Nos creíamos que el asunto de los encontronazos con cuñados en nuestras reuniones familiares, más o menos ceremoniales, era asunto del presente. Precisamente en estas fechas en que la gente se obliga a compartir mesa con los próximos algunos me han dicho: Tendré que vérmelas con mi cuñado X. Espero que no se ponga muy borde mi cuñado Y. Uf, tener que sufrir las invectivas de mi cuñada que viene de tal ciudad. Sí, un desafío para la cordura y el afán tranquilo si se quiere mantener lazos familiares serenos. O simplemente seguir manteniéndolos. Y es que en esto de vertir opiniones, que todos las tenemos, los hay dialogantes sinceros, aunque discrepemos con ellos, pero también individuos impositivivos de aquello de España es lo mejor de la canción. Pero hete aquí que el tema no es nada nuevo. Y hojeando, y leyendo a saltos, el maravilloso libro de refanes comentados La Philosophía vulgar, del humanista Juan de Mal Lara, obra publicada en Sevilla en 1568, me encuentro con un refrán titulado De cuñados, pocos vandos, que retrata a la perfección, con sus correspondientes consejos, la actitud de ciertas personas cuando nos encontramos con ellas y nos sentimos obligados a comentar de la vida. Y en el caso de estos días, a mesa y mantel. He aquí una parte del capítulo, bastante ilustrativa:
"Muchas vezes avemos dicho de los parientes, assí los que son allegados por sangre como por el casamiento. De los quales, los affines, que son los cuñados, es una manera de parentesco, que si no se llaman y tratan como hermanos, no es en sí fuerça, porque no es amistad juntada por aquellas vías que suelen durar mucho; y por esso dizen que aya d'ellos pocos vandos, porque en los vandos se arriesga la honra y la vida y hazerse enemigos para siempre.
A mí me paresce que también podía dezir 'vandos ni aun de hermanos', porque es mucha razón que no aya quien sustente tan mala cosa en el mundo como los vandos y sediciones que se arman en los pueblos, que el diablo los inventó para jamás conservar la paz, que es el mayor bien que puede tener el mundo".
Reléase si la redacción castellana de esa época resulta algo extraña o dificultosa, y entiéndase la v de vandos como b de bandos del vocablo actual. No hace falta aclarar el significado de bandos, ¿no? Al fin y al cabo los vivimos a la orden del día y todos, de una manera u otra, por activa o por pasiva, nos situamos en alguno de ellos.


Dentro de los inconvenientes de la soledad la ventaja de estar solo. O sea, sin parentesco; sin hermanos/as, por lo que los cuñados/as quedan lejos de mi ambiente familiar.
ResponderEliminarSe de algunos ( así me lo han explicado) que son terroríficos.
Salut
¿Y si el cuñado soy yo? Se cuestionan algunos este año.
ResponderEliminarSaludos
https://filco.es/origen-de-la-polarizacion/
ResponderEliminarLeo esto, interesante me parece.
Ander
Queda claro que no hay nuevo bajo el sol.
ResponderEliminarA veces son peor que un sarampión. Hay de todo como en botica. Yo tengo una que es magnífica.
ResponderEliminarSaludos.
Bueno, es que la familia no se elige. Y los cuñados están ahí como en tierra de nadie. Ya lo decía Ángela Channing (Falcon Crest): «Las familias se llevan bien o no se llevan. Sin término medio».
ResponderEliminarFáckel:
ResponderEliminar¡miedo me da convertirme en uno de ellos¡ ¿O lo seré ya?
Salu2.