero que recuerdo con nostalgia: los calendarios de pared. Aquella lámina de tema paisajístico o de epopeya patria que regalaban a nuestra madres los tenderos. Y a la que se grapaba un fascículo punteado de los meses. Imprescindible y entrañable. Te resistías a inaugurarlo a principio de año y al acabar lo veías gastado, ennegrecido por los humos y los vahos de la lumbre. Con ganas de quitarlo. ¿O lo que todos queríamos es que se acabara el año y llegara uno mejor? Porque era un objeto de control de los días, pero también un símbolo de la superación o del enmohecimiento de los moradores de la casa. Según. Entonces tenía sentido aquello de Feliz año nuevo, probablemente porque más allá de la España casposa y atrasada que hundía a sus súbditos en la resignación y el apocamiento muchos españoles querían ir a mejor.
Luego vinieron años de calendarios más lujosos, algunos verdaderas joyas creativas, verdaderas exhibiciones de huecograbado de calidad. Todo el mundo te obsequiaba con calendarios de tamaño enorme, donde la fotografía desbordaba a las fechas. Cajas de ahorro (qué tiempos, eh, cuando existíais), editoriales, comercios, asociaciones. Sin un calendario era como si la entidad o el negocio no existiera. Creo que guardo algunos ejemplares de esta última etapa. De la antigua, guardar no era fácil que se guardara, porque los meses se consumían (sic) y nos devoraban (no tanto como ahora) En cierta ocasión encontré dos calendarios sencillos de pared de mediados de siglo XX, de dos años sucesivos, completamente enteros, en un mercadillo de los domingos. Me los llevé por dos pesetas, sin decirle al chamarilero que uno de los calendarios era el del año en que nací. Guardado está y solo lo saco para consultar en qué día de la semana caía mi nacimiento. Manías.
Por citar un par de casos de calendarios. Tengo en gran estima unos calendarios de buen tamaño de Alianza Editorial, donde las láminas eran imágenes que Daniel Gil había diseñando para la fabulosa colección de libros de bolsillo. Lo último en modas de calendarios ha sido lo de bomberos desnudos (casi), madres contra el cáncer de mama desnudas (casi), madres de alumnos de no sé qué colegios desnudas (casi), etcétera. Han abundado. No ha habido ciudad o pueblo español en los últimos años que trabajadores de un servicio público, deportistas de tal o cual especialidad o mujeres de equis ente no hayan posado cuasi desnudos, pero jamás cayó uno en mis manos; ni lo busqué.
Había perdido ya la esperanza de que me llegaran nuevos calendarios. Pero por distinto motivo, me he encontrado con tres este año. Todos los tengo desplegados sobre la mesa, ninguno claveteado en la pared. Uno me lo trajeron de Irlanda, con motivo de escritores irlandeses: los conocidos de todos y los menos conocidos. El respetuosos calendario que al paginar sus hojas te dices: hay que ver qué pequeña Irlanda y qué estupendo plantel de escritores pata negra tiene. Otro lo hace un conocido con tema análogo todos los años, de carácter vindicativo (defensa ambiental, pro educación pública, anti represión, laicismo, resistencia obrera...) y lo dibuja todo, imágenes y números. Loable, entrañable después de tantos años.
