Con el inviolable roce
de mis dedos
me asomé a tu febril majestad
de mis dedos
me asomé a tu febril majestad
te aspiré hasta sentir que el aroma
teñía mis venas
tu frágil corazón
se abrió a un abismo donde caí
sin aliento
hice de mi mirada una cópula enardecida
y tú
satisfecha
desplegaste sin ira todos los colores
hasta cegarme
desplegaste sin ira todos los colores
hasta cegarme
Has vuelto con ganas. La primavera te hace ser caudaloso, maestro...
ResponderEliminarNo sé. La primavera me vuelve frágil, camarada.
ResponderEliminarCaudalosamente frágil, pues...
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