La edad provecta se aferra al faro de la vida. Como un orante, el anciano entreabre sus ojos, que emiten un destello sugiriendo solicitud. El fanal tiene un fulgor diferente. Preserva la tristeza de la súplica a través del torso que derrama y de la mano que lo acoge. Las dos figuras tienen el rostro contraído. La arquitectura de los músculos de él recuerda las fachadas testigo de los edificios derribados. Ella hechiza con su mirada de hielo a un horizonte que se mide por nostalgias, no por horas ni por territorios. Él se contempla en una desposesión. Ella se muestra como intermediaria entre el mar y el cielo. El anciano ansía la luz azulada de las pupilas del ángel. Ella trata de mantener los últimos rescoldos del ardor del guerrero herido.
Dime, alma ajena, ¿a dónde me transportas?, dice el anciano. Pero el espíritu calla, porque ha pasado ya el tiempo de las palabras.
Dime, magma oculto, ¿por qué me llega tu calor pero no se queda dentro de mi?, insiste el hombre. Pero la energía calla, porque no le es concedido trasladar su fuerza a una raíz ya seca.
Dime, misterio de la vida, ¿por qué no rompes tu secreto y te manifiestas?, dice el último ermitaño de la Tierra. Pero el arcano luminoso calla, porque todo lo que fue posible ya se convirtió en materia un día, y por lo tanto en el goce de los significados.
Dime, ausencia de la nada, ¿por qué no me fundes en tu silencio y navegas conmigo quedamente?, implora el eco extraviado. Mas la mujer de la desnudez total calla, le rodea con su cuerpo y se sumerge con el viejo en el lago de la carencia.
(Obra del artista fotográfico neoyorquino Andrés Serrano)
Dime, alma ajena, ¿a dónde me transportas?, dice el anciano. Pero el espíritu calla, porque ha pasado ya el tiempo de las palabras.
Dime, magma oculto, ¿por qué me llega tu calor pero no se queda dentro de mi?, insiste el hombre. Pero la energía calla, porque no le es concedido trasladar su fuerza a una raíz ya seca.
Dime, misterio de la vida, ¿por qué no rompes tu secreto y te manifiestas?, dice el último ermitaño de la Tierra. Pero el arcano luminoso calla, porque todo lo que fue posible ya se convirtió en materia un día, y por lo tanto en el goce de los significados.
Dime, ausencia de la nada, ¿por qué no me fundes en tu silencio y navegas conmigo quedamente?, implora el eco extraviado. Mas la mujer de la desnudez total calla, le rodea con su cuerpo y se sumerge con el viejo en el lago de la carencia.
(Obra del artista fotográfico neoyorquino Andrés Serrano)
Impresionante esta fotografía, Fakel. El espectador se resiste a aceptar la imagen,¿por qué será? Pero no hay mayor repulsión que la que le crece en el cerebro a quien no quiere aprender a mirar. Curiosa tu meditación.
ResponderEliminar¿Y por qué iba a haber repulsión, Zeleste? ¿De qué se trata? ¿De que no da el canon, el estereotipo, el modelo? El canonon no se alcanza, el estereotipo se repite, el modelo se agota. A mi me fascina esta fotografía desde que la vi hace años por primera vez en una exposición en una galería madrileña. Por eso mismo, porque revela lo posible, aunque no se trate de lo probable. Gracias por tu sugerencia: todo está en los cerebros.
ResponderEliminar