Creo que hoy me voy a poner a leer el periódico con mirada de niño. Como si no hubiera recorrido acontecimientos, padecido cólicos, sufrido necedades, algunas propias, probado frustraciones y no se hubieran hecho reales e irreparables tantas pérdidas. ¿Lo conseguiré? Incauto de mí.
Me falta el gesto risueño al levantarme. Tal vez el mecanismo de respuesta a las expectativas apenas funciona. A ver, me digo, ¿qué tenemos hoy que sea estimulante? Hurgo en el armario de las categorías conceptuales y reviso la actualidad de las palabras. ¿Me servirá?
Extraviada la candidez, agotada la inocencia que me caracterizaba, incubada otra clase de ignorancia que me iba a perseguir para siempre y desarrollada cierta clase de autodefensa que no voy a desvelar, ¿qué recursos me quedan por probar para hacer de la respiración algo más que un fenómeno instintivo?
¿Fue antes o después de aprender a leer cuando mi sonrisa trocó? ¿O se trataba de ir adecuándome al medio, unas veces sinceramente, las más aceptando las formas de las reglas del juego? Como oxígeno la curiosidad sigue circulando por mis venas, no expectante como antes, escasamente esperanzadora, pero manteniendo un sustrato divertido. Todo resumido en: lo que te queda por ver, amigo.
Adicción a los periódicos de papel desde entonces. Un entonces al que recurres como si su evocación fuera el presente. No solo un adverbio. Pero los adverbios de tiempo miden mejor que los calendarios el transcurrir, sorteando y obviando fechas de caducidad.
Los periódicos nunca fueron bolas de cristal. Sí espejos. No siempre nítidos. Nos gustaba mirarnos en ellos y esperábamos que nos devolvieran imágenes que deseábamos prometedoras de todos nosotros. ¿Qué prometían? No sabría responder bien.
Criba. Instintiva (el propio aprendizaje cultura es ya instinto), electiva (necesidad de no tragar cualquier cosa), bienintencionada (defensa de la propia salud mental) Las dioptrías del intelecto han crecido en exceso. Las gafas actuales deben estar dotadas de unas lentes perfeccionadas. Si no se corrigen bien las deficiencias aumentan las posibilidades de tropezar. Uno solo quiere tropezar lo mínimo.
Forma. Un periódico (que valga la pena) bien vale ser desplegado con una taza de café sobre una mesa (¿las hay todavía de mármol?) en un café (¿queda alguno que sea acogedor para un individuo consigo mismo?) Ese, aquel, modo de pasar el rato sin ninguna afectación, o reduciendo la irritación al máximo. Salir del café local con una serenidad que te permita contemplar el día por delante.
Siempre, desde que era muy niño, he leido la prensa diaria, mi padre trabajaba en un periodico local de la Editorial Católica aquí en Granada, y algunas veces nos decia, "todo lo que ahí pone es mentira salvo las esquelas", viviamos en la dictadura, creo que pese al tiempo pasado y que ya no somos, creo, una dictadura, la prensa sigue siendo la misma, en lugar de venderse al poder de Franco, en aquella época, hoy se vende a la gran empresa que le paga por la publicidad y a los intereses de esta, mientras que los periodistas se pliegan a esta situación, hay que comer todos los dias.
ResponderEliminarSoy de la opinión de que hay que distinguir, de que no todo lo que hay en prensa es lo mismo, de que el periodismo es relativo pero algo hay, que también se puede encontrar, aunque hay que tener una buena criba, opiniones y aportaciones interesantes y valiosas, de que la publicidad condiciona y que las prebendas y subvenciones de las múltiples administraciones públicas dan pienso a un periodismo amarillento a más no poder. Pero a pesar de todo eso, uno busca y navega, no puedo traicionar al niño que aprendió a leer también een la prensa.
EliminarAún queda algún café con mesa de mármol, y el suelo como un tablero de ajedrez. A
ResponderEliminarAún queda, sí.
