Una raya muy fina separa
La luz en dos intensidades.
Mirar a ambos lados y absorber
el máximo de calor antes
de que entren en conflicto las partes.
Un cielo claro y una tierra
Intermitente.
Habría que preguntar al habitante
En vez de dejarnos llevar por la presunción
Y luego esperar.
Qué quiere.
A dónde desea llegar.
Para obtener qué.
Por qué camino.
La claridad no se reparte por igual
Para todos.
Sucede como con la riqueza y el conocimiento
Y la satisfacción.
Sucede su carencia.
Sucede la confusión.
Con el destino, no. El destino
Es otra cosa que no es ajena
Que no se sustituye.
La hora
Sea cual sea la luz.
Miro a cada hombre y creo ver en él
Una ráfaga de paso por la tierra
Difuminándose.
(Fotografía de Gertrud Kasebier)
No hay comentarios:
Publicar un comentario