(Variaciones IX)
Sueñas que tu piel se alumbra con sangre. Que tus brazos son grandes venas que discurren sin control y se hinchan y se ponen tumefactas y prolongan su espesor hasta el extremo de los dedos de las manos. Que las uñas se diluyen bajo la apariencia de la laca y la corriente imparable que fluyen entre ellas y la carne. Sueñas que ante el espejo te observas los labios abultados y la nariz rasgada y los pómulos ardorosos y que las mejillas se han convertido en unas bolsas apenas contenidas que pueden rebosar en cualquier momento. Te horrorizas al contemplarte desfigurada. Te duele la carnosidad desbocada de tus facciones, te inquieta la textura adulterada que tu cuello adquiere y cómo su grosor crece con desmesura y unos nódulos ennegrecidos jalonan su perfil. Estás soñando que, sin ser el tiempo de la sangre sobrante, no dejas de herirte y cómo el flujo de la corriente oculta hincha tu vientre y revienta tus cimientos y humedece tus muslos. Te desgarra esa percepción desentrañada. No puedes escapar de un sueño enrojecido cuya densidad resulta tan pronto cálida como fría. El picor de tus cabellos es insaciable y al rascarte te da la impresión de que los filamentos atezados se desprenden y se licuan y resbalan incontenibles hasta tus pies. Te atormenta el volumen repentino que adquieren tus pechos y cómo los pezones crepitan y temes el furor que desate el magma preservado secretamente. Apenas te tienes en pie sobre unas piernas convertidas en criadero de varices coléricas. Un sabor intensamente salado y húmedo se extiende por tu boca, crecido desde las papilas más sensoriales que la nutren. No sabes que estás enfebrecida, que aunque estés padeciendo bajo la forma más subrepticia de tu mente, llegarás a despertar y a vencer tus temores. Cuando abras los ojos, sentirás una tranquilidad desconocida. No temas. Te palparás en cruz todo tu cuerpo, reconsiderarás tus angustias y volverás a dar tregua a tus deseos, acaso domesticados.
Ha sido una pesadilla.Leerte casi me ha transfigurado.Muy fuerte. Mientras lo leía he arrugado el ceño.
ResponderEliminarBuen día Fackel
He sentido desbordarse los canales de la sangre. Ay, amá.
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