"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 1 de noviembre de 2010

Brasas


Si yo tuviera que vivir la experiencia de una caída camino de Damasco querría que fuera con un cielo así. Ante todo ese color. La luz era volátil. El rojo, transeúnte. No había ruido alguno. Si la energía se estaba manifestando en aquellas alturas, desde luego su eco no llegaba hasta el hombre. Sabiendo que aquel signo era efímero tuve tiempo de hacer un clic. El segundo disparo ya no salió, la iluminación no era la misma. Todo se precipitaba con tal rapidez que no permitía una segunda oportunidad para el testimonio. No lo dudé. Abandoné la nikon y me senté sobre un pedrusco esperando un auspicio. Tal vez éste fuera el momento elegido para que aquella transustanciación me abriera el pecho y me revelara lo arcano. Elegí dejarme absorber por tanta concentración del rojo. Alta riqueza cromática. El crepúsculo y el amanecer son vertiginosos. Esperas y sigues esperando, y cuando te descuidas ya tienes el día encima y no entiendes cuándo traspasó la frontera. El ocaso parece más lento, pero no se detiene tampoco y, si desvías la mirada, el sol ha superado las lomas. Hoy, la peculiar forma de las nubes prolongaba el embrujo aunque el sol estuviera alejado. De hecho no llegué a ver en ningún momento el sol. El rojo prendiendo las nubes se convertía en su emisario, en su interlocutor, en su don. Hay días en que las nubes parecen el túmulo del cielo. No era el caso esta tarde, en que ofrecían un perfil generoso. Correveidiles del sol, había algo de pasillo de fuego en su representación. Últimas brasas del día que me pedían a gritos dejarme tocar por su milagro, que rozara su azar. ¿Y si el camino a Damasco y la caída de la metáfora no fueran sino asumir mi propia ignición, como la que el cielo me ofrecía? Arrebato. Sólo cuando pasó di rienda suelta a mi racionalismo impenitente. Los hombres persiguiendo siempre los colores. Elaborando sustancias aproximadas a los colores de verdad que cría la tierra o el éter o el agua. Los hombres prospectando las pigmentaciones de rocas y minerales, extrayéndolos. Los hombres emulando el ocaso, la tempestad, el bosque o el fuego. La revelación de la capacidad humana. Me sentí en calma. Desde el espacio de pasión de esta tarde no he podido quitarme de encima el rojo. Permanece instalado en la sorprendente región del cerebro donde se guardan y combinan los colores. Seguro que la sangre de mis párpados cerrados contribuirá a que perdure la visión a lo largo del sueño.

20 comentarios:

  1. Diréis que soy un pelma con lo de los colores. No tenía pensado hablar del tema. Sencillamente: me deslumbró el instante del crepúsuclo que fotografié. Había que traerlo aquí. En ese cielo uno halla también su instante de mística. Gracias.

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  2. Fackel:

    háblanos de los colores.

    Otros ya quisieron robarnos los colores y llenarnos el alma de gris. Otros ya cubrieron las plazas de cemento duro y los corazones de hormigón.

    El fascismo ordinario es incoloro, es la falta de color que respiramos todos los días junto a la contaminación y la lenta podredumbre de los seres y las cosas.

    Que lleguen los colores a la antorcha de Kraus. Como bayonetas. Como rugidos. En avalancha. Que nos abran brechas dentro y por ellas penetre el mundo, otro mundo (quizá el mundo del otro, si es posible aún)

    No temas, entonces: habla polícromo y hazte abanicos. Rueda cuesta abajo, como un profeta al que le hubieran cercenado la cabeza y aun así riera con frenesí de desierto. Aúlla hasta desfondarte y entregar el tesoro de víscera febril.

    Grita colores antes de que nos llenen los bolsillos de piedras y la boca de arena y se nos muera la última rosa de Jericó.

    Cáete camino de Damasco, pero para desarmarte y desafiar a las Potencias Altísimas (siempre Mayúsculas, Redundantes, Embriagadas de Sí).

    Grita colores y sálvate.

    Y cuéntanoslo, mientras el alud nos sepulta

    Un abrazo fuerte

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  3. He recorrido contigo las tonalidades diversas de los múltiples rojos del cielo, en un vuelo cargado de inmensidad y de plenitud. Mística fusión del ser con la naturaleza; puro estado Alfa.

    "¿Y si el camino a Damasco y la caída de la metáfora no fueran sino asumir mi propia ignición, como la que el cielo me ofrecía?"

    Qué hermosas palabras brotan de tus dudas y viceversa.

    Llena, llena el mundo de colores, como el que tienen los niños, como el del payaso, como el de la imaginación desproporcionada. Inúndanos con tu alquimia hiperbórea.

    Un abrazo

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  4. Extraordinario, amigo. Los colores se pelean, se enfrentan, se miden. Probablemente el mundo en blanco y negro nos parece más elegante, pero también menos real. "Hay días en que las nubes parecen el túmulo del cielo". Y el color en ellas, la vida en ellas. Me ha gustado mucho.

