Canta Omar Jayyam en sus Robaiyyat...
Nosotros somos títeres, titiritero el cielo,
es la pura verdad, no se trata de un cuento;
durante cierto tiempo actuamos aquí
y uno tras otro luego a la nada volvemos.
Los títeres pueden servir como metáfora de nuestro escaso margen de maniobra personal. Una metáfora que toma cuerpo en nosotros como sujetos caracterizados por un entreguismo a lo aparente y superficial de la vida. Como individuos robotizados a merced del mercado y de los dedos que mueven los hilos o las varillas de cada figura. Como ficciones extraviadas entre una materialidad agobiante. Como vanidades cuyo destino consiste en inflarse y desvanecerse sin dejar rastro. ¿Hasta qué punto aceptamos la representación? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a dramatizar la ceremonia? ¿Que encarnación nos salvará? Más claro, el poeta sufí.
(Acompaña títere indio de mi colección)
Nosotros somos títeres, titiritero el cielo,
es la pura verdad, no se trata de un cuento;
durante cierto tiempo actuamos aquí
y uno tras otro luego a la nada volvemos.
Los títeres pueden servir como metáfora de nuestro escaso margen de maniobra personal. Una metáfora que toma cuerpo en nosotros como sujetos caracterizados por un entreguismo a lo aparente y superficial de la vida. Como individuos robotizados a merced del mercado y de los dedos que mueven los hilos o las varillas de cada figura. Como ficciones extraviadas entre una materialidad agobiante. Como vanidades cuyo destino consiste en inflarse y desvanecerse sin dejar rastro. ¿Hasta qué punto aceptamos la representación? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a dramatizar la ceremonia? ¿Que encarnación nos salvará? Más claro, el poeta sufí.
(Acompaña títere indio de mi colección)
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