Deberías publicar lo que nos acabas de leer. Así exhala ella sus palabras tras el humo apestoso de un Klad. No son de lo mejor esos cigarrillos, le digo mientras enciendo uno de otra marca. Pero los míos tienen premio, replica riendo. Sí, un premio que nadie sabe a quién le toca, y me sumo a su risa fascinante. Es cierto, Vladímir, tanto mi marido como yo pensamos que deberías hablar con nuestro amigo Víktor para que editara tu obra. No nos cabe duda de que no pondrá ningún obstáculo. Ni siquiera decidirá él la selección. Te conoce de referencias y todo trabajo que se le dé hecho lo agradece. Diría más. Seguro que te pide opinión sobre otros escritos que le llegan de poetas menos interesantes. Ella ve que se me han iluminado los ojos, y no solo por la sugerencia o la adulación. Finjo que me resisto. Pero si solo son ejercicios, ¿a quién van a interesar? En confianza os diré que sobre todo son desahogos, cuando no quejas o repudios de lo que no me gusta. Vladímir, un buen ejercicio es un excelente desahogo, ¿verdad, Ósip? Ósip afirma silencioso. Y eso de que Víktor querrá saber mi opinión de lo que escriben otros no me atrae. No iba a ser benévolo. Y trabajar para el editor sin objetividad no es mi estilo. Mis poemas empiezan a ser tan radicales que no estoy seguro que gusten a todos los camaradas de la asociación. No tienen el entusiasmo de los primeros tiempos. Y a algunos les parecerían confusos y, ¿cómo decirlo?, poco estimulantes. Por supuesto que eso me importa poco, porque las palabras que siento, y que no solo emito, son irrenunciables. Además, ¿creéis que mis escritos más intimistas pueden interesar a muchos? La chica de la visera parpadea por el humo, aunque yo lo considero un guiño encubierto. Es insistente. A mí me gustaría leerlos, seguro que tienen destinatarias que se lo han merecido. Se frota con levedad los ojos, pero percibo en ello un gesto descarado, un mensaje directo cuyo receptor solo puedo ser yo. Pongo una nueva barrera delante de su mirada incisiva. Hay algo en su manera de fijarla en mí que me sujeta y me hace dependiente. Mis poemas más sinceros no son condescendientes con nada, proclamo con cierta soberbia. Ella salta como un resorte. Tampoco yo lo soy con lo que no me gusta. Ni en artes plásticas ni en literatura ni en política ni en sentimientos. Pero hay que arriesgar, tanto observando como entregando. Lilya sabe desarmarme pero no quiero mostrarme frágil. ¿O acaso es lo que ella busca en mí? ¿Que manifieste mi debilidad, mi textura sensible? Su marido se ha alejado en busca de la pipa y su tabaco favorito. Hay que arriesgar, le digo, incluso para recibir. Lo hacemos cuando leemos las obras que nos parecen reveladoras o cuando dialogamos con fervor. Hasta en el compromiso por construir una manera de ver la vida con sentido estamos apostando con peligrosidad. La mujer se acerca y me habla pausadamente. Se dice por ahí que eres vehemente y osado. ¿Es tu manera de conjurar los miedos interiores? No me esperaba una pregunta tan, ¿como diría yo?, tan confidencial. El tiempo nos trae siempre las respuestas, le respondo contundente. Y también las actitudes, que son las que nos transforman, apuntilla ella con su boca y desde su mirada.
(Nota. Los cigarrillos Klad, клад -tesoro- se fabricaron en la Unión Soviética en los primeros años del nuevo régimen. Eran publicitados con el atractivo de un premio grande. Por ejemplo un tractor o un caballo o una vaca. Los paquetes contenían números vinculados a una lotería estatal y los beneficios de esta iban destinados a los niños huérfanos de la guerra civil)
Curiso eso de que por fumar ofercieran premios. Una historia con interés, sin duda. Gracias por acercarnos a ese mundo
ResponderEliminarUn abrazo
Hay tantas cosas que no sabemos...
EliminarLa combinación de tabaco y viseras cerradas que no dejan escapar el humo, es perfecta para la irritacio de ojos y wue el interlocutor vea guiños donde no los hay. Quizás son más guiños verbales que gestuales lo que hay aquí, y creo que el marido es cómplice. Vaya que el protagonista está en una trampa en la wue podría caer gustoso.
ResponderEliminarA razoo
Hay algo triangular, sin duda, entre esos personajes.
EliminarTratas un tema demasiado enreveresado para una simple gorra, una de cuyas simples funciones es la de su visera para proteger la vista del usuario mejor que cualquier gafa de sol, según algunos oculistas; aunque otros la vuelvan para proteger su nuca.