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  5. Cómo me gustan estos textos sobre sensaciones producidas por los colores, ese abismarse en palabras que brotan y fluyen en torrente al amparo del color y sus impresiones.

    "El crepúsculo y el amanecer son vertiginosos". Sí que lo son, rápidos y raudos, volátiles. Exigen una atenta observación. Nos aferramos a ellos más con el recuerdo que con un presente que se esfuma a cada instante, porque se abre el día o cae la noche sin apenas demorarse en esos matices que los ojos desean perpetuar.

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  6. Con un cielo así apetece más sentarte a mirar sobre una piedra, o en el suelo (recuerdo las puestas de sol de Fuenterrabía el año pasado), que intentar captar con la cámara algo que no se deja atrapar. Y mira que es buena la foto..Cómo sería la realidad sensual de ese momento... Me reconcilia con todo un atardecer demorado entre las nubes.

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  7. Lluvia de Estrellas02 noviembre, 2010 23:18

    ¿Qué tienen los colores que tanto nos fascinan?
    Sí, yo también lo creo, hay algo de místico en el cielo cuando se tiñe con sus tonos.
    Maravilloso clic que ha captado el embrujo de "El rojo prendiendo las nubes".
    Afortunado.

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  8. Lo tenemos todo al alcance, aquí mismo, la eternidad, los colores, los olores.....la vida es una película en color y mira que me gusta el papel baritado...
    ya queda menos para el remonte....de la Luna

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  9. ¿Qué puedo decir yo de los colores, que no se haya dicho antes, Stalker? Uno no habla para descubrir nada a los demás, sino para descubrirlo para sí mismo.

    Pero tienes tanta razón. Los colores se han utilizado bondadosamente en la historia (pongo de ejemplo los colores de Altamira o Lascaux) Pero ha llegado un tiempo en que se llama color a cualquier efecto cromático. Suelo gris de asfalto, paredes grises, paisajes ausentes de viveza…son las ciudades. Mi corazón brinca cuando se encuentra que hay lugares donde los hombres aún emulan los colores naturales, pueblos de costa mediterránea o de interior, donde el color debe estar dotado de una moral: su sencillez.

    El concepto de fascismo ordinario -a mí, hace años, cuando era seguidor fiel de Ajoblanco, el viejo Viejo Topo y Bicicleta, por ejemplo- ya me parecía oportuno. Yo le denominaba el fascismo cotidiano. Es una mezcla de totalitarismo de las fuerzas económicas que se canalizan, si pueden, en corruptos políticos para proteger sus mañas y negocios, con una suerte de reduccionismo de ideas en la población. Muchos sectores sociales siguen siendo analfabetos culturales y políticos, compuestos por gente que han vendido su primogenitura cívica al primer vendedor de feria que se les presenta. Y tiene su culmen en una ausencia de valores estéticos y de respeto a lo más importante que tenemos: los espacios abiertos, libres y públicos.

    No son los colores que, pobre de mí, puedo traer aquí. Yo sólo traigo percepciones y asombros. Por supuesto, invito a ellas y me dejo invitar. Porque creo que sólo en esas percepciones sensibles e irreductibles y en la sorpresa que nos causan podemos renovarnos cada día. Podemos vincularnos con el otro.

    Me gusta tu grito desaforado de hacedor de paz. Sin el latigazo salvaje de palabras como las tuyas uno no podría encontrar caminos damascenos, obviamente. Pero no hay ni salvación ni condena que no esté en nuestras manos procurar o conceder. No caben los desánimos. No hay alud que pueda con los disidentes del sistema.

    Simplemente. Cuando dudo, miro los colores. A veces los sucedáneos, y si puedo, los naturales. Un color en su momento oportuno me sienta bien. No imaginas la catarata que se abre dentro de mi. Lástima que se aun inútil para manejar los pinceles, jaj.

    Fuerza e ímpetu, hermano.

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  10. Es que los colores, Ata, no están sólo en lo que vemos o en lo aparente. Están magmatizados por la naturaleza. ¿No has probado a abrir un cuarzo, a tomar un pedrusco de cinabrio, a pasearte con un carburo por el interior de una cueva? Los colores están. Es lo más mixtificado que existe. Para llegar a su composición rica ¿cuántos procesos químicos no habrá habido en el curso de un tiempo difícil de medir?

    Llenémonos nosotros del vigor de los colores. Nos hablan. Nos indican direcciones. No son meros elementos acompañantes.

    Ah, qué gracia, es verdad, eso de la alquimia que me aplicas me gusta. Indagaré si algo de viejos alquimistas circula por mi sangre heredada.

    Un abrazo.

