El advenedizo contempla absorto
desde su desazonada orilla
el movimiento de espuma de tu cuerpo
Albergas al hombre en estancias amables
¿sabe agradecer tus cuidados?
No esperes de un recién llegado que se ancle en ti
con la delicada compañía de los afectos
te expones a que te engulla una evanescente fantasía
Ni tampoco olvides que no es el argonauta
que anunció el oráculo ni aquel otro osado
que pretende volver a su origen lejano tras una arriesgada travesía
sino solo un náufrago cualquiera que un día apareció
varado en tu costa
y de cuya indefensión te compadeciste
*Fotografía de Jason Eskenazi
Acoger a un náufrago no es malo. Aunque no sé yo lo de la indefensión. Mejor no confiarse ni darle la espalda.
ResponderEliminarPor regla general un náufrago es un ser desprovisto y abandonado; lo contrario es un invasor. De estos desconfío, aunque luego trasmuten la historia.
EliminarMagnífico tu poema, Fackel. Magnífico.
ResponderEliminarCuando acudir al río a lavar la ropa se torna en el inicio de un amor imposible...
Un lujo leerte
Nausícaa permite ser recreada, nunca los mitos son algo cerrado. Cuando se pretenden cerrar son dogmas (con sus consecuencias) Gracias, Bis.
EliminarSin desmerecer a Jasón y a Ulises, en todo náufrago que alcanza la orilla hay un salvado de las aguas que merece compasión y hospitalidad, y los habrá que se anclen al destino que los cobija si en él encuentran lo que su corazón busca...
ResponderEliminarBonito poema con acento mitológico...
Certeras son tus palabras, he conocido casos. El náufrago siempre es un recurso metafórico, pero también la consecuencia de una tragedia real.
EliminarJuraría que había dejado un comentario aquí. No aparece. ¿Censura, mala interpretación, lenguaje inconveniente? - Importa poco. Lo cierto es que la foto ha mejorado (mucho). Saludos.
ResponderEliminarY lo dejaste. Muy sencillo: lo interpreté como algo particular y me limité a tomar nota y corregir. ¿De eso se trataba, no? Soy receptivo y no pretendía más. Gracias por tu opinión.
EliminarEntonces, todo bien. Saludos.
EliminarClaro, ¿por qué no?
EliminarBuen poema a la mujer en general, casi siempre puerto de tristes naufragios.
ResponderEliminarUn abrazo
Pero Nausícaa, como Penélope, existen multiplicadas en cantidad y calidad. Vosotras deberíais hablar de los Odiseos y otros navegantes que hayáis encontrado por la vida.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarfeliz encuentro entre el náufrago y la princesa.
Ítaca siempre en el horizonte.
Salu2.
Odiseo tuvo que agradecer siempre que lo hubieran aseado.
EliminarAcoger a un naufrago sabiendo que no es el destino sino la casualidad no le resta mérito al momento, siempre que se sepa que no hay garantías de que esa magia perdure.
ResponderEliminarMe haces pensar en que hay náufragos de costa y de tierra adentro, no sé si es cuestión de garantías o simplemente de bondad acogerlos.
EliminarO el náufrago de ella... Todo es posible
ResponderEliminarNausícaa fue cuidadosa con el navegante del mito, pero él se dejó hacer.
EliminarTudo é possível.. gratidão e ingratidão...e todos temos que aprender a viver com isso...
ResponderEliminarBeijos e abraços
Marta
Nausícaa sabe más de gratitud y creo que el náufrago también. Obrigado.
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