A veces me pregunto cómo veremos el mundo que hemos abandonado desde el otro lado, dice Max. Debe ser una visión muy interesante, le replico conteniendo la risa. Me habla moderado. No, no, hablo en serio. Debe ser incluso fascinante, no solo contemplar lo que hicimos o lo que hemos dejado de hacer, sino experimentar el último instante, ese vuelo postrero que tantearemos confusamente, donde yo creo que no hay la claridad que algunos dicen que se alcanza, ni llamada alguna, ni mano extendida de ningún no ser, porque donde vamos es un no lugar, y es que la caída te arrastra y acaso haya algún pájaro o un griterío lejano y disperso o un eco, eso, simplemente un eco, que en ese instante revolotee en nuestro cerebro casi rendido, y si lo hace, si aún se manifiesta alguna clase de recuerdos flotantes o súplicas no atendidas o voces incrédulas que intentan animarte, sabremos que del abandono no te libra ninguno de esos ejercicios de última hora, y con eso no quiero decir que no haya bondadosa intención en los que se quedan un tiempo más, que nos rodearán, tratarán de trasladar aliento con palabras, como si la palabra curase y más en el borde del desistimiento, pero, ¿sabes?, odiaría escuchar en esos instantes de cansancio insuperable el lamento inútil, me repugnaría que se acercasen rostros de conmiseración, y no sé siquiera hasta qué punto aceptaría una caricia o una palmada pues revelaría la impotencia de quienes se prestaran a ello, todo ese afán de interferir en el último kilómetro de la vida de un hombre es ridículo, y nada vale escuchar a los sabiondos de turno, que los hay, y estarán allí diciendo que si te mueres es porque padecías de esto o de lo otro, que tenías un día señalado, que es el destino o la voluntad de no sé qué ser no ser que suelen nombrar algunos, en fin, esa serie de tópicos de charla de ascensor, como si ellos, los testigos supervivientes, no fueran a acabar también por una aleatoria causa que su biología personal les tenga reservada, y solo pensar que uno no tenga la paz de su soledad ineludible y concluyente en esa caída, pues no en otra cosa consiste el paso de dejar de estar en el mundo, me afectaría, y qué puede pedir uno sino un punto de reconciliación con el humo de lo vivido, mientras el paisaje adquiere toda la opacidad que no hubieras imaginado jamás.
http://elhombreenlanochesilenciosa.blogspot.com/2023/01/temblor-de-la-tierra.html
* Ilustración de Inés González Soria.
Fáckel:
ResponderEliminarcreo que todos hemos fantaseado alguna vez con ser un "fantasma voyeur"
Salu2.
Pues de momento al menos tú y Max lo reconocen. Salud a pesar de.
ResponderEliminarEl único "más allá" que concibo es el recuerdo remanente de aquellos que me recordarán cuando ya no tenga vida. Habré desaparecido de forma total y absoluta y casi que deseo que esa remanencia, les sea leve y sin tristeza, nostalgia o cosa parecida.
ResponderEliminarEl más allá como eufemismo, y comparto contigo ese pensar.
EliminarNo lo tengo tan claro, piense que no podríamos intervenir, y eso seria muy frustrante. Además, contemplar nuestro pasado, todo lo que hicimos en vida, no creo apeteciera a nadiemedianamente sensato.
ResponderEliminarSaludos.
Está bien tu ironía, Francesc. Acostumbrados en vida a intervenir al menos en pequeñas porciones y proporciones tiene que ser un tormento.
EliminarNo sabemos. No podemos saberlo, ni en el último quilómetro que nos toca de nuesta ración de vida. Pero tal vez es la gracias de esto que dimos en llamar vida.
ResponderEliminarUn abrazo
Al menos mantengamos la ironía hasta el último momento, porque humor no nos quedará mucho.
EliminarNo soy dado a especulaciones de este tipo. No se lo que hay al otro lado, o lo que no hay, porque sino hay nada ya hay algo, que diría Tomás de Aquino.
ResponderEliminarCuando esto se acabe vendrán a despedirse personas que seguramente no habría ni imaginado, y otras a las cuales tengo por cercanas, me obviarán.
Yo ya no estaré para nunca jamás. ¿Qué más dará?
Salut
Las especulaciones del de Aquino y las fantasías abundantes disfrutan de lo lindo con los pobrecitos humanos, intentando haciéndoles creer en lo que ni ellos creen.
EliminarLas otras conclusiones tuyas tienen lógica, no metafísica.
El humo de lo vivido acabo reconciliándose con el porvenir... y la tierra volvió a temblar.
ResponderEliminarLa tierra está en una convulsión continua, como las vidas que la pueblan.
EliminarSupongo que a todos nos tienta la posibilidad de observar desde el otro lado del umbral recién traspasado cómo nos veríamos y sentíamos instantes antes, justo en el momento de dejar de ser. Un abrazo. P.d gracias por permitirnos conocer esos versos contundentes
ResponderEliminarLa autora del dibujo tiene su blog:
Eliminarhttp://incisionesmultiples.blogspot.com/
Yo creía antes wue más allá no había nada pero cuando me enteré de que más allá, hay lo que tu crees que habrá, cambié inmediatamente de opinión, dato que facilito...¿ "a los" o "para sus"?... efectos oportunos.
ResponderEliminarAhora incluso creo que ya estaba antes de nacer.
Abrazooo
Dice un chiste: Padre, ¿el más allá quiere decir que hay menos acá? Procuremos, pues, que no nos quiten antes de tiempo el acá.
EliminarSolo se que quien busca y rebusca algo encuentra, diferente cuestión es que le agrade haberlo encontrado.
