Me aprieta, y sabes que no me gusta ponerme nada que me apriete. Además, ¿qué pinto yo con una corbata? Eso mismo pienso yo, responde el viejo. Ha sido cosa del gracioso de turno que ha encontrado su antigua corbata sicodélica de juventud y quiere gastarte una broma.
El niño se aligera el nudo y mira la prenda. Lo que me gusta de la corbata son los dibujos coloreados, dice. Te vas a parecer a él, que siempre se afanaba en ser diferente y vestir de otra manera o simplemente no vestir. A mí no me gusta vestirme. Ya lo sé. No hay quien consiga colocarte en la cabeza una capucha o un gorro o que tengas puesto el abrigo más de diez minutos. Es que me pesa. Más pesado es el frío o la lluvia si te calas. Pero esta corbata, abuelo, me aprieta. ¿Me la puedo quitar? Ya te está sobrando. Y como pille al gamberro que te la ha dado en herencia me va a oír. No le riñas, es mi amigo. Qué va, solo le voy a devolver su sicodelia. Esa es una palabra rara. Y tanto, ya ni se lleva. Pero es que aquellos tiempos fueron muy sicodélicos para algunos. ¿Para ti también? Para mí fueron sicodélicos y rompedores. Pues te veo entero, abuelo. No creas, uno tiene sueltas algunas costuras del pensamiento y no faltan rotos en el corazón.
Sicodélico. Sicodélico. Sicodélico. ¿Te la vas a aprender, chavea? Es que cuando se la cante a mis amigos les voy a dejar...¿Cómo? Pues eso, sico...sicodélicos.
Los sicodélicos estaban muy influenciados por los sicotrópicos.
ResponderEliminarLa mayor parte de aquellos, ya lo creo. Aunque no había tantos como aparentaban.
EliminarMe he puesto muy pocas veces corbata en mi vida, siempre me ha gustado ir bien holguero, tampoco he presumido de mi falo, dicen que la corbata es simbolo fálico, así que tengo un par de corbatas en el armario para caso de necesidad y por lo general están pasadas de moda. como dice el abuelo "uno tiene sueltas algunas costuras del pensamiento y no faltan rotos en el corazón".
ResponderEliminarSaludos
Puede que sea símbolo fálico, pero se ha reducido considerablemente el uso de la corbata y sin embargo los machitos utilizan otros símbolos de exhibición fálica, por ejemplo un coche y una velocidad y no te digo ruido ex profeso. Por citar un ejemplo, porque hay muchos más.
EliminarEl asombro de los chiquitines con las historias de vida, como cuentos de ficción, me parece.
ResponderEliminarLa infancia es un vivir dentro del asombro y la perplejidad constantes. Tal vez sea ese el método de aprendizaje en la edad tierna. O, como bien dices, en los chiquitines (mi madre usaba mucho este término)
EliminarAs regras impostas... e quando fugimos às mesmas, somos " estranhos" e deixam-nos marcas...mas continuamos a avançar para rasgar novas ideias...
ResponderEliminarComo sempre interessante...~
Beijos e abraços
Marta
Si no avanzamos nos fosilizamos, Marta. Saúde.
EliminarCuriosa imagen, y no me extraña que no esté muy convencido con ese extra al cuello, los niños no entienden de incomodidades que les hagan parecer más elegantes ji,ji.
ResponderEliminarLo de la corbata psicodélica me ha llevado la teoría del mono dopado de McKenna, una posibilidad un tanto extraña para justificar el salto evolutivo del Homo erectus al Homo sapiens.
Buen domingo Fackel!!
La evolución humana es un proceso con saltos laterales y desde distintas bandas, cada día se sabe más y nos sorprendemos más. No sé cómo con lo que se va sabiendo de aquel ante-pasado no se abren más los cerebros de muchos, que más bien se obstinan en cerrarse. Pero ya me estoy yendo por los cerros y alcores varios. Por cierto, mi padre me enseñó el nudo de la corbata y es como lo de andar en bici: una vez que se aprende no se olvida. Eso sí, no hay que racionalizar sino dejar que el instinto (subconsciente y reflejo) guíe la operación.
EliminarLo que ayer eran rupturas hoy son nuevas cadenas...
ResponderEliminarSaludos,
J.
Quién nos lo iba a decir, eh, José. Asombroso todo lo que va aconteciendo. Pero a nosotros que nos quiten el valor de lo bailao, si pueden.
