"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





martes, 11 de diciembre de 2007

Hubo una vez...



















Hubo una vez un hombre, que salió de la nada, como muchos otros hombres, y transitó este mundo; era hijo de la necesidad y como tal, la reprodujo; era hijo de una tierra y la tierra utilizó sus manos; era hijo de los zagales, y ni las heladas de los severos inviernos ni las tormentas de los abrasadores veranos pudieron nunca con él; era hijo de la sangre, pero la sangre no podía dejar de estar sedienta y como hiciera con muchos otros hombres de su tiempo y de su entorno, rasgó también sus venas; era hijo del arrasamiento, y apuró a su manera el cáliz; era hijo de la barbarie, pero nunca la concedió un punto de satisfacción; era hijo del azar, y el destino le devolvió a un nuevo comienzo; era hijo del páramo, y comprendió la hondura de lo más horizontal, aquello que parece que en su trazado exige menos, pero en realidad reclama más; era hijo de la migración, pero sujetó las riendas de sus padres y de sus hermanos; era hijo de la discreta curiosidad, y sedujo a una mujer lejana; era hijo del acontecer, y engendró; era hijo de la perseverancia, y el tiempo le premió con largos años; era hijo del cambio, y se adaptó a todos los cambios; era hijo del tesón, y su esfuerzo desarrolló la sabiduría interior; era hijo de la afirmación, y nunca le nubló la queja; era hijo de la exigencia, y tuvo que tragar a veces su demasía; era hijo de la coexistencia, pero aprendió serenamente la entereza de la soledad; era hijo de la vejez, pero la soledad de la decrepitud no le arrebató el sentido; era hijo de la vida, pero aprendió a ir muriendo sin concesión alguna a la muerte y sus fantasmas; era hijo del tiempo final, y echó un pulso a la muerte, y la venció con aquella partida sosegada de ya un año hacia la nada. Era hijo del amor, y qué misterio en él. Hoy es el padre del recuerdo.





2 comentarios:

  1. Conmovedor homenaje. Es bueno cuando las palabras nos sirven de descarga, de consuelo...

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  2. Claro, tienen que salir, es decir, sentir que necesitamos expresarnos, sentir que necesitamos devolver algo a la Nada, agradeciéndoles a ellos.

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