Es fascinante la iconografía de William Blake. Los mitos desde su plumilla adquieren una fuerza superior. Dios, que parece el Sol, pero también la Suma Energía –obsérvese a sus espaldas esa vanguardista imagen de los rayos celestes que para sí quisieran los Rodchenko o los suprematistas rusos- impone sus leyes al durmiente Moisés. Las fuerzas del Mundo -¿habría que decir del Mal?- tratan de sujetar al visionario yacente que debe hacer llegar el mensaje de los mandamientos del Orden al pueblo elegido. La mano derecha de Dios recuerda aquella que desde la bóveda de la Capilla Sixtina establece la creación del Hombre. Un dedo aliancista en Miguel Ángel Buonarrotti, un dedo observante en William Blake. ¿Será esta otra mano la que indica la Recreación Perpetua a través de la Ley? Pero, ¿quién se responsabilizó de recoger el encargo? ¿Un mero Moisés que debía liberar al pueblo elegido pero también reconducirlo? ¿Lo tenía que liberar de los egipcios o de sus propias desviaciones? Un detalle desasosegante: ¿por qué la serpiente se desliza desde y entre el cuerpo de Dios? ¿Qué carta de naturaleza divina tiene este animal al que se le ha otorgado en la mitología cristiana el papel de conductor del Mal? ¿Y si el saurio no fuera sino el otro rostro del Demiurgo? Pobre Moisés, sin saber muy bien si acepta o rechaza la propuesta del Amo. Porque ¿es la postura de sus brazos una resistencia o un acatamiento? Y cuando Moisés despertó de su profundo letargo, sintió que su cuerpo y su alma habían quedado entregados a los planes del Señor, y la misión que le había sido encomendada le dotó de una energía especial y bramó desde su soledad en la montaña, y contempló desde la lejanía a las tribus de su pueblo, y ay, lloró por los tiempos de tribulación y de escarnio que el precio de ser el pueblo preferido habría de convertirlo en víctimas de sí mismos por los siglos de los siglos...
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y esa tela que parece esparto que cubre parte del cuerpo de Moises? , y esa pezunha de cabra?, y esas pieles escamadas de culebras. Eran así cuerpos que asolaban tus visiones Willian Blake?
ResponderEliminarCómo aprenderías a hacer esos grabados...
Qué bien que vengas a alimentar nuestra curiosidad, Fackel.
V.
Blake rompe los cánones estéticos y eso le viene como anillo al dedo de los mitos seculares. Por cierto, ¿conoces el Libro de Urizen? Especial.
ResponderEliminarNo, no lo conocía pero estoy en ello. Estoy ahora googleando y viendo algunas de las láminas.
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