1. Siempre tengo al alcance de la vista alguna piedra. Digo de la vista, que no necesariamente de las manos. De cualquier modo, aunque estén a mi alcance táctil las piedras son un elemento parabélico arrinconado. No digo que sea meramente un medio agresivo o defensivo, porque la utilización de unas piedras viene definida por la intención. Digo que se trata de algo más mecánico. Las piedras como herramienta.
2. ¿Herramienta? Por ejemplo, estas piedras me recuerdan los chopping tool. No lo son obviamente, pero me creo a mi mismo la ilusión de lo que lo son. Los choping tools son cantos rodados tallados a dos caras y se usaban como herramienta en el paleolítico inferior. Tal vez las herramientas más antiguas de la humanidad. Simples piedras pero ya trabajadas, toscamente cortadas a lascas, por manos de neandertalenses, antecesors, sapiens y otros homos. Con intención, voluntad y por lo tanto, técnica. Se trata categóricamente, pues, de un útil.
3. ¿Herramienta? Obviamente, un útil no es sólo un objeto de transformación que hoy diríamos productiva. Puede ser un útil de agresión. Piedras -el sílex ya fue un material maleable capaz de alcanzar grandes logros- extremadamente talladas, puntiagudas, produciendo hachas bifaces espléndidos que permitían cazar. Y enfrentarse con otras tribus de la especie con las que se disputaba. No ceo en Arcadias felices ni en comunismos primitivos. Las formas de vida eran en función de la supervivencia. El instinto exigía ir hacia delante para preservarse y progresar. Agresión y defensa eran dos caras de la misma moneda. La biología cultural que se fue afirmando reclamaba consolidar el avance con ofensiva y consolidación de lo logrado.
4. ¿Herramientas? Ha habido más tiempo en la historia humana con una cultura de la piedra que con una cultura de otros útiles. Incluso, tras el alcance y aseguramiento del bronce o del hierro, las piedras siguieron teniendo un uso muy definido. Piedras arrojadas con la mano, piedras con hondas, piedras con catapultas. (Aquí estoy tentado a colocar la imagen de las riñas de chicos a pedrada limpia, hace escasamente unas décadas. La coloco)
5. ¿Herramienta? Defensiva. Pedruscos más grandes, primero acumulados tal cual se encontraban. Posteriormente cuadrangulados y acoplados. Para levantar cercas, muretes o murallas. La necesidad de la piedra como defensa.
6. ¿Herramienta? ¿Sería la primera escultura una adaptación de la forma de una piedra? No todas las Venus paleolíticas son tan perfectas como las de Brassempouy o Willendorf. Incluso éstas probablemente se generaran en una roca que tenía ciertas formas, pero la mano de un individuo que tenía una dirección diferente consiguió adaptarlas a otra intención. Adoro este tipo de Venus. Los primeros signos de fertilidad, las primeras diosas, las primeras vírgenes, las primeras protectoras. Un hilo que se fue prolongando hasta nuestros días. (Recuerdo una exposición de hace años en Barcelona, donde se establecía a través de representaciones reales un hilo conductor, un vínculo evolutivo entre todas las imágenes de mujer. Las vírgenes del cristianismo -siempre tan sincrético- serían una continuidad de todas las diosas ancestrales, aunque el elemento de poder del hombre en el interior de la Iglesia lo descafeinara y colocara como subsidiario, relegado a segundas posiciones. No faltaba más) El símbolo como herramienta, sí.
7. ¿Herramienta? De injusticia. Es decir, de ejecución, de alevosía, de desprecio, de intolerancia. La condena a la mujer iraní Sakineh Mohammadi Ashtiani a lapidarla actualiza el útil. ¿Nos habíamos olvidado los olvidadizos occidentales de que permanece la lapidación en muchos países? Se ve que muchos se siguen considerando a sí mismos que no sólo están libres de pecado, parafraseando un lenguaje parabólico (lo simbólico de nuevo), sino que se hallan cargados de poder y violencia. Aunque los tribunales islámicos vayan a cambiar el modo de ejecución, por aquello de la mala imagen, no nos consuela de la intención de fondo precisamente.
