Se acerca el poeta. Llega la palabra de Claudio Rodríguez, como esa claridad que viene del cielo. Como esa lluvia que sementa los terrenos yermos. Traspasa lo etéreo y cae como fuego de demiurgo sobre la materia mineral. Pero la materia no está para ser despreciada, sino para forjar con ella la comprobación que los seres necesitan para sentirse tales. Nada hay puro en el mundo, y menos que nada la materia. Las imágenes pueden ser adúlteras; las palabras, traidoras; los discursos, bastardos; los silencios, engaño. Lo que aparenta sencillez es retorcido, aunque sea un grano de arena, aunque sea una lágrima, aunque sea un vagido. Es la materia, siempre cambiante. Se acerca la tierra. La palabra se eleva desde las raíces de los árboles, desde los estratos más antiguos de las rocas, desde los surcos sembrados para la supervivencia. Y la tierra genera la palabra, sin la cual el hombre no sabría sentir ni meditar ni soñar ni ser. La materia: gravedad y levedad. Siempre incandescencia.
Espuma
Miro la espuma, su delicadeza
que es tan distinta a la de la ceniza.
Como quien mira una sonrisa, aquella
por la que da su vida y le es fatiga
y amparo, miro ahora la modesta
espuma. Es el momento bronco y bello
del uso, el roce, el acto de la entrega
creándola. El dolor encarcelado
del mar, se salva en fibra tan ligera;
bajo la quilla, frente al dique, donde
existe amor surcado, como en tierra
la flor, nace la espuma. Y es en ella
donde rompe la muerte, en su madeja
donde el mar cobra ser como en la cima
de su pasión el hombre es hombre, fuera
de otros negocios: en su leche viva.
A este pretil, brocal de la materia
que es manantial, no desembocadura,
me asomo ahora, cuando la marea
sube, y allí naufrago, allí me ahogo
muy silenciosamente, con entera
ceptación, ileso, renovado
en las espumas imperecederas.
(Niké Moritz trajo la espuma a mis pies)
(Niké Moritz trajo la espuma a mis pies)
Y nos atraviesa. Nos vibra. Nos desbarata, la materia; el poema que está hecho de esa materia que es encaje en el agua.
ResponderEliminarTal vez no existamos. Tal vez sí, pero cuando leo, veo, contemplo entradas como esta me creo en la certeza de ser, O de apenas ser, o de sentirme ser:
una luz a lo lejos
Un instante de rotura
Una voz que me llama
Una mujer en plena selva
de morir y nacer
todo a un tiempo
Disculpe el desvarío pero esa Claridad del poema es un don: no se halla entre las cosas sino muy por encima, y las ocupa haciendo de ello vida y labor propias...
Es el don de la Ebriedad por desear vivir con intensidad, lo creo...
ResponderEliminarFackel, aquí te dejo otro enlace que puede ser de tu interés:
ResponderEliminaruna conferencia de Chantal Maillard sobre la creación poética en el centro de cultura contemporánea de Barcelona este año. No tiene desperdicio:
http://www.cccb.org/ca/arxiu_multimedia
Abrazos.