EliminarEl caso es que a nosotros también nos apretaba y ni idea teníamos que vivíamos sicodélicamente...
ResponderEliminarNos apretaban más cosas que un nudo de corbata. A veces uno piensa si no fue un sueño.
EliminarFáckel:
ResponderEliminar¿Quién no se arrepiente de haberse puesto alguna prenda, digamos, especial?
Hacía tiempo que no escuchaba la palabra "psicodelia".
Salu2.
Es que es una palabra desusada, sospecho. Bueno, yo no me arrepiento de haberme puesto prendas ad hoc y en cada tiempo o lugar. Todo tenía su sentido si se requerían vestimentas. Incluso el nudismo ha tenido sentido en determinados ambientes.
Eliminarjajaja, el chaval no creo que aprenda la palabreja, pero tenía mucho significado en un tiempo. La corbata en un niño no tiene significado alguno, y dudo si en un hombre, ya ves, así que bravo por el chaval.
ResponderEliminarUn abrazo
Los niños son muy listos, y aunque no lo aprendan todo sí que lo repiten todo aunque no sepan significados. Claro que eso mismo puede llevar a meteduras de pata.
EliminarLo que antes se llamaba psicodelia ahora se llama realidad. Vivimos tiempos tan raros que ya casi no hace falta drogarse :)
ResponderEliminarEntiendo al niño, no puedo con los cuellos de los jerseys cerrados, con los anillos o pulseras ni con las corbatas... todo me pica :)
Es decir que hay otras drogas. De las religiones a lo psicotrópico y psicodélico a la fiebre por las redes sociales, los esoterismos varios y las derivas enfermizas de quienes se creen que saben pero influyen en las mentes frágiles (acaso)
EliminarA mí también me costó mucho llevar prendas de ajuste, de simbolismos en manos o de escapularios en otros tiempos más bendecidos, jaj. Todo me picó siempre mucho, así que aprovechemos ahora que no nos dejamos picar así como así.
Una de las mayores autoridades mundiales en neurociencia cuestiona todo lo que creíamos saber sobre la percepción, la realidad y el yo
ResponderEliminarPor muy transparente que pueda parecernos la evidencia de nuestro yo –de «ser uno mismo»–, no hay nada más complejo que la conciencia, producto del trabajo conjunto de miles de millones de neuronas que hacen que experimentemos la realidad «en primera persona» y elaboremos en nuestra mente una interpretación del mundo que habitamos. Porque el mundo tal como lo percibimos es eso: una interpretación, o, en palabras de Anil Seth, una suerte de alucinación controlada. Nuestras mentes construyen para nosotros un universo de colores, formas y sonidos, y es mediante esa construcción que interactuamos y nos relacionamos con el mundo y con los demás.
¿Puede medirse el grado de conciencia como hacemos, por ejemplo, con la temperatura? ¿Tienen conciencia los animales? ¿Por qué experimentamos la vida en primera persona? ¿Habitamos una realidad compartida o cada «yo» tiene la propia? ¿Podemos conocer qué se esconde tras el velo de la conciencia? En este fascinante ensayo, que mezcla de manera tan didáctica como absorbente la ciencia, la filosofía, la literatura y los apuntes autobiográficos, Anil Seth, autoridad de talla mundial en el estudio del cerebro, echa por tierra muchas de las ideas preconcebidas sobre la mente, la conciencia, la memoria, el yo y el libre albedrío, desarmando creencias y supersticiones heredadas, y ofreciendo un estimulante estado de la cuestión: la conciencia existe, viene a decirnos Seth, si bien es muy distinta a como pensábamos que era.
«Si uno fuera a leer un único libro sobre la conciencia, ese debería ser el de Anil Seth… Una obra impresionante que aborda temas complejos con una visión singular y una hermosa claridad»
Pues muy bien, desconocido quien seas. Ya veo que has cortado y pegado de la información que proporcionan las librerías de un libro titulado "La creación del Yo".
EliminarSe puede tomar en cuenta. Si la traslada aquí debe ser porque lo ha visto interesante. Pero no estaría de más que nos diera sus impresiones particulares, por reducidas que pudieran ser.
Qué molestos se vuelven, con el tiempo, algunos recuerdos! Justificar a otros su sentido es tan complicado que a veces ni dan ganas de explicar. Un abrazo
ResponderEliminarEs una de las cuestiones arduas del diálogo con jóvenes generaciones. Cuesta explicar, cuesta entenderlas, no es fácil el intercambio de tiempos, no.
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