…me he puesto a liar un picado. A veces parece serrín, pero con algo hay que matar el tiempo. Los señoritos, cuando vienen por aquí fuman en boquilla. Una vez le regalaron a padre una de las que gastaban. Pero padre no la ha utilizado. La tiene en un cajón por si algún día se lo recuerdan, pero él dice que de los señoritos no quiere ni la mirada. Menos que nada la mirada, repite padre, porque malo es que te claven el ojo. Nunca sabes si te van a pedir algo o te van a matar. Quien no conozca a padre creerá que exagera, pero sabe muy bien lo que dice. Y no le faltan razones. Son muchos años de aguantar sus exigencias, de dar mucho y recibir poco. Verdad es que hay algunos que son más generosos y procuran más por nosotros. Pero los peores son esos que viven en la capital. Cuando aparecen por aquí es para enseñar sus tierras a los amigos. Les llevan por las lomas a que vean los olivares y luego van a las almazaras para que esa gente bien de la capital se pasme viendo prensar la aceituna. También vienen a cazar, y eso nos gusta más porque siempre les sobran piezas y nos dejan algunas para la despensa. Pero nada es gratis. Y todavía nos sienta peor que nos lo den como limosna. Padre lo recoge a regañadientes porque no puede enemistarse, pero blasfema a sus espaldas. Padre dice también que esos señoritos andan bastante sublevados por lo de la reforma del campo que ha puesto en marcha el gobierno. Yo no sé qué es eso, pero cuando padre habla de ello es otro. Se le ve contento y a veces, cuando bebe un poco más, dice que se les va a acabar a los ricos su tiempo. Ni padre ni madre saben leer y escribir, pero desde que han hecho una escuela en la cabeza de partido de la comarca me hacen ir a ella. Que tiempo tendré para joderme la espalda, dicen. Mi hermano mayor ha aprendido las letras en el servicio militar. Le destinaron a no sé qué ciudad, más lejos que Madrid, y cuenta que hace mucho frío. A veces garrapatea él unas letras, pero siempre hay algún compañero que escribe por él. Cuenta que allí la gente es distinta, más seria y callada, pero que le tratan bien. Que suele comer embutidos que hacen en los pueblos y que no pasa necesidad. En la última carta dice que hay movimientos en los cuarteles, que no sabe qué pasa. Que siempre andan de maniobras. Padre se queda pensativo y se pone de un humor de perros cuando escucha. Suelta un cagüendiós y luego calla. No hay quien le hable durante mucho rato…
Vendrá la traición, la gran traición cuyo 75 aniversario celebraremos estos días. Padre es sabio...pero ahora estamos aletargados, aunque hay movimientos que presagian una primavera en la que hemos de despertar e inventar una nueva vida. Un afectuoso saludo.
ResponderEliminarMateo. Fue una traición y un exterminio. Pagamos aún las consecuencias.
ResponderEliminarQuiero creer en tus palabras de esperanza. Salud y fuerza.
Si, bien cierto, muy necesario que la fuerza acompañe. Me ha gustado mucho esta entrada, será porque hacen removerse a alguna de mis raíces.
ResponderEliminarSerá un perogrullo, pero acabo de caer en la cuenta que la fuerza siempre acompaña a los fuertes mentales, ellos la traducen en energías de distintos calibres, según convenga en cada momento. Beso.
Me alegro que te haya gustado, Emejota. Aquello tocó todos los territorios del territorio y nadie quedó a salvo, de una manera u otra, de la barbarie.
ResponderEliminarNaturalmente, EJ, cuando deseo fuerza no propugno ni músculos ni armas ni totalitarismos. Sino de coherencia interior. Lo demás no vendrá por añadidura, pero estaresmos todos más predispuestos a encontrarnos unos a otros.
Un beso.
¿Algún día seremos capaz de cerrar esta herida, o estamos condenados a ser siempre un pueblo cainita por habernos saltado una etapa en nuestra evolución social en su momento?
ResponderEliminarSiempre las puñeteras dos Españas, una encima de la otra sin que considere que ha llegado el momento de bajarse al suelo. ¡La tragedia de un país maldito por los dioses!
Carlos, no sé responderte. Desde luego, estoy seguro que yo no lo conoceré. ¿Te das cuenta que de alguna manera nos siguen perturbando las viejas inquietudes de la Generación el 98? No sólo es un problema de energúmenos y caínes. Es una cuestión de dejación de pensamiento, falta de esfuerzo mental, escasa voluntad constructiva y dudosa tolerancia con el que piensa de otra manera. Así no hay manera de que los españoles s eencuentren en un proyecto común, y menos si la política está ausente, es subsidiaria de los poderes reales y de facto, con larga mano...
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