jueves, 27 de octubre de 2011
ofertorio
correosa te revuelves, alada te escurres, vestal fugada de la crisálida del laberinto, salvas el cansancio de mis días para clavarme al destino, sabes que estoy ahí, te deslizas de puntillas sobre las brasas de mi cuerpo, tanteas cada ángulo, afilas cada perfil, olfateas cada cavidad, aspiras mi aliento, a cambio dejas el tuyo flotante entre mis sabores, te desparramas, te encoges, salpicas con la nieve de tu piel mi superficie desvalida, me ciegas, caes y me ciegas, no sé escapar, no sé pisar ninguna arena que no sea la tuya, no hay lluvia que me cubra desde que no me inundas, apuras en tu boca la fertilidad de mi oasis, dejas caer tenuemente los cristales de tus ojos traslúcidos, me pides que repte para ti, una vez más, me deslizo trazando tu contorno, engullendo cada gemido, sujetando tu textura de alma, te elevas, haces emerger el cráter para mi instinto de saurio, deslumbrándome con la luz que desprendes, enmudezco ante el oleaje de tu mirada de océano, caigo y extravío mi voz, caigo y extiendo sobre ti todo el vegetal del hombre salvaje, en el que están escritas las palabras aún no pronunciadas, las caricias demoradas, las miradas intuidas
(el hombre se levanta grave y herido por la pesadilla; se aprecia legañoso y ronco; las pesadillas desarman una parte de su resistencia; también le alimentan; la claridad cabe esperarla de la oscuridad, se dice; al mirarse en el espejo comprueba que sus escamas brillan más que otros días, los ojos saltones se repliegan y saborea con la lengua bífida la humedad pegada a su barba)
(Imagen de Michal Macku)
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Me ha gustado mucho el texto. Es tremenda la condición de homínido ¿verdad?. Cuando dicha condición me pesa demasiado automáticamente me convierto en animal salvaje y corro y vuelo y muero sin saber que muero porque el homínido ha tiempo que deseo abandonarme.Beso.
ResponderEliminarNo solo hieren las pesadillas, los sueños también,especialmente cuando no se cumplen.
ResponderEliminarUn texto sobrecogedor, genial con la foto.
También lo que nunca fue, a su manera es. A pesar de los monstruos y de los espejos.
ResponderEliminarDelicioso texto para enclavar las duras palabras.
ResponderEliminarUn saludo
Emejota, la condición del homínido es dual. Es animal por una parte, es animal sui generis por otra. Extraña domesticación la de esta especie nuestra cuyo salvajismo está latente y muestra ramalazos con frecuencia.
ResponderEliminarRat, a veces tardan en cumplirse, pero cuando se cree en ellos, se espera de ellos se logran.
ResponderEliminarSí, la foto es muy particular, un montaje genial. Gracias.
Ramón, a los monstruos se les hace trizas y a los espejos se les parte o simplemente se les ignora. Los objetivos que merecen obtenerse no deben rendirnos.
ResponderEliminarSalud.
Te agradezco el estímulo de tus palabras, Camino. Vienen bien.
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