ResponderEliminarLa visera trata de apaciguar lo subliminal de la mirada.
EliminarLos esfuerzos por esconder la fragilidad son la primera prueba de ella. Peligrosidad, fragilidad, dependencia, guiño, vehemencia, miedos interiores... actitud. Son las palabras que quedaron resonando tras leer este relato. Me queda también una sensación de disfrute: el que imagino entre el protagonista y la chica de la visera y el mío con la lectura.
ResponderEliminarBesos
En efecto, buenos conceptos citas, están más o menos implícitos en el relato, pero se advierten como lo has hecho tú.
EliminarUn tanto peligroso la mirada e insinuaciones indirectas, me ha gustado el relato
ResponderEliminarUn abrazo
Suele ser usual en los encuentros en los que las personas tratan de buscarse: gracias.
EliminarFáckel:
ResponderEliminardebe ser una gran responsabilidad decidir qué se pueblica y qué no. Supongo que tiene que haber tantos aciertos como desaciertos.
Me ha recordado, no tiene nada que ver, claro, tu entrada con un libro que acabo de leer, "Un caballero en Moscú" de Amor Towles.
Salu2.
Ese libro no lo conozco, pero indagaré. Aquella época de ascenso y caída de los involucrados en las vanguardias artísticas siempre resulta interesante. Muchos con final trágico. Hay abundante relato, con todas sus inclinaciones ideológicas, sobre aquel tiempo.
EliminarUna novela que me gustó fue "El maestro Juan Martínez que estaba allí", de Chaves Nogales, se desarrolla durante la revolución rusa. Por supuesto la mirada abarca ciertas zonas determinadas, pero me pareció interesante. Hay amplia literatura -ensayos, historia, ficción- sobre aquel acontecimiento tan complejo.
EliminarDe Nogales me he leído "A sangre y fuego". Cuando pueda, seguiré con otros. Tomo nota del "Maestro Juan Mártínez...".
EliminarPor cierto, ya llevo160' del Mahabharata... Ya me queda menos...
A sangre y fuego son grandes y terribles relatos...fratricidas.
EliminarLos persistentes tienen premio, al menos, como en este caso del relato hindú que al menos sea estético, porque el contenido del relato es complejísimo.
Todos temos as nossas fragilidades, as nossas dependências... há quem as esconda e há quem fale abertamente... Por vezes, o tempo não nos dá as respostas...
ResponderEliminarComo sempre, um texto interessante...
Beijos e abraços
Marta
Nos pasamos toda la vida esperando respuestas, pero no solemos plantear bien las preguntas. En las relaciones entre individuos lo usual es el riesgo y la decisión.
EliminarQué valentía ser artista de vanguardia en la época que recreas. Ya sabemos qué fácil era caer en desgracia y sus consecuencias. Me pregunto si el manuscrito tuvo una vida mas larga que la de su autor.
ResponderEliminarProbablemente, aunque vistas las circunstancias pudo ser un manuscrito nonato. Hay episodios de la historia europea del siglo XX de harta complejidad y dimensión que uno no puede ignorar. Con sus elementos positivos y los que acabaron imponiéndose antes o después como negativos. Y siempre el sufrimiento de millones de personas, con la paradoja añadida de que entre tantos miles de purgados estuvieran también, o sobre todo, los de la propia clientela.
EliminarRevisar las artes plásticas y la fotografía de las vanguardias rusas me place más que la poesía de los suicidas.
Un ambiente de intelectuales comprometidos políticamente que intentan crear una nueva forma de pensar, acordé al cambio histórico que viven y sueñan. Frases como "Hasta en el compromiso por construir una manera de ver la vida con sentido estamos apostando con peligrosidad" nos pone en perspectiva. Si lo pensamos desde el hoy, se evidencia un claro contraste con la apatía y el desaliento que nos agobia como sociedad. Al menos por aquí, el desencanto no genera fuerzas constructivas, sólo desapego y evasión. Un abrazo
ResponderEliminarSon tiempos diferentes. Entiendo que las ilusiones y expectativas generadas tras siglos de opresión en Rusia generaran frutos, pero también cizañas, como se vio. Me sigue gustando Doctor Zhivago, la novela de Pasternak, aunque me gustaría sobre todo saber más acerca de la gente comprometida culturalmente y que manteniéndose en la honradez fue machacada.
EliminarCuántas conversaciones así cuando arrecia el tiempo de los silencios...
ResponderEliminarBien pronto llegó aquel terrible tiempo para sus protagonistas.
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