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  11. Ramón. Los colores nos cubren, nos ignoran o nos aderezan. No entenderé nunca por qué las ciudades se han hecho tan grises. ¿Por los materiales, por la falta de imaginación, porque no las entendemos a causa de su modernidad pragmática? Y el campo, atravesado por autopistas y emulando los pueblos a la ciudades, lleva un camino análogo. Nos da miedo el marco físico. Nos han hurtado las ciudades, los ámbitos de convivencia, los espacios abiertos. Y han desterrado la coloridad.

    Si cada uno de nosotros pusiera un granito de criterio y exigiera…¿Sabes algo que me encanta aunque escasea? La decoración de las medianerías (no sé cómo llamaréis en Cataluña a las paredes de edificios que no están cubiertas por otro edificio) Hay ejemplo sublimes. Es la apariencia reconfortante, positiva y alentadora de imaginación. Pero no hay muchas muestras.

    Salud intensa.

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  12. Es que los colores están para ser sentidos, Isabel. A veces es algo reflejo, subterráneo. No siempre somos conscientes de su influencia. Incluso yo diría que cuando nos ponemos a pensar delante de ellos y a racionalizarnos entonces no resulta la mirada. El color no nos enmudece, nos desata el lenguaje interiormente. Las sugerencias, las propuestas, las visiones. ¿Por qué podemos quedarnos durante horas parados mirando el mar? ¿O contemplando un valle desde un páramo?

    Buen día, luminoso en la meseta

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  13. Pues te juro, Francisco, que fue un repente. Yo estaba contemplativo y casi no me acordaba de la cámara que llevaba encima. Fue un impulso fugaz. Con mirar hubiera bastado. El asombro se había manifestado en mi. El efecto celeste me había atravesado místicamente, pero sin revelaciones esotéricas. Yo no quería ver más que lo que veía. El poder del efecto de la luz interfiriéndose entre las nubes de una manera absolutamente sanguina. Sensualidad, sí. La gran potencia y el gran acto de cada ser vivo es la receptividad sensual. No sabemos lo que tenemos y encima miramos al suelo (no sólo el asfalto, sino el de la cuenta corriente y de las estúpidas posesiones cotidianas que nos obnubilan)

    Busquemos, pues, la manifestación espontánea ( a nuestros ojos, pues también tienen sus leyes complejas y con sus tiempos los fenómenos naturales)

    Me alegra saber de ti, hermano Pachi.

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  14. Lluvia, yo diría que qué tenemos nosotros que nos abrimos al color. Que nos dejamos poseer por el color. ¿Será que queremos prolongar todas las manifestaciones posibles de la luz? ¿Será que queremos ver dentro de nosotros siempre con claridad? Hay eso, sensualidad. La estética del color es nuestra estética íntima. Si cerramos los ojos cuando miramos al sol, ¿qué colores vemos? No es el cielo lo místico, él no necesita esta actitud, somos nosotros. Si estamos ofuscados, ¿qué colores nos asaltan? Etcétera.

    Pues mira, tengo el clic mental del recuerdo de ese instante más metido que la imagen de la foto. ¿Por qué será?

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  15. Tula. Así es y así me parece. Aunque no alcancemos más que en una parte menor, todo está aquí. Por esa razón hay que rechazar, a lo Canetti, la muerte. Hay que desear, tomar y vivir en lo que hay. Los colores…cuidado en percibirlos exagerados. Los medios técnicos han adulterado tanto la belleza explícita de lo vivo que nos ponemos en sus brazos virtuales y sustitutivos. Pero siempre que podamos, hay que percibir lo que es de verdad.

    ¿Ya empieza el creciente? Por cierto, no me extraña que el Islam tomara esa fase de la luna como distintivo. Hay un momento en que se impone la belleza de lo parcial. Es sugerente, tiene línea y luz como el filo de un alfanje. Sublime.

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  16. The colors, los colores, koloreak:

    http://www.youtube.com/watch?v=31andUed8sw

    Raoul Servais - Chromophobia (1966 )

    Un regalo para vos.

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  17. Qué aportación tan interesante y lúdica, Bashevis. Ahora mismo la cuelgo en la página principal.

    Regalo aceptado. Más...quiero más...

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  18. Fackel, te recomiendo toda la obra de Raoul Servais, lo más conocido es Harpya, una joyita de gran calibre... pero toda su filmografia merece un buen repaso!!!

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  19. La foto es espectacular.


    Adoro los colores del cielo. Los rosas, rojizos, naranjas, cobrizos, morados y violetas.

    Las ciudades, como bien dices, se han vuelto muy grises.

    Las personas donde yo vivo visten en su mayoría de gris, negro, marrón, azul oscuro. Cuesta encontrar a alguien que lleve colores vivos como el rojo, el naranja, los rosados.

    Necesitamos del color. No solo en el arte sino en la vida cotidiana.

    Me han encantado tu foto y tu texto.

    Para leer y disfrutar muchas veces

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    1. El problema de los occidentales es que hemos perdido la noción de la luz de los orientales (por mucho que en España presumamos de soleá) Claro que en Oriente hace tiempo que se volvieron también muy pero que muy grises, mira China, paradigma.

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