EliminarVaya, se cortó. Decía... ahora leemos los digitales - o al menos yo- antes de desayunar con el primer café, eso sí, un café Nespresso y con una ausencia -en mi caso-, la de mi padre, con el que desayunaba cada día desde que me jubilé, hasta el último día, un jueves de octubre de 2015.
ResponderEliminarEl valor de ese desayunar con tu padre es impagable. Yo no pude hacer lo mismo pero cuando por las tardes iba a visitarle él tenía delante el periódico al que estaba suscrito y a veces había marcado notas en algún artículo para que yo lo leyera. Somos de otra época, pero que nos quiten lo bailao.
EliminarDe tu interesante entrada me han quedado dos palabras "tululando" en la mente: "entonces" y "periódico". La primera se repite una y otra vez cuando se narra algo, en catalán "llavors" (agobiante) y lo del periódico de papel me choca porque creo que hace años que sólo lo toco cuando voy a la peluquería... Estoy suscrito a tres diarios on-line: La Vanguardia, El País y el Heraldo de Aragón...
ResponderEliminarUn abrazo
Es evidente de que los tiempos frenéticos, y nuestra curiosidad de otra época pero aún acuciante, nos llevan a mirar las noticias en lo digital varias veces al día. Pero leer leer para mí en papel es de recibo. Lo bueno de internet es que también puedes suscribirte a infinidad de medios, solo hay que elegir, pero no tendríamos tiempo ni criterio suficiente para digerir todo.
EliminarDurante muchos años, ese sentarse ante una mesa, con el periódico del día por estrenar y un refrigerio matinal a punto, era un ritual con el que empezar el día en condiciones. Por triste desgracia, las condiciones editoriales de pureza y defensa de la verdad, por encima de todo, se fueron perdiendo en aras de los intereses marcados por conseguir la subvención adecuada, la propaganda necesaria y la dedicación a contentar a un público determinado, comprando fidelidades poco dadas a la autocrítica.
ResponderEliminarDe todos modos, no estoy seguro de que alguna vez hayan existido "las condiciones editoriales de pureza y defensa de la verdad, por encima de todo". Hago el repaso y salvo algún período de la España de la Transición y ciertos y reducidos márgenes de cierta prensa de los últimos años del franquismo no encuentro certeza. Y luego, ya sabes, la prensa desde siempre ha tirado por los grupos de presión, los caciquismos provinciales y locales y los partidismos. Y sin embargo hay que seguir acercándose a aquellos medios que demuestren cierto rigor, porque ahora el peligro de la desinformación son las redessociales, en las que cualquiera puede difundir calumnias, mentiras y mierda a patadas.
EliminarViviendo en una dictadura, la prensa estaba al servicio de la propaganda del régimen, en ello estaba su supervivencia. Pero se permitía aquello tan nuestro de leer entre líneas, lo que cada cual imaginaba y que daba derecho a poder criticar sin mesura.
EliminarLeo, la prensa de papel, concretamente La Vanguardia, cuestión de fidelidad absurda, los findes, por mantener el ritual conmigo mismo, sé positivamente sin necesidad de entre leer mucho, donde intentan colártela, las mentiras más burdas están en las redes, eso es cierto, pero hace tiempo que no hay prensa seria y veraz en nuestra querida piel de toro.
Compensábamos la censura escuchando Radio París o BBC. Era emocionante. También La Pirenaica, pero esta barría siempre más propnagandista, pero era estimulante sobre todo para la gente mayor. Durante un tiempo hace muchos años compré semanal La Vanguardia por el suplemento de cultura y literario, me gustaba. Ahora me conformo con seguir El País, las cuestiones internacionales me interesan más que el patio de vecindad español.
EliminarUn envoltorio evocador que peca de romanticismo. Tablilla de arcilla, papiro, pergamino, papel o pantalla, lo importante es la difusión de la información, no su soporte. Y cualquier otra cosa fetichismos... (Pero créeme, a ti, que tan pocas veces dices yo, todo te está permitido).
ResponderEliminarChiloé
Mais...el soporte importa aussi, Chiloé. Gracias por permitir a mi yo al oculto otro yo.
