¿Qué hacer cuando las palabras caen en el fondo de un pozo? Porque, ¿quién no ha sentido el temor a que sus propias palabras desaparezcan en la oscuridad profunda de un pozo? Cuando te asomas a él sobre el brocal y no aciertas a distinguir el fondo, ¿qué temes que te sea desposeído de improviso, que te apartas tan rápidamente? Has emitido una voz, pero retienes con angustia la siguiente. No quieres perderla.
Sientes que lo que has dicho o escrito se precipita envuelto en un quejido cada vez más alejado. Pero como todos los quejidos que se tornan remotos cuesta precisar su tono primero y su sentido después. Incluso llegas a dudar de si se trata de gemidos, de lamentos desesperados o de risas de orate. Se han extraviado en los veneros subterráneos. Tal es la fuerza de la tierra, que exige rescatar de los hombres la esencia que se pierde en la propia maraña de sus palabras.
Sientes que lo que has dicho o escrito se precipita envuelto en un quejido cada vez más alejado. Pero como todos los quejidos que se tornan remotos cuesta precisar su tono primero y su sentido después. Incluso llegas a dudar de si se trata de gemidos, de lamentos desesperados o de risas de orate. Se han extraviado en los veneros subterráneos. Tal es la fuerza de la tierra, que exige rescatar de los hombres la esencia que se pierde en la propia maraña de sus palabras.
¿Se pueden rescatar las palabras que han desaparecido en las profundidades de la inacción y que llevan camino de ser tragadas por el silencio? Se puede. Quédate al borde y no hagas del silencio abandono. Sentirás acaso la peligrosa atracción de precipitarte detrás, sin que tengas opción a que tus palabras te reconozcan. Calla y toma el pozo desde tu interior. Desciende a él, sin prisa. Puede que a partir de ese momento empieces a comprender cómo volverán a ti las palabras. Es probable que incluso ya no sean las mismas. Pero no te azores. Entonces entenderás el valor que tiene el pozo para el hombre.
No se me cayeron las palabras al pozo fue a mí al que me lanzaron después.
ResponderEliminarHay pozos bien bonitos, eh! Con su cabellera de venus y todo lo demás. Tambien tienen eco.
ResponderEliminarLa tentación de mirar a los pozos...¿para ver o escuchar qué? Siempre te deja esa sensación de mundo acotado, prohibido.
Hay tambien esos otros pozos encerrados, fríos, cómo cárceles. Uf. Siniestro panorama. Nada, nada. Esos no me gustan, me dan yuyu.
El pozo más bonito que he encontrado ha sido en el Castillo de Bellver en Palma de Mallorca.
Me voy por las ramas, ya lo veo.
Ahora se me ocurre que, cuando sacaba agua del pozo, de ser ésta algo lejano, subterráneo, oscuro...pasaba a ser transparencia, mañana, alegría.
Ay! esas palabras que en pozo sin uso, ni oficio ni beneficio, cayeron. Ay!
Buena mañana tengas, hermano.
Salud y beso.
Randle, ¿pero sobreviviste?
ResponderEliminarSaga. Ay, lo pozos físicos. Rompes mi metáfora. No importa. No te imaginas las trastadas que hacía yo de pequeño en el vecindario. Porque entonces las casas tenían un pozo. Y yo tiraba cosas de otros al fondo, como también las tiraba por el balcón, etc. Mi esencia de desalojo rebelde la mantengo ahora en mínimos, pero nunca se sabe cuándo pueden volver.
ResponderEliminarY es verdad. La paradoja del pozo oscuro y profundo del que salía agua clarísima. Inenarrable. Otras veces metía mi padre un caldero con botellas para refrescar el agua en verano. Cuantos recursos en épocas prefrigoríficas. El valor del esfuerzo, tan cerca de la pureza de las cosas...
Buena noche, buena lectura, buenos sueños.
Un pozo es un viaje a nuestro interior, de donde venimos...de ahí nuestro interés.
ResponderEliminarun abrazo y feliz Luna nueva..creo
Probablemente sea uno de sus simbolismos, Tula. O el retorno al origen (la tierra) O la búsqueda de la saciedad del conocimiento(el agua recóndita) O la resistencia (la huída del mal) O...
ResponderEliminarSalud.