Podría decirse de aquel rostro de facciones bien moduladas que había sido rasgado por el rictus de la insatisfacción. La mirada huidiza, los labios encogidos, la frente apesadumbrada, el mentón tenso comunicaban desasosiego. Fue infeliz probablemente, coincidieron los arqueólogos al extraer la cabeza exenta a la que le faltaba el resto del cuerpo. Lo peor que le pudo suceder, discurrieron, no es solo que la golpearan con brutalidad, tratando de deformar su cara, sino que la arrancasen de un cuerpo al que habría estado unida para satisfacción de sí misma. Sin duda que para admiración de sus poseedores también, matizó uno del equipo. O acaso nunca fue del gusto de quien la trajera a este mundo, apuntilló otro.
El grupo investigador disfrutaba con sus primeras conjeturas. Contemplaban a la enigmática, envuelta aún en el sarro de la ciénaga. Pero un descuartizamiento, siguieron perorando, donde la cabeza sin cuerpo extravía todo su sentido, ¿no supondría para ella la carencia de su razón de ser? Los arqueólogos arriesgaban opiniones mientras procuraban extraer más intacto aquel volumen intrigante y escarbaban con delicadeza para hallar fragmentos con los que recomponer la misteriosa faz. ¿Qué o quién sería?, se preguntaban. Esa apariencia de mirada perdida, ¿nos dice algo? Una diosa disconforme con las conductas de los mortales, por ejemplo, aseveró a la ligera uno con dudosa fantasía. Pero, ¿por qué tenemos que pensar siempre en divinidades cuando hallamos estatuas?, refunfuñó un veterano de las lides. Es la costumbre, soltaron varios al unísono. Por la costumbre de las creencias antiguas nos podemos perder, como sucedería ahora si nos limitásemos a vivir pendientes de mundos imaginativos y personajes abstractos que supuestamente decidieran por nosotros.
El veterano, curtido por tantos hallazgos y representaciones arcaicas que no había conseguido descifrar, no quiso dar nada por hecho. ¿Y si representa a un miembro de familia fallecido prematuramente al que no se quería olvidar? ¿Y si encarnase más bien un valor, la virtud, por ejemplo, o un vicio, antes que una persona? ¿Y si quisiera transmitir algo más filosófico, tal vez la materialización del pensamiento profundo, para señalar la senda del comportamiento humano? ¿Y si se tratase de una personificación del tiempo, efímera pero efectiva? ¿O una representación de la naturaleza agitada, tal como una tempestad o un cataclismo?
Los especialistas sabían que hacer suposiciones y cábalas más o menos descabelladas era la manera de sortear su ansiedad. La pieza no se iba a ir del muladar tras siglos de ocultamiento. Y contemplarla en ese ámbito que había sido su hogar luctuoso no iba a repetirse. Se admiten más sugerencias, dijo el arqueólogo más jovial. Yo apuesto porque podría tratarse de un cupido insatisfecho en una de sus misiones mediadoras. Querrás decir celestinas, apostilló el del al lado. Tantas propuestas de interpretación, sin base rigurosa hasta el momento, no pasaban de servir de juego. Sea lo que haya sido, comentó el más observador, y cuando analicemos en detalle la figura tal vez nos aproximemos a su verdad, el gesto desaborido es tan inquietante que uno piensa en el alejamiento que transmite más que en la proximidad. Como si se viera abocada al fin de los días más que a la ventura de tomar cada momento con gratitud y goce. ¿Estás sugiriendo que pudo disponer de su vida para dejar de tenerla?, le preguntaron. No me cabe duda de que hay estatuas que se ven abocadas al suicidio por desconcierto y desesperanza. Podría ser este el caso.

A dor profunda na alma...mata...leva-nos a desistir...Ou foi a fúria da natureza...
ResponderEliminarTodos podem ter razão ou estar completamente errados...é o segredo que nunca será revelado....
Beijos e abraços
Marta
Los arqueólogos descifran muchas obras si tienen información suficiente. Pero muchas siguen siendo enigmáticas. Es tan difícil conocer el pasado como el alma humana. Pero todo sea por aproximarnos.
EliminarUna estatua no debería suicidarse, aunque lo que pasaba en Roma, se quedó en Roma.
ResponderEliminarNietzsche dice en su 'Humano, demasaido humano':
Eliminar"Hay un derecho según el cual le quitamos la vida a un hombre, pero no uno según el cual le quitemos la muertes, y esto no es sino crueldad".
Habría que decirlo de las estatuas.
Me has dejado de piedra.
ResponderEliminarNunca pensé que una estatua pudiera suicidarse. ¿Cuál sería el método? Si yo fuera estatua, me iría a una obra, me metería disimuladamente dentro de una hormigonera, cuando hiciera el vertido yo caería mezclado con el cemento y la grava a la zanja abierta. ¡Qué mejor cimiento que la piedra!
