fue con un balbuceo como empezaron todas las preguntas, las primeras se desplegaron entre dos senos turgentes y feraces, a veces piensa que más allá sólo ha habido repetición de las preguntas, ensayo de preguntas diferentes pero siempre reiteración, porque las fundamentales estaban allí, entre aquellos senos y el regazo, donde tenía cubiertas las dos grandes cuestiones sin las cuales la condición de la vida no era posible, aquellas necesidades tales como alimento y descanso, pero que en realidad eran tres, y en la tercera cualidad obtenida, la del acogimiento, adjetivado como cálido y vigilante, se cerraban los vértices con la diosa, y el triángulo posibilitaba el lenguaje, un lenguaje de señales que era previo a cualquier ilación verbal, y una vez más era una trinidad de personas en el mismo ser, como en la leyenda hindú, donde la satisfacción biológica se afirmaba en la representación mítica, y en el espacio único del individuo se iban a ir consolidando tres manifestaciones que encarnarían lo sacro, es decir, la entidad de la vida, y esa misma epifanía que él vivió la viven todos los individuos, con mayor o menor suerte, y así la primera experiencia era a su vez el aprendizaje esencial, luego vendrían otras ejercitaciones, o tal vez consistía solamente en un desarrollo del inicial, del fundamental, por eso piensa que las preguntas no formuladas fueron lo primero y las preguntas apenas eran balbuceos, no fue primero la palabra como pretenden los mitos cristiano y semítico, sino que el balbuceo iba a permitir que algún día pudieran obtenerse respuestas y pudieran seguir haciéndose preguntas, y se dirá que lo importante es obtener respuestas, pero él cree que aun siendo objeto de perseguimiento las respuestas son imprecisas, que a veces se aproximan, sí, pero frecuentemente no dan en el clavo, y lo peor es cuando el ansia por obtenerlas lleva a los hombres a conformarse con respuestas aparentes, la apariencia lo llena todo, también lo desfigura, lo cual es peor, y se eligen respuestas para salir del paso, para ratificar una inmovilidad, porque pretender respuestas, es decir, preguntar con todas las consecuencias, exige moverse, cambiar, desplazar pensamiento y acción, adecuarse a un nuevo suelo bajo los pies, y las respuestas son necesarias, no lo duda, pero son escasas, las importantes y las clarificadoras son siempre pocas, aunque tengan tal entidad que justifiquen el hecho de haber pasado toda la vida preguntándose, pero no se podría pretender tener respuestas si no se ejercitara y se planteara la pregunta, es irrenunciable preguntar, es mirar fuera de uno y mirar dentro de uno, y valorar el esfuerzo, y saber dónde se está y de qué posibilidades se dispone, y si bien preguntas y repuestas son complementarias, no son siempre secuenciales, ni ajustadas, y la relación de causa a efecto no funciona siempre, por eso es importante no desistir de hacer la pregunta, la precisa e insignificante, la que consolide la siguiente, y es necesario no perder de vista a la diosa, no olvidar aquella tríada iniciática que formó un crisol para cada uno de los individuos, él no olvida, y tal vez por eso teme más que nunca que la colectividad, o, simplemente, otros muchos individuos, no recuerden dónde hunde sus raíces la diosa que cada uno lleva dentro de sí
(Montaje de Bill Viola)
Al leerte me dejo arrastrar por el vértigo y se me mueren las preguntas. Casi parece escritura automática. ¿Semi-automática?
ResponderEliminar¿En qué trance de duermevela escribes estos textos, Fackel?
¿Te animarías a contarnos el ritual, las abluciones que preparan tu especulación escrituraria?
Leo en tu texto una palabra que jamás he utilizado: feraz. Me la lluevo colgada en el collar de calaveras.
Un abrazo,
compadre
:)
Me parece muy bueno, y no escritura semi-automática como a mi admirado Stalker. O en todo caso, cuidada y corregida prosa, muy recortada, como setos de jardines borgianos.
ResponderEliminarLo importante no son ni las preguntas ni las respuestas. Lo importante es el acto. Lo importante es preguntar.
Vuelvo al mundo del blog, aunque actualice por goteo y sin mucho fuste.
ResponderEliminarEs bueno eso de regresar y ver que hay cosas que no cambian: Con una lectura rápida ya me has enganchado a estas geometrías invariables. Gracias por compartirlas.
Saludos.
Nada más que instinto, y si quieres algo de desenfreno, Stalker.
ResponderEliminar¿Trance? Hermosa palabra. Trances relativos. Y la Vida como trance. Efímero. No coment.
Hay muchas más palabras bellas de las que nos imaginamos en el vocabulario español. Algunas en desuso, otras poco utilizadas. La tendencia es a cada vez practicar menos el lenguaje variado, y puesto que el mensaje se torna reducido también el vocabulario, y eso me apena.
Importante trabajar sobre las palabras, deshacerlas, desproveernos de las monótonas y repetidas, indagar en su variedad, hay un jardín extenso y aromático que nos espera todavía.
Abrazo, hermano.
Ramón. Es una manera de escribir extraña y pesada para los otros, no lo dudo, pero a mi me estimula, es como un combate con las palabras y de éstas con mis pensamientos, y llega un momento en que no sé qué se genera primero, pero luego llega otro en que se produce un entendimiento a varia banda, y es como permanecer entre el tejido según se va hilando, aunque dese fuera no se advierta con claridad, lo siento.
ResponderEliminarDas en la clave. El acto de preguntar es lo esencial. Dar por hecho los acontecimientos, las ideas, las éticas y las lógicas o el poder es de imbéciles. Hay que estar siempre recuestionando. Nada es, sino por un instante. Luego, renovemos siempre la interpretación del instante. Preguntémonos.
Otro abrazo.
Inner, bienvenida nuevamente, pues. Lo del fuste es muy personal, y si algo bueno hay en esto de los blogs, hoy por hoy, es la elección libre y abierta y, desde luego, que evite el cansancio y lo forzado.
ResponderEliminarGracias a ti por seguir mis ejercicios.