Siempre me atrajo poderosamente este pensamiento de Bakunin...
“Los niños no son propiedad de nadie: ni de sus padres ni de la sociedad. Sólo pertenecen a su propia libertad futura. Pero en los niños esta libertad no es todavía real; es sólo una libertad en potencia. Porque una libertad real -es decir, la conciencia plena y su realización en cada individuo, basada fundamentalmente en el sentimiento de la propia dignidad y en un auténtico respeto por la libertad y la dignidad de los otros, o sea basada en la justicia - sólo puede desarrollarse en los niños mediante un desarrollo racional de su inteligencia, carácter y voluntad.
De aquí se deduce que la sociedad, cuyo futuro depende por completo de la adecuada
educación e instrucción de los niños y que, por tanto, no sólo tiene el derecho sino también la obligación de velar por ellos, es el único guardián de los niños de ambos sexos. Y como la futura abolición del derecho a la herencia convertirá a la sociedad en el único heredero, ésta tendrá que considerar como una de sus primeras obligaciones el suministro de todos los medios necesarios para el mantenimiento, la formación y la educación de los niños de ambos sexos, con independencia de su origen o de sus padres.
Los derechos de los padres se limitarán a amar a sus hijos y ejercer sobre ellos la única
autoridad compatible con ese amor, en la medida en que esta autoridad no atente en modo alguno contra su moralidad, su desarrollo mental o su libertad futura. El matrimonio como acto civil y político, al igual que cualquier otra intervención de la sociedad en cuestiones amorosas, está llamado a desaparecer. Los niños serán confiados - por naturaleza, y no por derecho - a sus madres, quedando la prerrogativa de éstas bajo la supervisión racional de la sociedad.”
¿Qué queda a estas alturas de realización o por el contrario de frustración de esta teoría anhelante del anarquista ruso Bakunin? Acaso que en una parte del planeta -en los países laicos, democráticos y occidentales- algo camina todavía en esa dirección, o parcialmente desarrollada. En otras zonas, sometidas al poder de alguna de las religiones esclavizantes del Libro, tanto la mujer como el niños siguen siendo unos ausentes en la admisión de su ciudadanía, por lo tanto en el reconocimiento de su desarrollo personal. No obstante, en el texto de Bakunin hay tanto un anhelo de valorización de la mujer y del niño, que los acontecimientos históricos posteriores a la existencia de Bakunin han ido confirmando, como una cierta dosis de abstracción irresoluta hasta la fecha. En ese final del texto que habla de la supervisión racional de la sociedad la abstracción reina, ya que no es posible esa supervisión sin unos mecanismos de control, lo que habitualmente se conoce como Estado. Algo que parece contradecir las teorías antiestatalistas del teórico anarquista más significativo del siglo XIX. Pero ya es sabido que toda teorización tiene un lado comprobado en la experiencia y en la realidad, y otro lado difuso, inconcreto, incomprobable.
No obstante, me sigue atrayendo la esencia del pensamiento de Bakunin sobre los niños y de su educación: no pueden, no deben, ser propiedad de nadie, sólo de la libertad que tendrán en el futuro. Si se la procuramos.
“Los niños no son propiedad de nadie: ni de sus padres ni de la sociedad. Sólo pertenecen a su propia libertad futura. Pero en los niños esta libertad no es todavía real; es sólo una libertad en potencia. Porque una libertad real -es decir, la conciencia plena y su realización en cada individuo, basada fundamentalmente en el sentimiento de la propia dignidad y en un auténtico respeto por la libertad y la dignidad de los otros, o sea basada en la justicia - sólo puede desarrollarse en los niños mediante un desarrollo racional de su inteligencia, carácter y voluntad.
De aquí se deduce que la sociedad, cuyo futuro depende por completo de la adecuada
educación e instrucción de los niños y que, por tanto, no sólo tiene el derecho sino también la obligación de velar por ellos, es el único guardián de los niños de ambos sexos. Y como la futura abolición del derecho a la herencia convertirá a la sociedad en el único heredero, ésta tendrá que considerar como una de sus primeras obligaciones el suministro de todos los medios necesarios para el mantenimiento, la formación y la educación de los niños de ambos sexos, con independencia de su origen o de sus padres.