Aquellas estatuas no sabían del cemento, sino de la materia mármol, por ejemplo. Y esa materia primigenia tiene más alma de lo que nos pensamos. El escultor es unintermediario, a imagen y semejanza del hombre, por supuesto.
EliminarLo mismo que tú pensaba el gran Miguel Ángel cuando frente al enorme bloque de mármol ya veía dentro al David. ¡Solo quedaba quitar lo que sobrase!
EliminarEn realidad todo nuestro lenguaje es metafórico, y la mano humana, la de ciertos artistas y artesanos, ha sabido comprender a la naturaleza mejor que a los discursos abstractos que bullen desde el principio de los tiempos.
EliminarHola, Fackel. Me ha parecido un texto muy sugerente y con una carga simbólica tremenda.
ResponderEliminarDesde una lectura feminista, me resulta fascinante (y doloroso) ver cómo actúan los arqueólogos. Es muy significativo que, ante una figura femenina que tiene evidencias físicas de violencia extrema ("golpeada con brutalidad", "arrancada" de su cuerpo), los expertos acaben especulando sobre su "infelicidad", su "insatisfacción" o incluso sugiriendo el "suicidio".
Es una metáfora muy potente de cómo, históricamente, se tiende a psicologizar el dolor de las mujeres o a buscar la causa en su interior (esa supuesta "desesperanza"), invisibilizando la mano ejecutora de quien la rompió. Al final, culpan a la estatua de su propio final trágico en lugar de señalar la agresión.
Un microrrelato excelente para reflexionar sobre cómo interpretamos a las víctimas. ¡Un abrazo
Bueno, estos arqueólogos son tan ficiticios como todo lo demás. La realidad es siempre sueño y a veces no se distingue la frontera. Pero ciertamente, al encontrar algo los especialistas se inducen a hacer cábalas, en función de la información que les proporcione lo hallado. Pero hay mucho que aún es deficientemente interpretado. Sobre tu punto de vista nada debo añadir. Queda abierto para cualquier interpretación de todos lectores, digamos.
EliminarHola Fackel, disculpa el lío de comentarios. Los hice inicialmente desde el teléfono, pero como no aparecía mi perfil (ya sabes, ¡me gusta ver mi foto! 😉), decidí borrarlos y rehacerlos. ¡Un saludo!
ResponderEliminarNingún problema, he borrado también.
EliminarPor la perfección de esas esculturas, que incluso se notan en forma incompleta, dañada, se podría imaginar que representan dioses y diosas.
ResponderEliminarSaludos.
Y al final yo mismo pienso que qué lo mismo da lo que representen, en el texto al menos. El problema angustioso es la violencia latente en el mundo humano. Todo lo que tocamos lleva un alto contenido violento y no somos muy conscientes de ello, incluso nos engañamos pensando que cada uno de nosotros es un tipo incapaz de violencia. Já.
EliminarLas conjeturas suelen hablar más sobre quienes las dicen que sobre los que "analizan" objetivamente...
ResponderEliminarSaludos,
J.
En el mundo científico en general a las conjeturas, con más o menos datos, las llaman hipótesis, creo.
EliminarPor lo que se ve en fotografías sobre descubrimientos arqueológicos es inevitable no solo la sorpresa de los especialistas sino que hagan conjeturas y establezcan relación con obras rescatadas ateriormente.
ResponderEliminarAnder
Por supuesto. Incluso cuando ha habido un análisis no siempre hay una seguridad al cien por cien. Otras veces parece algo a situar en una época o estilo y al cabo de un tiempo se establece otra información. Aunque la ciencia arqueológica ha avanzado mucho, porque es multidisciplinar hoy día, todo puede estar sujeto a revisión.
EliminarDe Lógica Aristotélica: "disponer de tu vida para dejar de tenerla"
ResponderEliminarSalut
Después de la tesis y la antítesis esa síntesis. Aristóteles sabía aunque no fuera hegeliano. Por ahí van los tiros "manque nos pese".
EliminarEse imaginar por los arquéologos quién pudo ser es un juego dentro del juego de tu escrito, imaginar una historia partiendo de una foto. Magnífico
ResponderEliminarTodo escrito parte siempre de unas u otras imágenes, en escritores profesionales y en diletantes. Nadie imagina un texto de la nada.
EliminarLa imagen que muestras me resulta un tanto sobrecogedora...
ResponderEliminarLo es, a mí me desasosiega.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarsupongo que hay estatuas que estarán descontentas con el acabado que les dio su escultor. Seguro que más de una habrá recurrido al escultor-cirujano plástico...
Salu2.
No sé si el mármol les permitirá a las descontentas cambiar de faz.
Eliminarquizás la estatua era un espejo, cada uno contempla en él algo que le falta, algo que nunca tuvo...
ResponderEliminar...o que perdió.
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