"Busco en mi la derrota del regreso,
la herida original, mi mal amargo"
Juan Vicente Piqueras, Adverbios de lugar.
Te ves a la deriva
Y el desierto es extenso
Y la lluvia nostalgia
Y la sombra una pátina
Y la luz una espada
Y tus huellas pequeñas
Y tus ojos se ciegan
Y el clamor que se aleja
Y este viento que escribe
Y tus manos te arden
Y tu cuerpo se cierra
Y tus venas le nombran
Y tu voz se refugia
Y la arena te engulle
Y tu hiel se te clava
Y la canción te conmueve
Y tu calma no existe
Y las dunas te mecen
la herida original, mi mal amargo"
Juan Vicente Piqueras, Adverbios de lugar.
Te ves a la deriva
Y el desierto es extenso
Y la lluvia nostalgia
Y la sombra una pátina
Y la luz una espada
Y tus huellas pequeñas
Y tus ojos se ciegan
Y el clamor que se aleja
Y este viento que escribe
Y tus manos te arden
Y tu cuerpo se cierra
Y tus venas le nombran
Y tu voz se refugia
Y la arena te engulle
Y tu hiel se te clava
Y la canción te conmueve
Y tu calma no existe
Y las dunas te mecen
Y ni el sueño te salva.
(Acompaña fotografía de Jorge Molder, en la sustancia de V.D.)
(Acompaña fotografía de Jorge Molder, en la sustancia de V.D.)
Espero que la realidad conspire pronto a tu favor, compañero.
ResponderEliminar¡Abrazos!
La realidad es una permanente conspiradora, oh, nada que no pueda desmontarse en esta vida, salud.
ResponderEliminarMas la ficción es otra temerosa y temeraria conspiradora, Stalker. Conclusión: vivimos inmersos en la cinta sinfín de la conspiración contra nosotros mismos.
ResponderEliminarLa búsqueda agota. La herida sangra.
ResponderEliminarEl mal....Quién pudiera arrancarlo con los dedos y gozar de la dulzura de algún sueño.
Las dunas de Liencres, buen lugar para dejarse mecer.
Saludos, Fackel.
Pero la condición humana nos empuja a ello, Lagave. Perseguimos el bien -¿con acierto siempre? ¿con posibilidades siempre? ¿con claridad siempre- pero ello implica desalojar o combatir el mal. ¡Cuántas veces el uno se oculta tras el otro, o el otro tras el uno!
ResponderEliminarAnsia infinia: arrancar las espinas de la vida, mas ¿cómo encontraríamos la rosa? El desfío está ahí: aceptar la naturaleza interior de nosotros, la naturaleza de las cosas. Conclusión: no dejarse herir hasta la muerte, o renacer un millón de veces, encontrarse un millón de veces.
Gracias y elevación.