Los derechos de los padres se limitarán a amar a sus hijos y ejercer sobre ellos la única
autoridad compatible con ese amor, en la medida en que esta autoridad no atente en modo alguno contra su moralidad, su desarrollo mental o su libertad futura. El matrimonio como acto civil y político, al igual que cualquier otra intervención de la sociedad en cuestiones amorosas, está llamado a desaparecer. Los niños serán confiados - por naturaleza, y no por derecho - a sus madres, quedando la prerrogativa de éstas bajo la supervisión racional de la sociedad.”
¿Qué queda a estas alturas de realización o por el contrario de frustración de esta teoría anhelante del anarquista ruso Bakunin? Acaso que en una parte del planeta -en los países laicos, democráticos y occidentales- algo camina todavía en esa dirección, o parcialmente desarrollada. En otras zonas, sometidas al poder de alguna de las religiones esclavizantes del Libro, tanto la mujer como el niños siguen siendo unos ausentes en la admisión de su ciudadanía, por lo tanto en el reconocimiento de su desarrollo personal. No obstante, en el texto de Bakunin hay tanto un anhelo de valorización de la mujer y del niño, que los acontecimientos históricos posteriores a la existencia de Bakunin han ido confirmando, como una cierta dosis de abstracción irresoluta hasta la fecha. En ese final del texto que habla de la supervisión racional de la sociedad la abstracción reina, ya que no es posible esa supervisión sin unos mecanismos de control, lo que habitualmente se conoce como Estado. Algo que parece contradecir las teorías antiestatalistas del teórico anarquista más significativo del siglo XIX. Pero ya es sabido que toda teorización tiene un lado comprobado en la experiencia y en la realidad, y otro lado difuso, inconcreto, incomprobable.
No obstante, me sigue atrayendo la esencia del pensamiento de Bakunin sobre los niños y de su educación: no pueden, no deben, ser propiedad de nadie, sólo de la libertad que tendrán en el futuro. Si se la procuramos.
GUARDERIA estatal HERODES.
ResponderEliminarTus niños-as en manos de absoluta confianza.
Haz tu reserva.
Algo así podría ser la publicidad, e implícitamente ya lo es, y no te digo en los años secuesivos de centros privados, concertados y públicos. A veces me pregunto si la enseñanza no está más en función de mantener una casta amplia de profesores que tienen que vivir de ello, que del interés por el desarrollo libre y creativo de los niños.
ResponderEliminarEn realidad, se les prepara ya para formar parte de esta FÁBRICA NACIONAL E INTERNACIONAL DE MANO DE OBRA SUMISA.
Triste el panorama. Salud.
Urge proteger a los niños de un sistema educativo depredador. Abajo la enseñanza, el Estado y las casi infinitas modalidades de servidumbre que desde niños nos inoculan las instituciones...
ResponderEliminarSalve
Stalker. Pues no se te va a lograr la intención ni el grito de guerra. Hay demasiado business montado como para que nadie esté por la labor. El objetivo fundamental del procaz "sistema" educativo es obtener, en este orden:
ResponderEliminar1. Súbditos sometidos al control social d los poderes públicos y privados.
2. Mano de obra que responda al productivismo al uso (y al abuso)
3. Consumidores en abundancia y mejor poco exigentes.
Entonces, ¿qué puedes esperar? El conocimiento siempre será lateral, como decía Canetti. Y más una iniciativa de los hombres que deseen romper la dinámica del sistema y que obren por principios de libertad.
El Estado Herodes y los negocios particulares Herodes siguen matando las voluntades, evidentemente. Pero, ¿hay escapatoria?
Salud y Escepticismo, hermano.
Fackel, por intentarlo que no quede...
ResponderEliminarabrazos revolucionarios