EliminarEncantada de socializar con un boomer, ¿la generación más afortunada de todos los tiempos? Pues parece que la tinta de los periódicos antiguos no solo ensuciaba los dedos.
EliminarChiloé
¿Qué es ser más afortunado? ¿Tenerlo todo de cuna o remontar los infortunios? La tinta de la prensa de otro tiempo teñía y sin embargo se envolvían los bocadillos de sardinas con ellos. Eran menos tiquismiquis que ahora. O cuestión de limitación de recursos.
EliminarDefines cómo seleccionas las noticias a leer. Yo me canso, ni mirada infantil no sirve para saber de la actualidad, ésta es demasiado gris.
ResponderEliminarUn abrazo
Cada cual sabe pero no tiro la toalla de la curiosidad.
EliminarTudo perde o seu " encanto"... na era digital, com tantas " fake news", às vezes, é difícil....
ResponderEliminarMas não podemos perder esperança de encontrar a verdade....
Beijos e abraços
Marta
Yo la tengo perdida hace tiempo, pero sigo buscándola, por inercia, por instinto de supervivencia, por no sucumbir ante los canallas de las fake.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarla magia del periódico se diluyó hace muuuucho tiempo (para mí, claro). Sólo me interesan los artículos de tres o cuatro columnistas (Millás, Muñoz Molina, Coixet...).
Lo que me da rabia es que cuando leo un periódico, sé de antemano cuál va a ser la línea argumentativa (qué cursi me ha salido).
La "amnistía", sé que El País, el diario.es, etc, van a estar a favor y El Mundo, la Razón, en contra. ¿Para qué gastar tiempo y dinero en leer?
La verdad es que sólo me fijo en los titulares.
Salu2.
No participo de planteamientos maximalistas. Soy escéptico y crítico pero no negacionista. Negar las posibilidades y los márgenes que aún brindan algunos medios sería más peligroso, a mi modo de ver. Pero cada cual sabrá.
EliminarLo que me ocurre es que perdí la fe en los periodistas y en los periódicos. Es bueno que haya periódicos, cuantos más, mejor. Pero me bastan los titulares. Echo en falta artículos en los que te pongan en situación, te comenten los pros y los contras, razonamientos de este tipo.
ResponderEliminarTe dejo, que me voy ya al curro tras una hora de guardia sin guardia. Un placer leerte, como siempre.
Salu2.
No perdamos,por lo tanto, la fe en nosotros mismos, que casi todo es reparable. Gracias, Diego, eres entrañable y además me soportas.
EliminarMe recordaste esa época de levantarme a las seis para asistir a clase y al entrar en la cocina ver a mis padres sentados frente a la pequeña barra y de espalda al horno, cada uno con sus hojas de interés del periódico , una tetera de acero y dos tazas de café negro; y no importaba si estaban enfadados entre sí, si alguno descubría algo de interés impreso se lo hacía saber al otro, esa escena se sucedió incontables ocasiones. Era su momento de unión y de olvido
ResponderEliminarPues acabas de señalar un elemento positivo entre tantos negativos o escépticos que hemos comentado, y es esa comunicación en pareja a través de un intermediario, ¿no?, aunque fuera sobre un tema exterior. Y es que los acontecimientos fuera de nuestra propia casa además de influir nos llaman poderosamente la atención. Estamos condenados a saber de las noticias. Pero vivimos tiempos en que las mentiras o fakes y el flaco favor que pueden hacer las redes sociales condicionan y ocultan informaciones de verdad. Cada uno tiene que madurar y no vivir como ciegos.
EliminarPoco queda de aquello. El soporte ha cambiado y el gesto de leer en papel las noticias frente a una taza de café nunca podrán ser reemplazados por el móvil bajo el dedo inquieto del quién curiosea entre los titulares más obvios
ResponderEliminarNo serán reemplazados pero reducidos a sus usuarios. A mí me parece una enfermedad, ya que mencionas el dedo en el móvil, lo de la gente andando por la calle mirando solo al móvil. Me siento tan incómodo,como si viviese en un mundo que ya no es el mío.
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