El último lo encontré hace unos días en una librería. Tema: rituales funerarios vacceos. Los vacceos son un grupo humano celta que habitó zonas del valle medio del Duero (por donde ahora andan Valladolid, Palencia, Zamora, parte de León, Salamanca, Burgos e incluso extensiones de Segovia y Ávila) cuya economía se basaba en la agricultura cereal fundamentalmente. El calendario de os rituales funerarios se centra en la investigación desarrollada hasta ahora en una vasta ciudad llamada Pintia, poblada entre los siglos IV antes de nuestra era y II de nuestra era) Las láminas, trabajo detallista y soberbio de Luis Pascual Repiso, reflejan tres modalidades de deshacerse de los cadáveres: entregándolos a las llamas y recogiendo el resto de los huesos o cenizas en urnas que se enterraban; inhumaciones en el suelo del hogar de aquellos niños que morían en los primeros diez meses de vida (la tasa de mortalidad era altísima) y exposición a cielo abierto a las aves carroñeras, lo cual conllevaba un ritual y una técnica de hendir los cadáveres para que su corrupción atrajese a los buitres (ritual reservado a los guerreros caídos en combate) Como dicen quienes han realizado el calendario (el Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg, Asociación Cultural Pintia y Universidad de Valladolid):
"Los rituales funerarios pautan comportamientos, al tiempo que responden a una necesidad perentoria y práctica: evitar a los vivos el nunca agradable proceso de corrupción del cadáver. Momificar, enterrar, quemar, exponer a los carroñeros...ha tenido siempre como objeto último evitar la podredumbre; de ahí que el sarcófago, literalmente
Tranquilos. Las imágenes son reconstrucciones imaginarias pero fundamentadas de unos rituales efectuados por humanos que nos precedieron. Si alguien se siente herido en su sensibilidad más le valiera observar las imágenes que la televisión nos sirve (aunque cada vez menos, que no hay que dañar el sistema de vida occidental con desgracias, como si no existieran, oigan) cada día. Encontrar este calendario, además de aportar algo al imprescindible y meritorio trabajo de investigación y divulgación, me ha parecido un hallazgo original y de una dimensión cultural importante. Que cunda el ejemplo, que se decía antes.
Cuanto más inmortales nos creamos, más amasaremos, más destruiremos, nos maltrataremos....
ResponderEliminarun abrazo brother estepario.
Pues me parece un calendario muy original e ilustrativo, cultural y gráficamente muy interesante.
ResponderEliminarMe agrada esa afición tuya en desmenuzar lo que para otros son menudencias.
Lo que no entiendo es como aun hay gente que cuelga calendarios en las casas, porque con los medios informativos y Internet siempre estamos al día del día que es y de que santo celebramos.
Pero también es cierto que muchos colaboran altruistamente por ayudar a cumplir cualquier objetivo humanitario.
un abrazo amigo
Qué original!
ResponderEliminarOlvidaste los calendarios de bodegones, algunos mucho más desagradables que éste, con su troxo de chuletón ensangrentado y sus codornices y liebres medio degolladas. Estos eran los que regalaban las carnicerías de los mercados :)
Precisamente el martes vi uno muy original: los alumnos de Historia del Arte de la Universidad de las Islas Baleares habían recreado grandes obras de la la historia del arte, posando ellos mismos: libertad guiando al pueblo, el nacimiento de Venus, etc...me pareció muy interesante.
Yo hace años que me fabrico mis propios calendarios a partir de las fotos que voy tomando durante el año. Me parece una manera estupenda de ir recordando...
Entrada muy interesante! Besazo!
Calendarios que nos recuerdan que los días pasan sobre un muladar, aves de rapiña sobre la carroña de la vida.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Tula. Los individuos vacceos tenían más clara su mortalidad que lo que tenemos nosotros. No me cabe duda de que serían más modestos, más realistas y más luchadores. Vivir en aquellas circunstancias de adversidades climáticas cada día ya era una heroicidad.
ResponderEliminarUn abrazo, estepario bis (me ha gustado lo de estepario)
Gene. en cuanto lo vi (además es de tamaño considerable) me pareció diferente a lo habitual. No venía a exaltar o desfigurar nada. Sí es un calendario pedagógico para reivindicar la memoria de unos pueblos antiguos y promover nuestra reflexión y conocimiento.
ResponderEliminarUn abrazo.
Francesca, claro que olvidé los bodegones, y muchos otros temas, pero como lo recuerdas pues ya sirve. Ahora que dices lo del chuletón ensangretado: ¿acaso no resultaba más virulento y más caníbal que este de los vacceos? Bueno, hoy la idea del calendario no es tanto promocionar negocios como recaudar fondos para causas más o menos altruistas o de asociación. Bien está si hay imaginación. Y lo de la personalización, como la que tú trabajas, ¿qué decir? La tecnología actual lo propicia. Los blogs mismos son una personalización (con plantilla dada, claro) de nuestras iniciativas. Un abrazo.
ResponderEliminarFrancesc, has aprovechado la lectura visual, muy bien. Digamos que despilfarramos nuestros días y van al muladar anónimo o, como dirían otros, de la historia. Salud, sí.
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