Asistí el lunes al acto del llamado legado de Ángel González en el Instituto Cervantes de Madrid. Dicho así me veo caminando por la calle Alcalá, asistiendo al acto, charlando con García Montero, Benjamín Prado o María Gil Bürmann y tomándonos después unas copas en el Círculo de Bellas Artes. Pero no. Asistí solamente a distancia por mor de la técnica en directo llamada YouTube. Creo que casi me asombro más por esta capacidad actual de estar sin estar, pero estando al fin y al cabo de algún modo, que proporcionan los canales de comunicación on line, que por los contenidos en sí, más ritualizados.
Tal entrega del legado responde a algo simbólico, como no podía ser menos entre los especímenes humanos. En el Instituto Cervantes de Madrid hay una cámara acorazada, a la que se denomina la Caja de las Letras, donde se deposita un legado. Es decir, recuerdos diversos y significativos -tal vez más emotivos y entrañables que otra cosa, pero no menos biográficos- de personalidades de la literatura, cine, teatro, arte, danza, música, ciencia, que en algún momento decidieron entregar. Y en efecto, nunca había presenciado cómo algunos libros con dedicatorias, dibujos, fotografías, cartas u otro tipo de objetos se depositaban dentro de una de las cajas. Ángel González probablemente habría hecho un poema sarcástico sobre la ceremonia y el recinto que, como todas las grandes cámaras blindadas, tiene algo o mucho de nichos de cementerio o de cajetines a la entrada de supermercados.
Los discursos que se pronunciaron en el acto se debatían entre palabras afectuosas y exposiciones algo académicas. Dominó más el calor que la frialdad. Ángel González jamás me ha producido con sus poemas gelidez alguna, no obstante la tristeza y gravedad de muchos de ellos, sino un descenso sincero y perturbador a las profundidades de mí mismo. Asumiendo el riesgo de la angustia, recreándome en el escepticismo, dejándome contagiar por la ironía como visión y sobre todo expresión de la existencia. Y a medida que se diluían las palabras de aquellos amigos del poeta que le recordaban me venían a la mente algunos de sus poemas, tal este:
¿Qué quedará de nosotros cuando hayamos muerto?
ResponderEliminarLo que recuerden los que nos trataron.
Aunque no nos debe preocupar en absoluto, supongo que siquiera los recuerdos que les traiga la memoria a ellos. Pero siempre hay objetos, yo guardo algunos de mis padres, no muchos, pero son tan significativos. Y memoria, mucha memoria.
EliminarNo se donde lo he leido, seguro que en un libro, que los recuerdos duran dos generaciones, salvo que seas un hombre/mujer que haya dejado huella.
EliminarYo guardo alguna cosa de mi abuelo, que nació en el siglo XIX, por ejemplo.
EliminarTiene usted razón es pura poesia filosófica, y de mucha lucidez. Me pongo deberes de conocer más a fondo la poesia de Ángel Gonzalez que solo habia contemplado de soslayo.
ResponderEliminarSaludos.
Hay un com`pendio de su obra, no sé si toda, bajo el título de Palabra sobre palabra, en edición de buen precio de Austral, de hace pocos años.
EliminarGracias, lo buscaré.
EliminarMenos el titulado Nada es grave.
EliminarInmneso, filosofía en vena, dosis homeopáticas de sabiduría...qué más pedir de un paseo por esto que llamamos vida.
ResponderEliminarQué gusto poder asistir a través de tus ojos. Un abrazo
Tú puedes igual que lo hice yo, por el canal de YouTube del Cervantes.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarreconozco que no he leído nada de este poeta, pero los versos que presentas me parecen muy acertados. Lo pongo en tareas pendienates.
Salu2.
Y yo me reconozco como apreciado por su obra y talento literario.
Eliminar-¿Por qué lloras,
ResponderEliminarsi todo en ese libro es de mentira? Y él respondió: -Lo sé;
pero lo que yo siento es de verdad."
Me has hecho pensar. Ciertamente este, es uno de los grandes poderes de la lectura, pero con la vida moderna, hemos perdido aquella otra forma de relato que se daba en los hogares preindustriales cuando ni radios, ni por supuesto televisiones acaparaban nuestra atención y los relatos eran de viva voz, leídos o simplemente contados desde la imaginación. Aquello seguramente debía tener un sabor que nada actual puede superar.
Lo ratifico, pienso como tú. Aún he tenido suerte de escuchar a mi padre episodios de su historia doble: la personal y la del país, en tiempos de guerra y de paz. Nos juntaba los domingos por la tarde en verano a varios chicos y nos relataba. Como suena. A mí me fascinaba.
EliminarAdmiradísimo Ángel González, su poesía siempre me ha hecho pensar, le doy vueltas al poema, su argumento, su forma, su campo abierto de preguntas y me hace pensar... pensar en la posterioridad y posteridad del poema, pensar en quién compone la posteridad, pensar en quién hace de su poesía una verdad íntima, pensar en la alegría que pasa y en el tiempo que pasa y que poco a poco va completando el poema aunque nosotros pasemos.
ResponderEliminarSalud
Cada poema suyo, incluso aquel más corto, obliga a detenerse. Cuando crees haber terminado su lectura te quedas absorto y vuelves hacia atrás. Como en la vida.
