"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





miércoles, 7 de noviembre de 2007

Fulgor grávido


(Invocaciones XIV)


Pero despertó con una luminosa gravidez. No supo de quién engendró ni para qué fin. El sueño la dejó encinta y todos sus pensamientos se volcaron con admiración sobre su vientre blanco. Cuanto más irradiaba su perfil esférico más penetraba en las sombras su rostro de adolescente marchita. No entendía muy bien qué clase de mundo era aquél. Ni qué esperaba la humanidad de ella. Siempre había oído, sospechado, que era una vieja señal que se cerniría antes o después sobre sí misma. Que alteraría en todos los sentidos la demediada unidad de su organismo. Que ella debía aprobar, como el resto del género. Esa sensación de desmesura de su cuerpo circunscrito la desosegaba. La placidez venía del extraño fulgor. Con tal iluminación ella leía mejor el alfabeto creciente que escribía entre el curso de sus venas. Pero tal actitud la devolvía a la tentación del oscuro letargo, de donde había salido. Allí todo era ausente y leve, todo volvía a encarnarse en posibilidad. Y la luz vertical se diluía y la mujer se libraba de cargas. Y las leyes y mandatos de los caducos libros sagrados no podrían rozarla. Y ella no se heriría de nuevo con la obligación que condenaba a la especie.


(La foto es de Leonard Nimoy)

4 comentarios:

  1. Una vez, delante de una luna llena que amanecía, sentí que jamás volvería a ser yo, tal como me reconocía en ese momento y en mi vida pasada.Ya no estaba sola, "mi unicidad" estaba en trance de desaparecer.Lloré por la pédida de mí misma,por mi recuerdo. Y aún sigo buscándome.

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  2. ¿Y si la unicidad no fuera tan única? (Perdona la redundancia) ¿Y si una unicidad sucediera a la anterior? ¿Y si la unicidad se complementa -yinyán- con la dispersión? Pero buscarse es un afán positivo y que da sentido, ¿no crees?

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  3. Una visión poética del embarazo y la condición de ser dos durante 9 meses que sólo tenemos las mujeres (¿por qué, hubiera sido estupendo que ambos sexos hubiesen podido optar a la creación de vida dentro de uno mismo). Me la apunto porque la mía dista un pelín, jeje.

    Me encantan las ilustraciones del blog, señor Fackel, sigue así!!

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  4. Soy egocéntrica y regresiva, y por eso extraño el sentido de mí misma que experimentaba "antes de". Quizá fuera ésa unicidad única a la que luego han sustituido incontables, una tras otra.
    Mmmm, yo diría que sí, que la unicidad se complementa con la dispersión (esto me recuerda a Heráclito y Parménides aunque no tenga mucho que ver)
    Y espero encontrame algún día, aunque sea la certeza de ese encuentro lo último que sienta en esta vida....Si no, ¿para qué tanto ir y venir?Y si no es así, pues será que tampoco es tan trascendental o tan dramático y es algo totalmente prescindible aunque yo me empeñe en que no!
    Saludos!

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