"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





martes, 30 de diciembre de 2008

Asomarse


Asomarse al interior, hacer que la luz ilumine la estancia, pasear la mirada por las sombras indefinidas, observar cómo van adquiriendo formas los espacios, cómo se van delimitando los objetos, cómo se desprenden las coloraciones envejecidas, buscar desde la pequeñez de la distancia la encarnación de una imagen invocada, zarandear el asombro, marginar la soledad no querida, escuchar el rumor de lejanos oleajes oceánicos, dejarse acariciar por un aire más cálido, respirar el perfume de otras latitudes, intuir el cobijo de un cuerpo que se encarna en su propio tránsito, que se agranda poco a poco, ignorando medidas, prescindiendo de pasados, hay algo de vuelo cómplice entre la figura que mira y la que emerge desde lo umbroso, ésta se deja ocupar como un territorio que necesita la presencia del visitante, que urge la posesión del aparecido, y éste se desprovee de sus espectros y de sus ansias y de los temores de su recorrido para tomar el ámbito que se le ofrece nuevo, y el viajero evoca entonces su pensamiento largamente mimado: asomarse al interior del otro para asomarse al interior de sí mismo, dejar que el otro se apodere de él para vivir una nueva existencia.


(Composición de Michal Hustaty)

2 comentarios:

  1. "asomarse al interior del otro para asomarse al interior de sí mismo, dejar que el otro se apodere de él para vivir una nueva existencia."
    Bello sueño. El otro...Una nueva existencia...Pequeño espejismo, bálsamo para heridas que no cicatrizan.Heridas que se producen al estar atados a esta condenada vida llena de agujeros por donde se te escapa ella misma.
    Pero si no fuera por los sueños, ¿qué sería de nosotros? ¿Cómo podríamos saltar de vacío en vacío?
    Te deseo toda la felicidad que sea posible alcanzar, Fackel.

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  2. Tus matices son dignos de considerar, Lagave, y estoy de acuerdo. Mas me permito precisar algo de mi cosecha: también los agujeros de la vida nos permiten salir de nuestros encierros, superar nuestros límites, y llegar a otras vidas posibles dentro de nosotros. Nuestros agujeros se abren cuando vivimos el desconcierto y se cierran de nuevo cuando creemos habitar una nueva certeza. Pero nada es definitivo jamás, salvo el intento y nuestra propia capacidad de conciliación interior. Y el ciclo se seguirá reproduciendo sine die. ¿No es maravillosa la existencia? El ser humano no dista tanto de otras especies y otras vidas de la Naturaleza. Tal vez vivir es formarnos y rompernos continuamente y otra vez rehacernos...hasta que nuestro cuerpo (en toda su dimensión amplia y totalizadora) aguante. Aprendemos y gozamos y sufrimos para tener nuestra identidad. He ahí el valor de la vida humana. Los sueños son elementos activos si queremos que lo sean; para algunos son sólo elementos de consolación resignada. Que cada cual elija.

    Gracias por tus deseos, a pesar de que soy un escéptico redomado y un negacionista de los absolutos, jaj. Que los hados te sean propicios.

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