ResponderEliminarMira, yo me he topado con que la materia no existe y me paso unas 10 horas diarias “rebuscando” . Ni te cuento la basura que encuentro. Cuantos guardarían su basura? No se puede ,verdad.? Será por eso que el cuerpo la expulsa. Menos mal que no existe, pero mientras lo parezca Olerá fatal. La escatología no huele mal y puede hasta resultar divertida. !
Yo a veces me pregunto cuánto de lo que ingerimos por cualquier conducto sale y cuánto queda. En forma de transformación. La respuesta: en las células y sus tejidos.
EliminarSiguiendo las averiguaciones de Gabilisnte, bobo quien no se lo monte “
ResponderEliminarConviene, al fin y al cabo cada cual busca sus mentiras.
EliminarTambién me he topado con lo que dice Gabiliante. Pues a montárnoslo“”chulo”’comenzando por nuestra subjetividad! Lo malo es que esta no pita si no se come adecuadamente. Anda pero si la materia no existía, entonces solo seremos cebollas!! ..... Me la pido!!
ResponderEliminarLas cebollas son otra clase de materia, además muy jugosa, tanto que sale de sí misma para hacernos llorar, jej.
EliminarYo lo tengo muy claro, aunque puedo estar equivocado, desde el otro lado no veremos nada... Mi convicción, por supuesto, no tiene fundamento alguno.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Hay fundamento, no obstante: para ver hay que estar. Para estar tiene que haber espacio. Y el espacio se nos acaba en la única vida posible. Es mi criterio, y no me complico más.
EliminarJamás me he puesto a pensar sobre la muerte
ResponderEliminary mirá que he estado en la tragedia
de salir de un lugar con vida, lleno de cenizas
mientras la viola del Juan tocaba mis rodillas
La muerte puede ser objeto de pensamiento y de imaginación, antes de ser lo que es y será.
Eliminar¿Qué visión se puede tener si vuelves cómo una hormiga?
ResponderEliminarEstaría una hormiga, pero no yo. Ni ella volvería, sería una nueva en todo caso.
EliminarPero mira, ya que lo dices: es una idea o tema de ficción literaria.
Eliminar¿Quién sabe? Nadie sabe nada. Puede que si podamos ver/volver o puede que no. Lo sabremos cuando llegue el momento, pero no nos apuremos, que nadie debería morirse en la víspera y hay mucho todavía por vivir y disfrutar; Si Dios quiere. :-) Abrazos, Mister
ResponderEliminar¿Que nadie sabe nada? Si está tan claro, Myriam.
EliminarEn fin, vivimos de fantasías literarias, pero las únicas vidas que nos pueden proporcionar estas se encuentran en el hecho de vivir, que ya es bastante jugoso. Lo bueno de las fantasías literarias es que al menos ves sus distancias respecto a ti mismo. Los que se entregan a otra clase de fantasías a las que conceden patente de creencia allá ellos.
Antes de comentar el texto, muy buena la ilustración de Inés…Creo que en la medida que vamos avanzando en años y, ya teniendo experiencia en despedidas de nuestros ancestros y amigos, nos vamos formulando siempre las mismas preguntas: ¿cómo se verá el mundo que abandonamos desde el otro lado de la orilla?, ¿vendrán aquellos que nos antecedieron a buscarnos? ¿entraremos directo al túnel de luz y solo veremos luces y ángeles al lado nuestro?. Pienso que todos de acuerdo a sus creencias religiosas se responderán diferente, los más incrédulos dirán que no verán nada y los más religiosos sentirán la compañía de seres alados.
ResponderEliminarRespecto a ese último aliento, he leído que científicamente está demostrado que esos 30 segundo posteriores a ese instante, se producía un aumento de un cierto tipo de ondas cerebrales, es decir, el cerebro podría estar reproduciendo un último recuerdo de acontecimientos vitales, algo así como un conjunto de recuerdos.
Muy interesante el tema Fackel.
Abrazos
Gracias, Tatiana, no comento nada porque Max expone su punto de vista y yo le escucho atentamente. Yo no me formulo ninguna de esas preguntas. Me temo que las respuestas de las creencias religiosas, esotéricas o mágicas, que de todo hay, tienen todas trampa, por no decir falsedad. Con lo fácil que es la observación de la naturaleza y sentirnos parte de ella, sin más. Pero ya sé que el mundo de fantasías ideológicas lleva siglos oscureciendo a los hombres.
EliminarEl tema del tiempo que pueda durar la desconexión es independiente de toda esa vacuidad y palabrería del más allá.
El tema se presta a retóricas, a sofismas, a teologías varias y a cuentos chinos, sin duda, y es muy entretenido. Con diez años tuve la oportunidad de practicarlo con mis colegas niños vecinos con motivo de la muerte de una tía. Entonces era apasionante hablar de ello, ah y creo que aquella noche no durmió ninguno de ellos a gusto, les debí envenenar.
O que é efectivamente o outro lado do Mundo? Há quem encontre a Paz, há quem continue a lutar....e há quem não pense nada...
ResponderEliminarUm texto interessante....
Beijos e abraços
Marta
Lo que no encuentres en vida no lo esperes cuando carezcas de ella.
EliminarEm sorprèn i pertorba aquesta entrada. No m'havia plantejat mai el que em podrien dir els altres en el moment de morir, per compassió.
ResponderEliminarLa mente propia da (tiene capacidad) para imaginar y fingir situaciones, por muy extremas, terribles o luctuosas que sean. No deja de ser un juego, como en el caso del texto, o bien de adelantarse uno al acontecimiento o situarse en una nada como si hubiera desde ese vacío visión sobre el mundo que se abandona. Helena, las perturbaciones no tienen por qué ser negativas: nuestras emociones nos hablan de nosotros a veces más de las explicaciones convencionales: habrá que atenderlas, ¿no?
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