EliminarSeremos, mientras alguien nos recuerde. Después no habrá más que olvido.
ResponderEliminarNo está mal ser olvidado. Así los muertos inquietan menos a los vivos.
EliminarPero qué bonito escribes!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarEs el poeta Ángel González el que nos lleva a sus lectores de la mano; gracias por leer.
EliminarMaravilloso homenaje a Ángel González. Un poeta de los de volver y volver mil veces a sus versos. Toda su obra es extraordinaria.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Fackel.
Simplemente lo que tú dices, Rita, volver a su obra, y ya es tanto...
EliminarLeer es sentir. Así es. Un sabio, Ángel González.
ResponderEliminarIncluso algo más (leer), pero siempre desembocado en el sentir.
EliminarLo poco que he leído de A. G. ha quedado subrayado en mi memoria. Volveré a sus versos.
ResponderEliminarA un poeta como González hay que tenerlo siempre cerca, Soco.
EliminarGracias por la información. Así de sencillo.
ResponderEliminarEn realidad somos una generación afortunada que alguna migaja de las mieles futuras nos esta siendo permitido saborear, aunque también resulte la contrapartida de no pocos abatimientos!
Ja, A un lugar donde la materia se acaba corrompiendo no se le pueden pedir peras al olmo. El intangible mundo del pensamiento se supone que debería ser de otra manera. En fin, lo último de la cuántica a tono con la filosofía budista es que el pensamiento es el origen de toda materia. Si así fuere me viene a la memoria cierto arbolito del edén: Una manera muy discreta de decir: “como penséis demasiado .. la liaréis parda” Por eso se indica que somos onda y partícula. Será cierto que han cerrado el gran colisionador de hadrones en Suiza cuando los “próceres” científicos del lugar han caído en la cuenta de Bohr y ciertos gurús que se parten de la risa? Será por ello que a niveles emocionales algunos seres nos podemos comunicar con ciertas especies? Jajjj pero más nos vale que no estén demasiado hambrientas!
Me pregunto en este marasmo por qué narices inventaríamos el dolor si .....
Bueno, no me libro porque no paro de darle al tarro y encima me gusta, aunque inconscientemente siempre debí ser bastante consecuente con esos dichosos principios intangibles. Lo puedo sospechar tras mi ultimas en danzas contenidas en terabites.
Sigo pensando como tú en la suerte de poder seguir saboreando, aunque unos cuantos de nuestra proximidad de edad cayeron hace tiempo; y las vicisitudes nos las hemos repartido todos hasta que llegan las el propio cuerpo que es implacable. Lo del origen de la materia en el pensamiento no sé cómo tomármelo: el pensamiento de quién: o qué concepto de pensamiento y de materia: o si el pensamiento se trata de una variedad del dios, en este caso tan budista, que cual demiurgo del mito fabrica todo; a estas alturas se conoce bastante bien la relación entre lenguaje y pensamiento y su interactividad para la evolución de la especie; aún se sabrá más; tan desacertado es esperar de manos invisibles no existentes como crecernos en la soberbia de ser nosotros mismos los demiurgos totales; aunque bien visto sí que los humanos somos los hacedores -y en parte destructores- de todas las situaciones que a lo largo del tiempo histórico nos hemos encontrado; el dolor es un gran y perverso invento: es la alarma de tu problema físico y a la vez es lo que te enfrenta con tu precariedad y sufrimiento; así que ya ves.
EliminarSinceramente lo desconocía y, agradezco tu escrito que hace visible un tipo de poesía elevada y reflexiva. Si algo tiene esta llamada comunidad bloguera es que nos acerca e informa de eventos culturales y, nos hace conocer voces y pensamientos desconocidos. Buscaré más poemas de Ángel González.
ResponderEliminar"La vida es inocente e incansable" Me quedé absorta con este verso. González nos obliga a pensar y eso es parte de un poema sólido por su contenido. La vida en sí misma es de una exquisita belleza, tanto así, que resulta inasible a los ojos humanos.
Abrazos Fackel
Pues sí, aunque a veces haya excepciones que no cumplan reglas del juego de la comunidad bloguera yo estoy contento de las conexiones, informaciones transmitidas e incluso amistades que me han proporcionado. Y descubrir autores o paisajes, por ejemplo, son unas de esas aportaciones que la red y nuestro criterio de uso nos permite con satisfacción.
Eliminar"La vida es inocente e incansable" es una frase que permite introspección y debate, ambas cosas. La vida ni es sujeto ni objeto por sí misma, sino en la medida que nos aporta o nosotros hacemos de ella. Y la experiencia vital contiene mucha inocencia, y no solo en la infancia, sino que tenemos la sensación de que no se agota, hasta que... Gracias por provocarme la relfexión.
"Evidentemente, la poesía es filosofía. O enseña a pensar o no nos sirve". I la filosofia és poesia, com el mite de la caverna.
ResponderEliminarNo se si los mitos, incluyendo los platónicos, son poesía en estado puro o impuro, pero narraciones sí que son, algunas poéticas, líricas en cierto modo pero sobre todo épicas, y que barren para casa, para cada cultura y sistema de ideología que nutre y generan las culturas. Ejemplos hay unos cuantos.
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