"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





viernes, 26 de noviembre de 2010

Geometrías invariables


y nunca dejaré de preguntarme
cómo se puede soportar
este destino de presidiario
y cómo es posible
que el número de desesperados
de suicidas y de asesinos
sea tan escaso


dejó colocado el dedo en aquella página mientras paseaba la mirada por el fondo perdido de la habitación, volvió a leer el texto, el poeta lo estaba diciendo con una claridad sólo apta para los que quieren obtener interpretaciones, estaba sugiriendo lo que él pensaba pero no se atrevía a decir en voz alta, ese tipo de cosas que suelen soltarse a bulto en una conversación álgida, más bien en un intercambio de frases lapidarias, simple desahogo, cuando uno no alcanza a acertar con un argumento, cuando uno no sabe ya dónde están las claves de los procedimientos que se le ocultan pero que gravitan sobre él, ese tipo de expresiones desairadas y locas que no sirven para nada, de las que normalmente el emisor se arrepiente a continuación porque cree que puede estar provocando o jugándose una actuación judicial contra él, pero Luca el poeta podía refrendar su hastío desde la impresión de unas páginas, podía ratificarse y quedarse tan a gusto, no tanto porque aquello estuviera escrito hace algún tiempo, sino porque el autor estaba muerto, y a los muertos se les suele dispensar de una querella en toda regla, a los muertos se les persigue de otras maneras, por ejemplo, podría acontecer, como mucho, que en algún momento alguna autoridad inquisitorial decidiera prohibir su obra, o ser relegado al olvido, como si el olvido pudiera ser ejecutado por decisión legal y no por la falta de interés de los lectores, pero a los muertos no hay quién les conduzca ante un juez, incluso los jueces de la moral lo tienen difícil, y eso que con quienes más se atreven de ordinario esos clérigos del recto camino es con los muertos, también se empeñan en perseguir a los vivos, pero la fuerza que poseen ahora para intentarlo está mermada, su influencia reducida pero manteniendo niveles de infiltración considerables, a veces se reservan sus venganzas para pequeñas capillas tribales, pero esos perseguidores morales no pueden alcanzar los fines de antaño en nuestra cultura, fines que acababan de ordinario con la muerte en vida y con la muerte definitiva, modalidades de muerte refinadas, agudas y extremas que pusieron en circulación a lo largo de toda la historia de nuestra civilización y, naturalmente, ya sé que planteándolo así es dejar incompleto el panorama de los perseguidores, porque hay otros disciplinados que acechan en otras religiones, en otras corrientes de represión moral, y bien que empezamos a saberlo en nuestro rincón medianamente ilustrado, porque nos llegan ecos, más bien informaciones, o peor, noticias, la noticia es siempre una información demediada, incompleta, incluso no comprobada, la noticia es lo que da vida empresarial a un medio de comunicación, es decir, negocio, pasar de la noticia a la información es ya más escaso, y la información se queda normalmente en unos límites que no interesa traspasar, y entonces el lector tiene que arreglárselas para informarse de otras maneras o simplemente permanecer en la sospecha, él sospecha que cuanto tiene lugar en su entorno no le es alcanzado comprender, y entonces se plantea el mundo de las relaciones humanas como geometrías, oscuros intereses que se mueven circularmente, detentadores de control sobre esos intereses que se ubican en un vértice cuya altura y proyección no puede medir, individuos afectados que permanecen en lo transversal, o simplemente en lo lateral, como el mismo, y esa visión geométrica tiene mucho de sensaciones, y las sensaciones conducen a desasosiegos, como el suyo, a digresiones, como las suyas, a invocaciones nerviosas como las pregonadas por el poeta Luca, y que él entiende tan bien




(Fotografía de una obra-video de Bill Viola)

6 comentarios:

  1. ¡Qué manera de escribir! ¡Qué manera de escribir!

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  2. Lo más terrible es que ni aún muertos cesan de pontificar y de trazar líneas ilusorias a las que sólo cabe dar la razón, como a los locos, a los niños o a los borrachos.
    No me hagas mucho caso, Fackel. Lo que quiero expresarte es que me llega ese texto. Me sacude y conmociona.

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  3. Exageras, Ataúlfa. Simplemente, manera.

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  4. Los textos son bumeranes muchas veces. Si no se logra la pieza, vuelve a la mano del cazador. Aunque siempe he pensado que si éste tiene un error de cálculo un despiste puede darle peligrosamente. Gracias por seguir, Isabel.

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  5. En cada nuevo artículo, creces.

    Un abrazo

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