Hoy me he salido de la poesía frágil y quebradiza. Mis reflexiones ante estas piedras cogidas hace tiempo en un páramo extensísimo, frío y desarbolado me lo exigían. ¿Os doy más pistas? Las cogí junto a un rudimentario y bienintencionado monumento a los republicanos ejecutados arbitrariamente en 1936 en los Montes Torozos. Los torsos y los cráneos de los hombres y mujeres que van apareciendo en la Castilla profunda no llevan esquirlas de sílex ni de cantos rodados. Sino de acero.
Conclusión inconclusa. Me quedo contemplando estos dos ejemplares de caliza. ¿Cuánto debe el hombre a la piedra? Heme aquí pasando la vista y los dedos por una superficie que parece áspera y que acaba siendo cálida. Sin otras tentaciones que meditar y además reconocer la materia pura de la piedra. Que la tiene. Sólo los hombres modificaron su destino.
¿Cuánto debe el hombre a la piedra? .
ResponderEliminarTODO, dificilmente te sacabas de encima un dientes de sable sino le dabas un buen cantazo y parece ser que los felinos predaban a gusto en nuestros tatatatatarabuelos.
Las guerras de creencias son más terribles que las del territorio o caza, no tienen disculpa, son cobardes...
y desde luego matar a un ser humano a pedradas por sus creencias es horrible e inútil, de vomito, nos reduce a tarados psíquicos....
y si las posibilidades de una piedra son infinitas, mejor para desarrollar la conciencia que para matarnos usándola como herramienta útil.
La Luna ya casi está en su punto....
Hmmmm! Interesante y complicada reflexión la que propones.
ResponderEliminarCuando era pequeña tenía un carácter muy peculiar y orgulloso, así que estando pasando un día tranquilo de campo con mis padres y sus amigos y sus hijos, yo hice uso (útil) de una piedra. Los hijos de los amigos paternos eran mayores que yo y no me dejaban jugar con ellos, de tal suerte que agarré una piedra y se la estampé con toda la saña en la cabeza de uno de aquellos niños. Le tuvieron que dar no sé cuántos puntos. No recuerdo la regañina ni cómo me sentí. Lo que sí recuerdo es que a medida que crecíamos y repetíamos esas reuniones campestres, si este chico, ya, se daba cualquier golpe en la cabeza o le daba al balón con demasiada fuerza, ésta volvía a abrirse y hacer sangrar la herida. Cada vez, con los años, me sentía más y más culpable por haber realizado aquella acción tan dañina (inútil) y, además, a una persona que no me guardaba rencor.
Después, ya siendo mayor, recuerdo que un día cogí una piedra de una atalaya medio derruida en un monte soriano. Otra vez, en Praga, cogí un adoquín para meterlo en el bolso y defenderme por si salía alguien por la noche al volver al hotel. Ahora la guardo como reliquia. Hace muy poco, cogí un montón de piedrecitas de la playa de Colliure, que tengo amontonadas en un cuenco de cristal como objeto decorativo (inútil).
¿Por qué tendremos esta pasión por la piedra? ¿Por qué tendemos a utilizarla como recurso para la defensa o el ataque?
Tengo que pensar más.
Me gusta mucho tu escrito Fackel, también me gusta contemplar la piedra, las piedras, y las piedras talladas por el viento o la humana mano, me asombran esos bifaces,y las piedras de moler, los primitivos molinos, las raederas con el filo conseguido por dos o tres certeros golpes, ¿quién de entre nosotros podría hacer algo así? hemos perdido la intuición para conocer el preciso ímpetu que desprenderá la lasca, armonía de fuerza y precisión, delicadeza. Usamos las mal llamadas "herramientas", fueron "petra-menta" las puras y primeras manualidades, la piedra y la mano, algo prodigioso ocurre en ese contacto de los reinos, al fin y al cabo mineral somos, mineral que ha respirado. Nos hemos olvidado de la piedra.
ResponderEliminarUn cordial saludo
k
Yo las colecciono por su poder y energía. Tengo en mi casa un trozo de la muralla de Ávila, otro de la catedral de Santiago, trocitos de la Pedriza, un cuarzo de Córdoba, Argentina, y la piedra fundamental de la que será mi próxima casa. La piedra que mata puede ser también la pierda que cura.
