¿Existen los posos del café? Claro, permanece la huella. Pura orfandad. Como en un whisky o en una cerveza. ¿Merece la pena buscar significados entre los posos del café, como hacen ciertos esotéricos? ¿O entre lo sedimentado tras un trago largo o después de un ingerir rápido? Depende del estado de la cabeza de cada bebedor, supongo. ¿Qué interés pueden ofrecer estas menudencias puramente físicas y testimoniales? Uno tiene sus dudas, o mejor, ninguna. Lo realmente interesante es lo que haya permanecido tras una conversación. O a través de ella. Lo que se haya aposentado entre los labios y los fervores del diálogo. Un escudriñar entre parejas, amigos o paseantes circunstanciales que se encuentran y platican. Las excusas para la indagación son variadas. Lo formal es lo que espanta. Lo que queda sobre la mesa es vacuo. Vasos, tazas y cucharillas apenas son testigos mudos de las palabras que se han intercambiado generosamente. Y he ahí lo importante. ¿Han sido auténticas, sinceras, espontáneas, aproximativas...o equívocas, quebradizas, forzadas, distantes, traidoras...? Una ronda de café da para todo. Las vísceras asimilan a la mayor brevedad los licores, pero la voluntad de los hombres seguirá deglutiendo durante horas o acaso días los argumentos e intenciones del encuentro. Pulso a lo inocuo y a lo representativo. Lo flotante se halla allí y también lo pasajero. Lo intencionado o lo arrancado a cuajo de la resistencia del interlocutor. Al final, restos, siempre restos. Las palabras son también absorciones. A veces, vómitos. Difícil el encaje de las palabras, más difícil que una mala digestión o la caída en falso de la bebida. Manchas sobre el fondo de la cuestión, como los lamparones sobre los recipientes. Y más allá o más acá de las palabras hiladas, los silencios. Hay cafés y copeos de silencios. Que hablen las tazas y los vasos. Los contertulios, callaron.
Poder conocer el futuro...Y es verdad que -si fueramos conscientes- el futuro está nítido en el presente. Los posos son tan solo una excusa (un argumento). Posos...lo que se posa, lo que cae por su propio peso...Eso somos: la decantación de un poso, al cabo de los años, lo que va quedadndo de todo lo que se evapora: los restos de un idealismo, posos, signos que alguien pudiera leer
ResponderEliminarpara decirnos algo de lo que perdimos y algo de lo que nos espera. Un abrazo. Francisco Aranguren.
estás hecho un crack, Fackel. Día tras día te superas a ti mismo. Penetrante entrada la de hoy.
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