"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 10 de marzo de 2007

La carta


Al rememorar el pasado, la mujer ha sentido un profundo temblor. ¿O es la carta que le quema en un bolsillo de la falda? Se sienta de espaldas al ventanal soleado y la relee.

Estimada señora. Espero que las desavenencias acontecidas con usted y su marido durante nuestro encuentro en Italia no hayan perdurado hasta hoy. Todos deberíamos haber entendido sobradamente que la fuerza y la inexperiencia de la juventud depara con frecuencia equívocos. Si lo asumimos, damos por hecho la superación de los viejos conflictos. Por otra parte, ha pasado suficiente tiempo desde nuestras dichas y desdichas de Florencia como para suponer que los tres hemos cambiado. Lo más seguro es que hasta mi propia figura y el recuerdo de este humilde personaje del azar que se cruzó con ustedes hayan quedado borrados de su memoria. Probablemente, la dedicación a nuestros respectivos oficios ha desgastado sobradamente nuestros cuerpos, atemperado con creces nuestras ansias y ordenado nuestra volubilidad. Nada más lejos de mi intención a estas alturas que resucitar viejos fantasmas ni activar rencillas que malograron nuestra amistad. Por mi parte, sigo manteniendo viva y apreciada la parte positiva de ésta, y nunca he podido arrinconar los múltiples momentos de disfrute en común. Ustedes me mostraron visiones de la vida que mis ojos y mis oídos y mi lengua no habían logrado captar. Ustedes me deslumbraron con su complicidad y con su alegría compartida y, a pesar del desencuentro inevitable pero injusto, lo he valorado siempre como un bagaje fundamental de mi existencia. He realizado numerosos viajes posteriormente. Podría decir que estos últimos años los he pasado nómada en el aspecto físico, pero profundamente arraigado en el conocimiento de los hombres. Como bien saben, por tantas confidencias y tantos debates hasta altas horas de la noche que mantuvimos los tres, para mi sólo hay un territorio reconocido y que merezca el nombre de patria: la búsqueda. Si permanezco de modo duradero en un país, en una ciudad, aun habiendo conocido y establecido lazos con el lugar y sus vecinos, llega un momento en que me embarga un estado de asfixia. Esta sensación experimentada me ha hecho corroborar que difícilmente soy amante de la vida si no soy ciudadano del mundo, sin más límites que aquellos que la naturaleza y la aceptación de los hombres decidan. Próximamente debo realizar un reportaje por ciertas regiones del Norte de Europa. Algunos amigos que han sabido de ustedes recientemente me han puesto al corriente de la zona donde viven y sería mi deseo encontrarles aunque fuera de modo fugaz. Si ustedes lo aceptaran, también sería un gesto superador para los tres. Al fin y al cabo puedo certificar que la borrosidad del transcurso del tiempo suele eliminar los aspectos negativos y consolidar el recuerdo de los mejores momentos. Tendrán noticias nuevamente de mi en cuanto consiga los pasaportes necesarios de las autoridades de los países que debo atravesar.

N.B. Sólo decirle, mi estimada amiga, que guardo celosamente el cuaderno repujado en cuero por los artesanos florentinos que usted me obsequió. No me atrevo sino a anotar en él las observaciones más valiosas que mi caminar me han deparado.

Con todo mi aprecio vivo por ustedes. Su amigo, Max Winternitz.


Todo su afán inquieto es preguntarse: ¿vendrá sólo o vendrá con una mujer? No hace referencia en la breve carta a su estado civil y, aunque ese nomadismo del que habla lo sigue manteniendo como ética y comportamiento, los años han ido cayendo y no es el primer ni el segundo hombre independiente que cambia su primogenitura por la seguridad de la atención. Además, se le ocurre presa de un extraño instinto celoso, siempre puede haber una mujer de la complicidad que sea como él y le siga a donde quiera que vaya. Pero qué insensatez de pensamiento, se dice. Hace descansar la agitación de la sorpresa sobre el respaldo de la silla, hasta perderse nuevamente por los Jardines de Bóboli.

2 comentarios:

  1. Winternitz acecha quizá dentro de su corazón?
    "Vivo por ustedes" que fuerte y enigmático.
    Buenas noches

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  2. Fackel, no nos dejes empantanados con el relato aunque hables de otros temas. Los personajes reclaman esperanzas, pero los lectores invisibles exigimos que avance la saga. Ese personaje masculino ¿es el pasado que retorna? ¿o se trata de algo más, una invocación tal vez? Saludos.

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