ResponderEliminar:+
Tula. El hombre debe mucho a la piedra, a la madera, a las gramíneas salvajes, a los animales...Te doy la razón, las guerras de creencias son terribles. Pero, ¿no suelen ir vinculadas a la de materias primas, territorios, hegemonías, desplazamientos, etc.? Siempre, algún tipo de creencia se usa para justificar la barbarie propietarista. No es necesario que te ponga ejemplos.
ResponderEliminarY respecto a matar con piedras...nos desconsuela porque creíamos que estaba superada la piedra como arma. Pero, ¿qué me dices de las matanzas de los gases letales, de las armas bactericidas, de los rayos laser, etc.?
Sí, mejor veamos la piedra como elemento constructivo. Es más compensador.
(¿Preparo mi Licántropo particular?) Un abrazo.
Ata, o sea que eras casi una petrocida. ¿Todavía aquel níño ya crecido tiene la marca de la bestia, jajaja? Bueno, veo que en esto de coger, guardar y/o coleccionar piedras estamos muchos. Es una cosa bonita, pero siempre siempre la otorgamos algún significado, recuerdo o símbolo.
ResponderEliminarQué curioso.
Sí, mineral somos y en grado complejo, variado y enriquecido, Karmen. Tenemos materia mineral por todas partes, en la sangre, en las vísceras,en los huesos...no sólo en los armarios o sobre el vasar.
ResponderEliminarY es verdad lo de herra-mienta es posterior. Primero fue el palo, después la piedra, más tarde el bronce y el hierro...hasta los productos actuales variados y sofisticados. Y no ha acontecido ese proceso en demasiados siglos.
¿Sabes? Es formidable enterarse de la vida primitiva, de los primates, los homínidos...Un conocimiento que evoluciona día a día, con nuevas sorpresas. Evolución, nada sencilla por cierto, pero evolución, adaptación al medio.
Cuidarse de los primates actuales.
Cuidado, RAB, que te pueden denunciar, no me extraña que haya lienzos de la muralla de Ávila que flaqueen...si te llevas el sillarejo.
ResponderEliminarA ver, a ver eso de la piedra que mata es la que cura...explícite, plís.
A todas las coleccionistas de piedras: no me ganáis. Fijaros que tengo unas cuantas, pero la que más aprecio mide unos milímetros y está alojada en uno de mis riñones. Es tan rica...Tenemos una feliz convivencia.
ResponderEliminarHala.
Adoro las piedras, Fackel. Incluso, y sin ser demasiado consciente, acabo de darme cuenta de que tengo hasta una pequeña colección de piedrecitas.
ResponderEliminarLa piedra, lo aparentemente frío, lo aparentemente inerte, mineral callado... Pero sé de ellas y de sus nervios heridos, de esos nervios que tantas veces me han traspasado.
La piedra guarda mi memoria (en mi blog colgué unos poemas de "El nervio de la piedra")
Oír su nombre siempre me emociona un poco.
Besos.
Fackel, los hombres modificaron su destino, el destino de la piedra. ¿Habrá algún modo de volver a él? ¿De reconciliarnos con el silencio primigenio, con la piedra-madre?
ResponderEliminar¿O ya el logos lo ha pervertido todo? (El logos como inicio de las diferencias, del yo y del tú, y por lo tanto, la semilla de la discordia)
¿Volver a la piedra sería expresar un deseo de unidad?
Despertamos en tu texto a una certeza de piedra muda. Nos empedramos en estas palabras que nos hacen interrogar tantas certezas prefabricadas...
Isabel. Sí, la hermosura de las piedras, donde depositamos nuestro significados, recuerdos y aspiraciones.
ResponderEliminarMe gustaría saber dónde está ese post sobre "El nervio de la piedra", quiero ver cómo lo/te interpretas.
Las piedras son más cálidas de lo que nos pensamos.
Stalker, tu pregunta...¿Volver a la piedra sería expresar un deseo de unidad? me recuerda lo último que he escrito en el post posterior.
ResponderEliminarNo, nunca veré como opuestos los elementos de la naturaleza (incluida la humana) sino complementarios. La perversión no es del Lógos, sino de las intenciones humanas que se apropian y adulteran y prostituyen el Lógos.
Escucha lo que dice la piedra en el post Epigrafía de la piedra.
Abrazo.