"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





martes, 21 de septiembre de 2010

Surreal


El poder de una mano, nunca sabremos con claridad el poder que posee una mano, unos dedos que se liberan de la voluntad neuronal o unos dedos que responden con la forma refleja que tienen aprendida o unos dedos que juegan como niños escapados de la clase, aquí la persona son los dedos y solo muy secundariamente un planeta que hay detrás y que se sugiere misterioso, una boca cerrada, no, unos labios, qué habrá detrás no lo sabe nadie, un territorio improbable, inexplorado acaso, indescifrable, un oasis donde alzar el hábitat y permanecer en él, una palma alargada unos dedos afilados una piel que tersa los nudillos, los perfiles metacarpianos escorando la independencia de cada dedo, este ser diagonal asciende totalizador desde cinco extremidades núbiles, esta formación que crece tiene vida propia, admitamos sugerencias para explicar la actitud, tales como a, una sorpresa resultado de una confidencia inesperada, be, un anonadación repentina consecuencia de una admiración, ce, el destello de una revelación inédita, che, una oscuridad pronta, de, un aturdimiento ante una visión inesperada, e, un asombro por la aparición de un desaparecido, efe, la turbación al comprobar que acaba de transcurrir el tiempo de que se disponía, ge, el desconcierto ante un pensamiento que muestra sus claves clarividentes, hache, gesto de pasmo ante la cámara que la acaba de pillar, i, la antesala de una ley de silencio, jota, se asume con cautela la noticia de una fatalidad, ka, la luz del flash deslumbró la boca y los dedos la protegieron, ele, los dedos acaban de dibujar unos labios, elle, las alas de carmín agradecen la caricia de las yemas insurgentes, eme, las yemas se paralizan ante la curvatura de los labios, ene, se va a producir la expresión de un impulso afectivo con la complicidad de los largos apéndices, eñe, una mano llega sigilosa desde atrás invadiendo la tactilidad pasiva de unos labios ajenos, o, las cúpulas de los dedos se enseñorean de los territorios de la fragilidad, pe, los dedos enseñan a volar a los labios, cu, los labios echan a suerte los dedos para ver qué punto cardinal le toca señalar a cada uno, erre, efecto de disimulo de una insolencia, ese, acción que se evade del hastío, te, los labios empiezan a caminar hacia un destino inexorable, u, los dedos buscan la humedad de una boca, uve, los dedos recogen el vapor de un aliento apenas intuido, uve doble, los dedos se empapan de aliento, equis, hay una incógnita en la textura de los dedos, y griega, o son tus labios o son mis dedos, zeta, esto ni es una boca ni son unos dedos.


(Sobre una fotografía de Man Ray)

5 comentarios:

  1. Lluvia de Estrellas27 septiembre, 2010 20:15

    Yo me quedaría, si me permites que juegue, con dos sugerencias, con la i de la n,:
    La antesala de la ley de un silencio,
    del silencio de la expresión de un afecto,
    de un beso de despedida, de unos labios que nunca se atrevieron a lanzar.
    Podríamos comenzar otro alfabeto y seguir con el juego, las sugerencias posibles de esa imagen son muchas.

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  2. la sensibilidad de un abecedario en la punta de los dedos. abecedario precisionista. no sé si acarician los dedos o las palabras. Un gusto.

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  3. quería decir preciosista
    un abrazo

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  4. Lluvia. Naturalmente que las sugerencias de esta fotografía son muchísimas. Y entiendo por lo tanto que a ti también te sugieran otras. El poder está en la mano y en su poder gestual. Tal vez es la mano la que desarrolla las posibilidades del alfabeto.

    Gracias por tu comentario.

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  5. Olvido. No sé si quería hacer un abecedario preciosista. Simplemente me lo planteé como sugerente. Porque la obra de Man Ray lo es. Y esta foto en particular está llena de significados vivos. Creo que viene de atrás la relación entre fotografía y letras. Siempre ha existido un vínculo entre lo que se escribe y la imagen, ya sea ésta real o soñada.

    Gracias por pasarte. Un abrazo.

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